A la mañana siguiente, con la gran pereza del mundo me levante de la cama de mi mamá y baje sin hacer el más mínimo ruido, eran las cinco de la mañana por lo que todos estaban dormidos, eso me sirvió para no molestarlos, con la mayor rapidez posible me arregle y salí de la casa no sin antes dejar una nota disculpándome por no quedarme a desayunar. Camine el corto camino hasta la terminal para tomar el metro hasta llegar a la universidad me tocaba el primer turno por lo que no podía llegar tarde. Había olvidado el material del día de hoy para mi clase pero ya resolvería una pequeña actividad para no pasar el día por alto.
Otra vez en la línea de espera junto a casi cincuenta personas más me encontraba, impacientada, de pie porque los asientos de espera estaban ocupados. El gran tren llego unos minutos después y los que salían se apresuraron al ver la cantidad de personas que entrarían, yo era una de las primeras para entrar así que era seguro que encontraría un puesto libre para sentarme “a gusto” mientras llegaba, y para eso no falto esperar mucho, las puertas ya estaban libres para pasar así que entre casi corriendo para conseguir el puesto libre, entre y lo conseguí esta vez podría ir tranquila, mientras esperaba que los demás pasajeros entraran, mire a mi olvidado celular, un simple Nokia que había tenido mejores tiempos pero no me quejaba todavía servía para comunicarme y así me gustaba.
Quite por un momento mí vista del obsoleto aparato y fije toda mi atención en los pasajeros que me acompañaban: una señora embarazada de por lo menos siete meses, niños que iban al colegio, señores que trabajan en empresas cuyo nombre desconozco, muchas personas diferentes.
Mi vista recorría el vagón de forma vaga sin prestar casi atención a mí alrededor hasta que mi vista capto algo que ya conocía, ese maletín que se encontraba en el suelo me era conocido, podía ver lo caro del material de cuero, seguí mi vista y pude encontrar unos zapatos de vestir relucientes, y fue allí que mi mente cayo en cuenta, era el hombre de ayer, el que me intimidó con su cercanía y su mirada.
Alce más el rostro para poder verlo mejor y así lo hice hasta encontrarme con su mirada azul, él hacía lo mismo me miraba con sus bellos ojos y yo me sentía una niña pequeña perdida en un parque buscando a su madre, ninguno de los dos dejo de mirar al otro hasta que lo vi bostezar y allí pude notar lo cansado que estaba, baje la mirada y sentí como mi pecho se sentía oprimido por una fuerza invisible, todavía no sabía lo que me pasaba, lo que sentía a su alrededor era como una especie de Déjà vu, con él todo diferente pero a la misma vez sentía haberlo vivido, ese era uno de los extraños sentimientos que ese hombre sentado frente a mi había sacado a la luz.
Yo sentía que ya lo conocía y no solo era porque lo había visto ayer, sino que lo había visto en otra parte. Volví a mirarlo pero él ya no hacía lo mismo, esa fue la decepción del día, mi mirada bajo de nuevo al viejo aparato y el tren se detuvo y al fijarme esa era mi parada, con mayo pesar me coloque de pie y salí del vagón, de nuevo volví a mirar al interior del tren y él miraba en todas direcciones como si buscara algo y allí se fijó en mí y su vista se calmó pero a la ves mostro tristeza, una que se parecía a la mía, esta vez quería que fuera diferente a la anterior, me volví valiente y le regale una sonrisa la que él no tardo ni un segundo en devolver pero de esa hermosa sonrisa no pude apreciar más que dos segundo porque justo en ese instante el tren volvió a estar en movimiento y junto con él se fue ese hombre de ojos misteriosos.
Aunque parezca raro no pensé nunca en mi vida darle una sonrisa a alguien que ni conozco, pero con él era diferente y yo misma lo sabía, pero las dudas siempre estaban en mi mente: ¿Quién es él? ¿Por qué reacciono de esa manera cuando él está cerca?
