Capítulo 22: Investigación mezquina

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—Dame el número del lugar al que harán la investigación respectiva. Le daré seguimiento directo. —Saqué mi celular para apuntar el número. El olor a barro y a podredumbre era intenso.

—Sí señor. —Caminó hacia la ambulancia para poder darme el dato. De inmediato empezó a sonar mi radio de nuevo.

—Steiner habla. —Contesté, tenía muchísimo en mi cabeza.

—Oficial, lo necesito en la comisaría. Tenemos a dos Desvaríos atrapados. —Caminé a los alrededores.

—¿Dos Desvaríos? Mira, ese es un problema viejo, no tengo tiempo para eso. Mételos a la cárcel y ya —gruñí.

—Están dando problema, son testigos de haber visto a Tricia escapar en un auto. —Tragué en seco.

—¿Tricia? Voy en camino. —Caminé hacia Aisha.

—¿Qué pasa? —preguntó reaccionando de golpe al ver que le agarré el hombro.

—Información, eso pasa. Necesito irme de inmediato. Dale seguimiento a los forenses... no quiero que pase lo de hace cuatro años. Sé que lo manejarás bien. —Le di una palmada en el hombro—. Me alegra que estés aquí, nos vemos.

—Sí señor, haré lo mejor que pueda. —Caminó hacia la ambulancia mientras yo me montaba en el auto rápidamente.

Llegué en veinte minutos. Abrí las puertas de golpe hasta llegar a la sala de interrogación. Estaba en la sala antes del cubículo interrogativo, en donde me veía protegido por un vidrio reflectivo. Ellos no me podían ver.

—¿No había nadie más con Tricia cuando escapó? —preguntó el policía. Estaba sentado frente a dos chicos.

Uno era de contextura gruesa, tenía un gorro rojo, algo que no lo esperaba para nada... y el otro era delgado. Reconocí al grueso de inmediato. ¡Era a quien Aisha le había dado a el collar!

—No. Ella estaba sola. —El flaco de cabello negro quitaba la mirada, viendo hacia el techo.

Entré al cubículo.

—Gracias por el aviso, lo tomaré desde aquí. —Me senté frente a ellos. Ambos estaban esposados a la mesa.

—Está bien. —El policía me dio la mano y se retiró.

—¿Más preguntas, o qué? Ya dijimos todo. —Él mismo se recostó en la mesa.

—¿Cómo se llaman? —pregunté inclinándome, viendo a los ojos al flacucho.

—Jael, él es Bucker. ¿Eso es todo? —preguntó en tono de burla—. No hicimos absolutamente nada por lo que nos puedan arrestar.

—Forcejear contra policías, dejar ir a una criminal buscada ¿quieres que siga con la lista? —Me senté bien. Él se rascó la mejilla. Tenía moretones en los brazos, y ojeras grandes.

—Pregunta entonces. Veamos qué tienes bajo la manga. —Se rio de nuevo.

Golpeé la mesa de metal con la palma de la mano. Ambos saltaron del susto.

—No saben con quién hablan. Soy el agente especial Steiner, y hoy, finalmente, se me acabó la paciencia. No voy a estar teniéndole piedad a un par de Desvaríos. ¿Entienden o no? —pregunté abriendo los ojos.

—... al parecer se quieren poner "serios". —Jael hizo otra burla.

Saqué mi pistola, la cargué, le apunté en la cara.

—¿Entienden? ¿O, no entienden? Quiero que seamos claros. —Un silencio dominó la habitación.

—S-sí... —Jael estaba más pálido de lo que era. Tragó.

—Sí. —Bucker habló por primera vez.

—Perfecto. —Tomé las notas del interrogatorio que les habían hecho hasta el momento—. Así que... son amigos de Tricia, si es que se puede decir que ella tenga amigos.

—Somos más que eso, puedes matarme si quieres. No diremos nada. —Jael empezaba a molestarme...

—Bien. Sigamos. ¿Saben hacia dónde se dirigía ella? —Lo único que sonaba era mi reloj, en la muñeca.

—Soy honesto, eso ni yo, ni tú, ni siquiera ella lo sabe. Supongo que ya sabes todo el resto, ¿no? —Jael se volvió a recostar en la mesa.

—El desfile macabro. ¿Qué saben de eso? —Pateé la mesa. Jael se sentó erguido.

—Nada que tú no sepas, algo de la Deep web, un concurso, bla, bla, bla. Como dije, no te puedo aportar nada más. —Tenía una actitud tan... barata... que me daban ganas de desfigurarle la cara.

—Bien. ¿Le diste el collar a Sonnet, Bucker? —pregunté. Ambos se volvieron a ver entre cerrando los ojos.

—¿Sonnet? ¿Quién es? —Jael arrugó la cara actuando terriblemente mal.

Me acerqué lentamente hacia ambos, poniendo una mano en la mesa, y en la otra tenía mi arma. Hablé suavemente, y muy honestamente.

—Una. Sola. Mentira más... y voy a disparar esto. —Tomé mi pistola, la levanté—. Y no será a ti, Jael. Le voy a disparar a Bucker en la pierna hasta amputarla de la rodilla para abajo, sólo para verte sufrir. Tengo todo el derecho a quebrar las reglas aquí, y lo haré solo para ver tu cara de sufrimiento y alimentarme del mismo lentamente... simplemente intentaré a que me des una sola razón más para hacerlo. Te hago la más honesta invitación. Ahora. Díganme absolutamente todo lo que pasaron con Sonnet.

Jael empezó a sudar.

—Sí, se lo di. —Bucker habló directo, no mostraba miedo alguno.

—¿Se lo puso? —pregunté serio.

—Sí. Lo tenía puesto la última vez que lo vi. —Jael volvió a ver a Bucker. No esperaba a que él si respondiera con información.

—¿Por qué Sonnet estaba con ustedes? —interrogué.

—Quiso ser el modelo de Tricia. Esa es la única razón. —Confesó.

—¿Modelo de Tricia? —Me levanté—. Les advertí. Lo siento, pero no estoy dispuesto a más mentiras.

—¡Es cierto! ¡Lo juro! —Jael saltó gritando de su silla—. ¡Él se ofreció como voluntario, Alice lo obligó!

—¿Alice? —Me senté de nuevo—. ¿Qué es todo esto? ¿Cómo saben de Alice?

—Alice y Tricia se odian. No somos malas personas, queremos el dinero del concurso... y Tricia no quería hacer sufrir a nadie. Ella no quería secuestrar a nadie. —Bucker seguía hablando tranquila y directamente—. Eso es todo.

—Sonnet quiere ver a Lyra en el concurso. —Jael estaba muy nervioso, estaba temblando.

—Ajá... —Por mi mente pasaban cientos de ideas... ¿por qué no lo retuve? Sabía que no tenía que confiar en ese instinto de estúpido héroe de Sonnet.

—No sabemos la ubicación del concurso. Nadie sabe esa información. Lo sabremos una vez que Tricia gane y traiga consigo el dinero —argumentó Bucker.

—No me sirven de nada, no tengo información útil. —Me levanté de la mesa, hablé con el policía—. Mételos a la cárcel hasta nuevo aviso. Tengo la potestad de que así sea.

—Sí señor Steiner —él entró.

—¡Púdrete! ¡Esto no se quedará así! —Jael golpeaba la mesa de metal con furia.

Me alejaba caminando por los pasillos de la comisaría, mientras miles de pensamientos rebotaban sin parar. Lo único que me reconfortaba era que poco a poco todo iba saliendo a la luz.

Lo único que me causaba más terror... era que poco a poco... todo iría saliendo a la luz.

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISWhere stories live. Discover now