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River tardó en responderme, pero capté su señal en cuanto la vi. Un sobre azul me esperaba junto con su modificador de vórtice en el buzón.

La nota decía: "Hola, mamá. Usa esto, sólo tienes que usar tu mente para llegar hasta él, siempre fuiste especial, ya lo sabes. Dale recuerdos a mi cariñín." Firmado: Melody Pond

Cogí a toda prisa el modificador, me lo puse en la muñeca y fui corriendo a la cocina buscando un post-it: 'Volveré pronto. Te quiero.'

Rory volvería en un par de horas para comer, sería mejor no darle un susto desapareciendo.

Salí de casa de un portazo. No había nadie por la calle así que avancé y me senté en el columpio que construyó mi padre cuando yo era pequeña. Allí observé las estrellas con el Doctor un día, mientras nos mecíamos en los columpios destartalados.

Cerré los ojos y apreté los parpados con fuerza. Mi mente dio un vuelco, sumergida en mis pensamientos. De pronto todo se volvió negro sin previo aviso. Yo estaba en medio de una inmensa oscuridad, llorando. Pero no era yo, o tal vez sí lo era, pero una niña, y llevaba una maleta pequeña en la mano, como el día en que le conocí. Me dolía la cabeza pero seguí recordando; caminé sin rumbo, no había donde ir, no se veia nada, sólo una luz. ¡Una luz! Una luz verde y un sonido comenzaron a acercarse a mi. Era él, solo podía ser él.

Una mano apareció ante mi, tendida, y la sugeté.

-Pequeña Pond... Ya estoy aquí.

Al acabar la última palabra, de un zumbido, desaparecí de Cardiff, dejando atrás a Rory y toda mi vida, para aparecer donde quiera que estuviese el Doctor. En cualquier lugar en el tiempo y el espacio. Un hombre loco y una cabina azul.

Gracias, River. Pensé para mi.

No me atreví a abrir los ojos hasta que me sentí segura y decidida, pero lo hice. Un frío invernal me agarrotó las piernas, y me las froté con las manos igual de heladas para entrar en calor, cosa que no resultó eficaz.

Miré a mi alrededor y me vi envuelta en niebla y un suelo de nieve sucia.

-¿Dónde podría ir para fastidiar más a Amy? ¡Oh, ya lo sé, a un planeta helado donde muera de frío, genial! -mascullé imitando la voz del Doctor. Reí segundos después de acabar la frase.

A ver, Amy, piensa como el doctor. Eso sonó muy estúpido en mi cabeza.

Comencé a andar sin idea de a donde iba, esperando una señal de mis recuerdos.

One Last TimeWhere stories live. Discover now