Prólogo

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Recuerdo como el sol se traslucía a través de las ramas de aquellos viejos y gigantescos árboles

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Recuerdo como el sol se traslucía a través de las ramas de aquellos viejos y gigantescos árboles. Nuestro auto iba a todo lo que daba por la carretera. Luego de varios desvíos y perdernos entre casas y vecindarios; ahí estaba, la enorme casona blanca con grandes jardines que me esperaba desde hace años, en un pequeño vecindario de Honiton, Devon, Inglaterra.

-Señor Dominic, deténgase, ésta es la casa- exclamó la Madre Florentina. Ella llevaba siendo la encargada del orfanato desde hace muchos años. Como Madre Superiora hacía su mejor trabajo, siempre fue como una madre para mí, sus consejos los llevaré siempre en mi corazón. Hablo en pasado, ya que, un par de ojos amorosos se posaron sobre mí hacía un par de meses.

Con la poca suerte que contamos las huérfanas del Orfanato del Niño Jesús, casi nunca se adoptan niñas con más de cinco años. Pero, ésta vez, la suerte sí que tocó mi puerta.

Aquel domingo de visita de Nuevos Padres. Con mis escasos nueve años, me encontraba en una banca de aquel lugar, jugando con un peluche de oso de colores, de esos  que reflejan en sus ojos la bondad de aquella persona que un día decidió donarlo a la caridad. Estaba acostumbrada a la lástima de los ojos de aquellos padres que entraban buscando niñas pequeñas, casi siempre niñas de meses de nacidas hasta los cinco años. 

Yo pertenecía al grupo de las "niñas mayores", las condenadas al rechazo. Junto a Sabrina, Joana, y Delila conformábamos una unión de amistad increíble a través de los años, cada una tenía su historia; algunas abandonadas, otras maltratadas, de padres drogadictos, y otras como yo, con padres fallecidos y sin familia que respondiera por nosotras. Mis padres eran de la India, y a juzgar por mi aspecto físico, era obvio. Siempre fui de piel morena y cejas prominentes, cabello negro ondulado y grueso. Nada parecida a las niñas del orfanato.

Siempre existía el pensamiento generalizado de que las "niñas mayores" vivíamos traumadas y con rebeldía ante la familia y sociedad que nos cataloga como las "no deseadas", "no queridas".... Que guardábamos rabia en nuestro interior... pero nadie se daba cuenta de lo que yo sentía dentro de mí. Quería sentir el amor cálido de una familia, el pertenecer a un hogar que me aceptara y creciera junto a mí. Y justo cuando creí que debía dejar de ilusionarme y entender que éste era otro domingo como todos los anteriores, fue que sucedió...

Vi aquellos cabellos dorados, que hacían juego con sus hermosos ojos brillantes de color cielo saliendo por detrás de la puerta de la Madre Florentina, esos ojos se clavaron en mi corazón desde ese momento. Supe que frente a mí, se encontraba mi ángel guardián. Sus ojos se posaron sobre los míos y una luz de esperanza brillaba a su alrededor.

ALISHA Un corazón lleno de amorWhere stories live. Discover now