CAPITULO 22

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—Todos los que tengan el permiso firmado deberán comportarse, es un privilegio que también se les puede quitar si su conducta no es la adecuada—la profesora McGonagall nos explicó.

—Los que tienen permiso a Hogsmeade síganme—hablo Filch, el celador de Howgarts—, los demás apártense.

—Profesora, profesora—Harry intentó acercarse a McGonagall.

—Ahora no Potter.

—Profesora, por favor, es que...pensaba que si usted lo firmaba tal vez podría ir a Hogsmeade—la profesora lo miro. Herms, Ron y yo esperábamos pendientes, por si le daban permiso a Harry.

—Lo lamentó Potter pero los únicos que pueden firmar el papel son padres o tutores, yo no puedo—una sonrisa triste de lado se formó y toco su hombro tratando de reconfortarlo—. No puedes acompañarnos—volteo para dirigirse a los alumnos. Harry nos miro y le devolví una sonrisa desanimada.

—Olvídenlo—hizo una mueca y se volteó dirigiéndose al castillo. Suspiré, los tres nos acercamos a los demás alumnos y Herms se despidió de Harry una última vez con la mano pero el estaba de espaldas y no se percató.

—Vámonos—caminamos durante un rato hasta llegar al pueblo, no era muy grande pero era la primera vez que lo visitábamos.

—¡Vamos a Honeydukes! Quiero ver los dulces.

—Quieres comerlos Ron, se sinceró—reímos y cumplimos el capricho del pelirrojo, la tienda era simplemente todo color, dulces por todos lados era fantástico, enserio necesitaba probar algo aunque sea. Compre cubitos de coco cubiertos con helado, fue divertido levitar en el suelo unos segundos pero nada como lo fue volar con Buckbeak y plumas de azúcar tal vez me servirían en algún momento en una aburrida clase, voltee a mirar al pelirrojo pero para entonces el ya estaba comiendo lo que compró.

—Ron, contrólate.

—Hermione nunca te hace caso—reí al ver la mueca de disgusto de mi amiga al ver a Ron comer como si la vida le fuera en ello, pero es que a él si se le iba en ello—. De nada sirve que lo intentes.

—Bueno pero tenemos algo pendiente que comprar ¿no?—Herms me miro.

—Si está aquí—mostré la cajita que contenía la imagen—. Creo que no lo lograré Ron tiene pinta de no querer salir de aquí jamás.

—En eso tiene razón—afirmó mientas metía tres grageas de sabor al mismo tiempo en su boca.

Herms lanzó un suspiro largo, disgustada.

—Anda Ron, es para tu mejor amigo, acompáñanos—jale su brazo, en un intento que estaba resultando fracasado de sacarlo a rastras de la tienda.

—¡No quiero comer! Mi mejor amigo es la comida.

—¡No digas tonterías Ron!—le gritó Herms.

—Ronald....vamos—cerré la puerta detrás de nosotros, bajo sus hombros y suspiro.

—Esta bien....—cruzado de brazos nos siguió a ambas, mientras pasábamos veíamos todas las tiendas, había muchos de nosotros visitando todo con grandes sonrisas en sus rostros, corriendo de un lado al otro.

—Tal vez deberíamos ver si en la Casa de las Plumas venden algo parecido—nos encaminamos al lugar, había distintos tipos de plumas, largas grande y pequeñas, coloridas y tenues.

—Mira esta, esta genial—Ron nos mostró una pluma de color rojizo—. O esta—parecía niño de 7 años mirando todas las plumas con los ojos bien abiertos. Hermione lo miraba divertida con una sonrisa de lado.

—Sécate esa baba—me fulminó y recibí un zape de su parte—Au.

—Ve a conseguir ese marco ya—voltee los ojos y busque entre los estantes algo parecido hasta que lo encontré, en la repisa había un marco bonito de caoba marrón oscura, lo tomé, vi una pluma delgada negra, y me detuve. La mire y la observé de más cerca, era liviana y la punta del tintero se notaba cómoda para no manchar tanto el pergamino.

—¿Te gusta?—me preguntó Herms acercándose a mi con Ron a su lado que aún miraba todo sorprendiéndose al mirar otra diseño completamente nuevo y distinto al anterior.

—Definitivamente, tal vez la compre la siguiente vez que venga—la deje en el lugar donde la encontré y fui al mostrador para entregarle al dueño lo que quería y pagarlo.

—Buenas tardes—saludo alegre—. ¿Sería todo?—asentí y saque las monedas—. Un galeón con siete knuts.

—¿Crees que podría ayudarme a colocar esta foto?, tengo miedo de romperla si lo hago yo—el señor río divertido y estiro su mano, deposite la cajita donde estaba la foto y la colocó de manera cuidadosa en el marco. Ahora si estaba listo.

—Disculpe, podría cobrase esto—Herms enseñó la pluma negra que hace unos instantes estaba viendo yo.

—¿Qué haces?—enarque una ceja, intente arrebatársela pero fue más rápida y la apartó.

—Dándote tu regalo de cumpleaños torpe.

—Dos galeones y tres sickles—Hermione pago antes de que pudiera abrir la boca, le dio una cajita para guárdala y Herms me la paso a mi.
—¡Feliz Cumpleaños!

—¿Es tu cumpleaños?—Ron atónito se acercó a nosotras dejando de ver todo el lugar.

—No, ya pasó—el pelirrojo rascaba su cabeza nervioso, tome la caja y le sonríe abiertamente—. Vale gracias Herms—mire de nuevo al dueño—. Gracias por colocar el marco.

—¿Es regalo?—asentí—. Puedo envolverlo si gustas—sacó un papel gris plateado y comenzó a acomodarlo de forma que no mostrara nada.

—¡Muchas gracias!—guarde el regalo en la cajita y cerré la tapa, nos dirigimos a la salida y nos despedimos del señor con un gesto de mano.

—¡Espero que a tu novio le guste!—grito antes de que cerráramos la puerta, un intenso color carmesí subió a mi rostro, Ron y Herms se miraron mutuamente, luego a mi, volvieron a intercambiar miradas y soltar una sonora carcajada.

—No es divertido—refunfuñe.

La Black que se enamoró de Potter IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora