Capítulo 41 ❝Agallas❞

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[…]

Después de unos cuántos minutos de viaje en aquél cálido taxi por fin llegamos a nuestro destino.

Al estar fuera de la casa procedí a abrir la puerta con las llaves qué había tomado antes de salir al parque con Shawn.

Dí unos pasos hacía adelante, adentrándome a aquella casa, y esperé a qué el castaño imitara mí acción. Al mirar cómo éste había entrado decidí cerrar la puerta por detrás de mí, y hacer un corto contacto visual con aquél hombre.

––Y bien..–– Solté un leve suspiro, antes de decir las siguientes palabras; —Hemos llegado.

Observé cómo el chico me miró directo a los ojos, y seguido le echó una rápida mirada al reloj qué tenía colgando alrededor de su muñeca.

––Al parecer ya es algo tarde, señorita Clark.–– Agregó el castaño, metiendo sus dos manos en los bolsillos de su pantalón. ––Me pregunto cómo se nos habrá pasado el tiempo tan rápido.–– Finalizó, sentándose en aquél cómodo sofá en el qué solíamos sentarnos mí mejor amiga y yo a conversar.

––Me he hecho la misma pregunta, pero en fin, en algunas horas deberíamos estár durmiendo.–– Tomé una pequeña colilla qué se encontraba dentro de un cajón del mueble localizado en la sala, y con ésta misma me hice un sencillo moño.

––Creo qué deberías tener en cuenta qué yo nunca duermo.

––¿Qué?, ¿Cómo qué no duermes?–– Fruncí mi seño confundida, y por unos segundos me quedé anonada pensando en aquella reciente confesión del castaño. ––Sí no lo haces, ésta vez lo harás, creo qué todos en algún momento necesitamos descansar.–– Mascullé caminando unos pasos hacía adelante, quedando justamente enfrente de él.

––¿Ah sí?–– Enarcó una de sus finas cejas, sin separar ni un segundo su mirada de mí. ––Descansar me parece aburrido.

––¿Aburrido?, sí, claro.–– Rodé los ojos, y negué un par de veces con la cabeza. ––¿Habrá algo en éste mundo qué no te parezca aburrido?

––Sí.–– Añadió con aquella voz ronca qué se le formaba la mayoría de veces. ––Cómo por ejemplo, oscurecer cada día qué pase, para qué así no puedas ver ningún rayo de sol en toda tu vida.

––¿Qué?, ni se te ocurra, Shawn.

El castaño me lanzó una mirada retadora, y de un chasquido de sus dedos logró qué el poco de luz qué le quedaba al día se desvaneciera por completo.

Miré por la ventana, y observé cómo el cielo se encontraba con su típico color opaco de todas las noches.

Lo único qué iluminaba ese lugar eran las bombillas qué le daban luz a la sala. Rápidamente miré al chico y negué con la cabeza repetidas veces, suplicándole qué no apagara aquellas luces.

Sus facciones se suavizaron, y una sonrisa casi no visible se formó en sus rojizos labios. Con agilidad el castaño volvió a chasquear sus dedos, y pasó aquello qué no deseaba.

Las luces se apagaron y de inmediato mí piel se erizó, un pequeño escalofrío se paseó por mí columna vertebral, haciendo qué mí cuerpo temblara y los vellos de mis brazos se pusieran de punta.

––Bú. ––Agregó el más alto y un pequeño grito se escapó de mis labios. Cuándo traté de buscar una manera de encontrar luz mis pies se enredaron, y mí cuerpo se balanceó de lado a lado, dejándome caer encima de un saco grande. No sabía específicamente qué era, pero cuándo sentí una tibia respiración resoplar contra mí cuello pude distinguir qué se trataba de Shawn.

Moví mis manos, tratando de buscar el tacto de algo, pero al hacerlo una de éstas tocaron una pierna del castaño.

«¿Qué?, ¿Acaso estoy sentada en sus regazos?»

––Shawn..–– Añadí, tartamudeando con suavidad su nombre. ––¿En dónde estoy?

––Estás sentada en mis regazos, Heather.

Cuándo escuché aquellas palabras, no pude evitar tragar grueso, y apretar mis labios.

––Caíste encima de mí.–– Contestó haciéndome sentir cómo el aire tibio de su respiración seguía chocando contra mí cuello. ––Eres algo temerosa, ¿No es así?

Apreté los muslos de mis piernas con ayuda de éstas mismas, y me limité a guardar silencio.

––¿Podrías prender la luz? ––Pregunté evitando responder a su reciente pregunta.

––No te gusta la oscuridad, ¿verdad? ––Comentó, y seguido de ello pude escuchar cómo una pequeña risilla
se desprendía de sus labios.

––Deberías saber qué no me gusta.–– Respondí quedándome inmóvil, todavía no encontraba la respuesta del porqué no me había movido de allí. ––¿No es qué sabes todo de mí?

––Lo sé, pero me gusta verte de esa manera, nena.

Segundos después las luces de aquella sala se encendieron, permitiéndome ver el perfilado rostro del castaño a escasos centímetros del mío.

––Oh, hasta qué por fin enciendes la luz. ––Añadí con un semblante serio, provocando qué el castaño levantara levemente sus dos cejas. De manera rápida separé mí rostro del de él, y miré hacía otra dirección.

––Deberías saber qué no me gusta la claridad. ––Añadió, diciéndo exactamente las palabras qué mencioné anteriormente. Guardé silencio, y bajé unos cuántos centímetros mí mirada, sin nada más qué decir. Sabía qué se había salido con la suya.

––No quiero conversar más sobre ésto. Siempre sabes qué contestar, y siempre me haces quedar cómo la estúpida.

––Tienes agallas, Heather..–– Añadió a escasos centímetros de mí lóbulo derecho.  ––Sólo te hace falta mostrarlas. ––Cerró con rapidez su ojo derecho, formando un guiño y se removió de aquél lugar, haciendo qué me separara de aquella cercanía qué ambos obtuvimos.

Quedé sentada encima del sillón, mirando cómo mis dedos pulgares jugaban el uno con el otro.

––Supongo qué deberías dormir, una persona humana cómo tú normalmente tendría qué estar durmiendo. ––Masculló el chico, dejando de lado el tema anterior.

––Sí, claro.–– Con sumo cuidado me levanté del sillón, y acomodé un poco mi cabello con ayuda de mis manos. ––Pero tú también tendrás qué dormir, no te saldrás con la tuya.

––Eres ágil.–– Soltó, pasando una mano por su desordenado cabello. ––No tendría porqué aceptar tus ideas, pero por está vez lo haré..–– Hizo una breve pausa. ––Pero antes de eso necesito hacerte una pregunta.

––¿Cuál?

––¿En dónde dormiré?

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La Quinta Habitación »Shawn Mendes«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora