CAPÍTULO IX: Eso hace la convivencia

358 42 11
                                    


Había pasado una semana ya desde la cena de presentación, que de presentación no tenía nada porque ya llevaba al menos unas diez, pero así se manejaba el nombre.

Estaba en el salón en la clase compartida de inglés, al lado de su amigo Beta, quien se veía algo distraído, así que aprovechando eso, decidió llamar su atención.

—De verdad no puedo creer que no hayas ido a mi cena, Kasamatsu —dijo sonriendo de lado—. ¿Qué te quedaste haciendo?

Su amigo volteó a verlo contrariado— No seas irrespetuoso —comentó con voz tranquila. Kasamatsu era un año mayor, pero lo había conocido gracias a las clases compartidas, justo como inglés.

—Solo me preguntaba qué podía ser tan importante.

—Kise, cállate —pidió con voz firme, al rubio no se le hizo raro que su amigo estuviera enojado o que le hablara de esa forma. Así era él.

—Bien, bien —dijo tranquilo. Volviendo a prestar a la clase, la cual se le hacía demasiado sencilla.

Pero algo dentro de él le hacía cosquillas y de una manera no muy divertida. Ya se quería ir a casa, cierto, pero... ¿por qué?

Obviamente a veces se aburría en las clases, pero no hasta el punto de casi querer aventar los cuadernos y correr lo más rápido que pudiera para llegar a su casa. Era demasiado curioso, de verdad hasta sentía un cosquilleo en sus manos de solo pensar en llegar y... y... ¿hacer qué?

No tenía sentido tanto entusiasmo por nada, pero era inevitable.

Así que cuando acabaron las clases, invitó a su amigo a su casa solo a pasar el rato. El trayecto estuvo lleno de gritos de Kise y de regaños por parte de Yukio. Aunque el Beta sabía que algo se traía entre manos su amigo. Se veía indudablemente emocionado y hacía un tiempo que no lo veía de ese modo.

Casi podría decirse que el Omega se veía despampanante con su uniforme azul que daba cierto aire delicado debido a que cada uniforme se hacía dependiendo de si la persona era Alfa, Beta u Omega. Aunque fuera la misma institución, el color era lo único que no cambiaba, pero sí la forma de sus prendas.

Cuando llegaron a su casa, el Omega fue recibido por su sirvienta Hiri, quien sonriente tomó sus cosas y las llevó a su cuarto.

—Vente —dijo el rubio, jalando de la muñeca a Kasamatsu. Se dirigieron al jardín del patio trasero. Ahí habían unas sillas blancas y una mesita de madera—. ¿Quieres algo de beber?

—No, gracias. ¿Qué quieres hacer? —preguntó al tiempo que tomaba asiento.

—Quiero decirte algo muy importante, Kasamatsu —dijo viendo al cielo—. Sabes que... bueno, yo... es que tú sabes que...

—¡Dilo!

Se sobresaltó un poco, pero volvió a enderezarse en su silla— Me ofrecieron empleo.

—Pero si eres estudiante, ¿empleo de qué? —estaba realmente extrañado.

—De modelo —dijo sonriendo—, quieren que pose para una revista de ropa para Omegas. La tercera más importante en el país, ¿sabes lo que eso significa? —preguntó con los ojos brillantes de emoción.

—¿Que... te van a fotografiar?

—Que si les gusto, podré tener un contrato con ellos —Hiri llegó con una jarra de agua y llenó dos vasos.

—No sé para qué me preguntaste si aun así me ibas a servir —dijo Yukio con el ceño fruncido, aunque con todo y su queja comenzó a tomar del vaso.

Medios Tonos (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora