- Más rápido - susurro mientras me agarró de las sábanas.

- ¿Es lo que quieres? - su mano me levanta de la cama y me obliga a mirarlo de frente, ahora nuestros ojos azules se mezclan en un solo campo de visión.

- Si - susurro y lo beso suavemente mientras dirijo sus manos a mi senos obligando a que los presione.

Gruñe con mi acción y me sienta encima de él.

- Muevete lento primero  - aprieta mi trasero y hago lo que me pide.

La sensación me quema por dentro, me tiene aprisionada a su pecho, trato de llevar el mismo ritmo que él, pero es imposible.

- Lo haces muy bien - muerde el lóbulo de mi oreja-. Pero ambos sabemos quien lleva el control - se hunde completamente de un sólo movimiento. Gimo en respuesta era lo que quería y me ha dado esa exquisita sensación.

Nos quedamos un segundo asi, unidos el uno al otro en uno solo. Mi respiración agitada y su cuerpo sudado son reflejo de la intensidad de las cosas que suceden entre los dos, de lo que sucede cuando estamos juntos.

- ¿Porque no utilizas el cuarto de los espejos conmigo?

- Porque aún no estás lista.

- ¿Te parece que no? - enarco una ceja.

- No soy el mismo allá  como acá - señala el espacio entre los dos y me besa suavemente-. No quiero mostrar aún esa faceta contigo mi dulce Alessandra.

- Para mi seguirás  siendo el mismo - peino sus cabellos y le regalo una sonrisa.

Para mi no ha sido sexo, ha sido más que eso, ha sido una noche maravillosa, más que la primera, una inolvidable.

Los rayos del sol se cuelan por la pequeña ranura de la ventana, trato de moverme al notar como un fuerte brazo rodea mi cintura, dejándome fija a esa a cama, retiro la mano del hombre que me sostiene y salgo de allí a hurtadillas, tratando de hacer el mínimo sonido tapándome con una sábana, me reflejo en el espejo del cuarto, mi cabello luce alborotado y hecho un nido, un completo desastre.

Tomo mi ropa y me la coloco, hago un moño en mi cabello, y cuando me dispongo ir hasta la cocina su voz ronca me detiene.

- ¿Huyes como un ladrón en medio de la noche?

- No estoy huyendo – replico en respuesta.

- ¿Creíste que no me había dado cuenta cuando te levantaste de la cama?

- Bueno.. pensé que tenías el sueño pesado.

- ¿A dónde ibas?

- A preparar un poco de café

- Alessandra son las seis de la mañana – enarca una ceja-. ¿Te levantas solo a eso? Vuelve a la cama.

- No tengo sueño, así que hare lo contrario a lo que me pides – me alejo hasta la cocina, busco en la enorme despensa y cuando encuentro el café lo saco de su bolsa, huele deliciosos. Coloco a hervir un poco de agua y a los minutos lo veo ya cambiado con un pantalón deportivo de color gris y su torso al descubierto, su cabello castaño oscuro luce desordenado, pero sigue conservando esa atractiva figura.

Me quedo como una tonta viéndolo, me quedo observando al hombre que tengo enfrente, no puedo creer que me estaba privando de la sensación que se siente el estar junto a él. De la maravillosa sensación que es el tenerlo cerca.

- Creo que el agua está hirviendo – pasa sus manos por su mentón, y señala la pequeña olla en la estufa.

En mi rapidez por bajarla la agarro sin guantes de cocina, quemándome la palma de la mano.

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