Una obra pícara donde Ivonne McCain cumple un papel principal. ¿Y Severus Snape? Bien, el deberá valerse en una "materia" de la cual, no sabe nada.
En el fic anterior, ella era miembro de una orden de elite y dueña de un dragón. Cumplía un papel her...
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El Expreso de Hogwarts hizo sonar el silbato. El recorrido más lento y sofocante de la historia de la magia, por fin estaba terminando.
Lentamente, paró en el andén 9 ¾, donde muchos magos sin magia, esperaban a los recién llegados.
Primero bajaron los magos y hechiceras que habían pasado las 6 horas en los pasillos del tren, por falta de lugar.
Demoraría un buen rato vaciar el expreso. Se había decidido hacerlo despacio, por tandas, para evitar problemas mayores.
Ivonne se asomó por la ventana abierta, solo para descubrir un detalle:
- Los magos pueden pasar por el pasaje, aunque no tengan magia... ¿Raro, no?- Dijo mientras miraba al resto de los integrantes del camarote.
- ¡Es cierto!- Exclamó Sybill- No me había percatado de ese detalle.
A Snape no le pareció extraño que Sybill no se percatara de eso. Era capaz de perder sus gafas, si no fueran tan grandes. Lo que si le parecía cierto, que él tampoco se había dado cuenta de eso.
Por eso se llevaba tan bien con ella; compartían el mismo tipo de mente ágil y observadora.
Y ahí estaba ese curioso camarote. Los gemelos Weasley queriendo salir lo más pronto posible, como si el vagón se incendiara. Luna y Sybill hablando de cosas que rozaban lo demente. Ivonne despidiéndose de todo aquel conocido que pasaba por la ventana; y Severus quieto, sombrío y serio, contemplándose en silencio.
¿Por qué debía ser tan fastidiosamente sociable? Haría retrasar la evacuación del tren...
Podría simplemente contemplar el paisaje sentada en sus piernas. O tal vez no... Le gustaba oírla...
Por fin les tocó bajar. Una mezcla de ansiedad y nerviosismo se mezcló como un cóctel de frutas en el interior del maestro de pociones. Desconocía esa parte de Londres. Su casa estaba en otro lado, en una zona de magos, donde en esos momentos, sólo habría caos.
Los restantes pasajeros se despidieron mientras Severus e Ivonne esperaban su equipaje.
Ella seguía despidiéndose e intercambiando palabras con todos. Comenzaba a cansarlo.
- ¿Quieres calmarte?- Le dijo por fin- No es la última vez que los verás.
Y era cierto. La emoción la tenía a su merced.
- Cierto, disculpa.
Por fin llegó el equipaje en un conveniente carro. Un par de maletas de mediano tamaño, de Ivonne, y un cúmulo de baúles, propiedad de Snape.
- Severus, pareces mujer con tanto equipaje.
- Ya me agradecerás que traiga esto...
- Si tú lo dices... Ahora, sígueme. Te advierto, va a haber mucha gente, así que no me pierdas.
