Capítulo cuatro

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-La única manera en que tengas hijos propios es gestándolos tú...

-No estoy seguro, ¿Cierto?- susurró Harry levantando la vista del suelo y entendiendo la seriedad del director

-No, no lo estas- le confesó- Eres el último de los tuyos y por ende si alguien más se entera de esto serás muy codiciado entre los sangre pura, harían lo que sea por tenerte

-¿Qué hago ahora?

-Tienes dos opciones Harry- le contestó Dumbledore hincándose frente a él con dificultad- Puedes mantenerlo en secreto, continuar con tu vida, y casarte con una linda chica o puedes esperar a que tu alma gemela aparezca y enlazarte con él

-¿Mi qué?

-Los donceles no fueron creados para estar solos en el mundo- le susurró el viejo con una suave sonrisa- ustedes tienen parejas predestinada, es parte de su magia ancestral y es un mecanismo natural de defensa, el enlace mágico-espiritual entre un doncel y su alma gemela es el más fuerte que puede existir y este mismo anula cualquier compromiso o incluso enlaces mágicos anteriores, una vez enlazados nadie los puede tocar.

-¿Y cómo lo encuentro?- murmuró el menor sorprendiéndose a sí mismo, pues a pesar de nunca haber experimentado atracción hacía los hombres, la perspectiva de saber que en algún lugar del mundo había alguien diseñado exclusivamente para él removía algo muy profundo en su interior

-Él llegará a ti- le contesto con esa sonrisa característica que decía que él sabía algo que los demás no- puede incluso que ya le conozcas, pero no le reconocerás como tu otra parte hasta que tu magia este lista...

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Harry Potter suspiró por última vez mientras terminaba de alistar sus cosas, era jueves por la tarde y su cuerpo poco a poco comenzaba a sentir el estrés de los que sería tal vez el peor y mejor fin de semana de su vida, puesto que el día de mañana comenzaría su martirio con el ministro italiano

-Disculpa Harry...- susurró Susan entrando a la oficina con la mirada baja y sin su sonrisa distintiva- El ministro Kingsley te envió esto, al parecer lo necesitaras en Italia

-Gracias Susan- le contesto tomando el sobre que le ofrecía, la miró por un momento analizándole antes de preguntar- ¿Sucede algo?

-Hay rumores sobre ti...- murmuró apenada

-Lo sé

-Bueno... algunos me involucran- contesto quedamente- y eso a mí prometido no le agrada mucho...

-Lo lamento tanto Susan- se apresuró a decir- Si necesitas que hable con él...

-No es necesario- le interrumpió- él confía en mí, pero eso no hace que los comentarios sean menos molestos

-Merlín... lo siento de verdad, ¿Vas a renunciar?

-Lo he considerado- confesó apenada- pero conociendo a los de "El profeta", lo tomarían como una confirmación

-Cierto... Susan, si de verdad deseas irte puedo recomendarte en algún otro despacho, o con alguno de mis conocidos del ministerio, lamento causarte tantos problemas

-Sé que no es su culpa jefe- dijo la chica con una sonrisa triste antes de salir de la oficina

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Ginny Potter se encontraba en casa terminando de preparar la cena de su amado esposo quien llegaría en unos veinte minutos. Se sonrió con ternura mientras recordaba el cálido día que tuvo a lado del ahijado de Harry, hubo un tiempo que el pequeño Teddy Lupin parecía ser suficiente para ellos, en su corazón aquel vacío por jamás poder tener hijos propios se llenaba cada que veía llegar a Andrómeda con su nieto en brazos, podría jurar que ese niño era una bendición para su matrimonio... Pero entonces el niño creció, comenzó a ser más independiente y dejo de desear que su tía Ginny lo cargara todo el tiempo y entonces el vacío en su interior se hizo sentir de nuevo con el doble de intensidad.

La pelirroja no pudo evitar amargarse ante otro recuerdo del mismo día, cuando caminaba por las oficinas de "El Profeta" buscando a su editor y se enteró de todo, Rita Skeeter fue la maldita arpía que inició los rumores sobre su esposo y ella misma alentaba las especulaciones para conseguir "información fidedigna", estuvo a punto de entrar a partirle la cara pero se detuvo cuando escucho a sus compañeros justificando el supuesto romance de su marido, esos idiotas creían que era justo que Harry la engañara ya que ella nunca pudo darle hijos. Sintió su sangre hervir y no podía dejar de pensar que si todos conocieran la naturaleza de su marido se callarían de una maldita vez y su vida volvería a la normalidad, pero ella no podía traicionar a Harry de esa manera, no si quería seguir a su lado como su flamante esposa, y ahora que conocía el origen sin fundamento de aquellos rumores debía demostrarle a el ojiverde que confiaba en él plenamente.

-¿Ginny? ¡Ya estoy aquí!- se anunció Harry desde el recibidor y la mujer acudió a recibirlo con su mejor sonrisa

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Pasaban de las dos en la madrugada y en cierto departamento del Londres muggle una persona se encontraba haciendo maletas, a pesar de saber que se suponía no había riesgo alguno, no podía dejar de pensar en lo peligroso que podría tornarse si alguien les descubría, aun así las ganas de estar solos eran mucho más urgentes pues después de todo, un fin de semana juntos era un lujo que nunca podrían darse.

Los nervios le carcomían y sabía que tal sentimiento era incluso ridículo después de la cantidad de años que llevaban en esta aventura, pero simplemente no lo podía evitar, Harry le trastornaba hasta lo más profundo de su ser, y eso era algo que jamás podría cambiar sin importar que tuvieran diez mil años juntos. Había ocasiones que el ojiverde le podía hacer sentir incluso efervescente tan solo de imaginarle a su lado tal como lo hizo cuando le vio por primera vez...

Harry entró al gran comedor rodeado de todos sus ahora compañeros de generación, todos los niños miraban maravillados la arquitectura del lugar y no dejaban de balbucear y señalar con sus regordetes dedos, sin embargo él no era así, él parecía perderse en el vacío en completo silencio, como si su mente intentara asimilar cada detalle milímetro a milímetro de absolutamente todo lo que le rodeaba, tan solo dejando ver su emoción a través de aquellos grandes, curiosos y brillantes ojos color esmeralda.

Eran pocos aquellos que eran conscientes que el "gran" Harry Potter se encontraba entre ellos, sin embargo para él no fue reto alguno reconocerlo, en cuanto le vio decidió analizare y fue entonces cuando sucedió, sus miradas se cruzaron por tan solo una milésima de segundo y él lo supo, no había manera de explicar lo que tenía en su interior en estos momentos, pero sintió el aire faltarle cuando se dio cuenta que era como si tales emociones siempre hubieran estado ahí, creciendo y madurando tan solo a la espera del momento indicado para mostrarse, ahora solo debía esperar que aquel momento indicado llegara para el pequeño niño que vivió

Con un último aquellamisteriosa persona cerró su equipaje y sin esperar un segundo más se aparecióen una linda casita a las afueras de Florencia, donde solo le quedaba esperarpor su amado.    

La amante de Harry PotterWhere stories live. Discover now