II

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Agarró aquel objeto pequeño de su nueva habitación.
Aquel destello rojo acompañado del sonido no era más que molesto para sus orejas, algo queria enseñarle y no tenia opción.
Salió de la casa y comenzó a caminar por las calles desiertas, el sonido aumentaba de poco a poco mientras él se dirigia a aquel punto rojo que señalaba la pequeña máquina.
No observó su alrededor, simplemente se dirigió a dónde la máquina lo estaba guiando.
Sus pasos era el único sonido que habia en las calles, haciendo que una sensación de frío recorriera toda su columna, aquello ocasionó que el azul se sacudiera bruscamente.
El aparato se calló y este obserbo su alrededor.
Salió corriendo en menos de un segundo.
Y a lo lejos escucho su voz.
Fina y dolida.

[♡■■■♡]

Se levantó rápidamente de la cama, con una capa de sudor en toda su cara, sus pupilas contraídas, sus puás tenzas y más duras de lo habitual.

Observó la ventana abierta de par en par y el movimiento de las cortinas de esta.

Sintió algo extraño.

Se acercó a la ventana, observando como empezaban las lluvias fuertes de invierno, siempre a las mismas horas.

—Son las 3:00 Am —susurró agachando la mirada.

Sintió la brisa fría llamandole, esa sensación de paz que segun él solamente podrian brindarle el clima frío de un amanacer no colorido.

Esa paz perdida, volvió por unos segundos a su cuerpo, sintió la pesadez irse, era como si todo fuera como antes.

Se perdió en él mismo, su mente estaba perturbada, llena de tantos recuerdos, que eran más que solamente eso, simples recuerdos, jamás olvidaria nada.

Y menos si lo que vio no fue exactamente nada.

Cuentan que en realidad el héroe azul se dirigía al taller minutos antes del desastre, este alcanzó a ver al zorro saliendo de su taller mientras lo saludaba sacudiendo su brazo en el aire, en menos de un segundo despúes atrás del amarillo estaba esa luz naranja saliendo desde adentro, cubriendo el cuerpo del zorro sin darle oportunidad de escapar.

Estaba sonriendo en el segundo de su muerte.
Eso era algo que jamás olvidaria.
Su última sonrisa.

Pero eso eran, simples cuentos que pasaban de ciudadano en ciudadano, la mayoría cambiaban parte de la historia, la otra parte seguía con esa teoría, los periódicos decían que el héroe nunca vio al zorro antes de su muerte, que este estaba en otro lugar.

Todas mentiras.
Decían que estaba corriendo.
No corrió.
Decían que actuó en el preciso momento.
Se quedó mirando.
Todos querían creer que su héroe dio todo para intentar salvarlo cuando vio la explosión, que él jamás se quedaría de brazos cruzados.

Y no importaba que estuviera retirado, seguía siendo un pilar para la sociedad.

Era el pilar, era el líder y el líder no puede caer.

Sin darse cuenta sus mejillas estaban llenas de lágrimas, ese líquido salado bajaba rápidamente sin compasión, haciendolo sentir ese apretón en el pecho.

Estaba perturbado...y demasiado.

Volvió su vista a la cama, esas sábanas blancas lo hacian sentir mal, él no hizo nada para intentar salvarlo, era impuro, se quedó de espectador.

Maldito MasoquismoWhere stories live. Discover now