—Gracias por traerme —dije bajándome de la Ranger Rover de Ethan.

—No hay de qué —antes de cerrar la puerta, Ethan habló—. Recuerda lo que te dije —asentí sonriendo, me despedí una vez más antes de cerrar la puerta y entrar al taller.

La campanilla detrás de la puerta sonó cuando entré.

—Taller mecánico de Bob, Bob no se encuentra, ¿en qué puedo ayudarle? —Déjà vu era perfecto para describir la situación. Me encontraba parada como una boba frente a Demon justo como la primera vez que vine. ¿Por qué cada vez que digo que no me acercaré a Demon, el destino o alguna otra fuerza misteriosa decide que no será así? Empezaré a decir que quiero estar cerca de él, a ver qué sucede (nótese el sarcasmo).

—¿En serio no te cansas? —preguntó con voz cansada.

—¿A qué te refieres? —fruncí el ceño.

—De perseguirme —solté una carcajada en lo que dijo eso.

—Vaya, qué arrogante —dije negando con la cabeza—. Para que tu ego se informe, no vine aquí por ti —él levando una ceja, cuestionándome—. Ni siquiera sabía que estarías aquí —aseguré. En verdad no pensé que él estaría aquí, como no estuvo la última vez que vine.

—Entonces, dime porqué decides honrarme con tu presencia —dijo sarcásticamente.

Lo miré mal.

—Vine a buscar mi camioneta —dije simplemente.

Buscó algunos papeles en el mostrador, y leyó algo antes de mirarme.

—¿Nombre? —lo miré como si estuviera loco. Él sabía mi nombre, no era necesario que me preguntara.

—¿Lo preguntas en serio? —me crucé de brazos, incrédula.

—¿Nombre? —insistió.

—Esto es ridículo —me dio una mirada mordaz—. Anabelle Campbell —dije después de suspirar frustrada.

—¿Marca del vehículo? —preguntó mientras rellenaba un formulario, o eso creo que era.

—Es una Ranger Truck Ford F100 —dije.

Él busco en sus registros o algo así y luego anotó otras cosas. Después de pagarle y que él me diera el recibo, lo seguí hasta la parte trasera del taller y me entregó las llaves.

—No le sucedía gran cosa, solo había que cambiarle algunas piezas —me explicó. Yo asentí a todo lo que decía.

Después de decirme todo lo que hicieron a la camioneta, abrí la puerta del conductor.

—Gracias —dije subiendo a la camioneta.

Él solo asintió.

Abrió la puerta para que así yo pudiera salir.

Encendí el motor y emprendí camino a la casa.

Cerca de las cinco de la tarde, luego de haber terminado la mayoría de mis deberes y de haberle enviado mi parte del trabajo a Demon, decidí que era hora de buscar a papá para preguntarle si podía ir a la fogata de esta noche.

Lo llamé y me atendió al tercer timbrazo.

—Hola, pequeña —saludó la voz alegre de papá.

—Hola, papá —lo saludé de vuelta—. ¿Estás en la carpintería?

—Así es, ¿por qué?

—Oh, bien, iré para allá —le informé.

—¿Sucede algo? —escuché que su tono de voz se volvía preocupado.

Sweet Peril. (The Sweet #1) [EDITANDO]Where stories live. Discover now