🌺Capítulo 3🌺

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—Mamá eso solo fue... no fue nada. Me sentía abatida y Mateo solo me otorgó algo de contención, por los viejos años de amistad —le sonrió intentando avalar sus palabras y restarle importancia al asunto.

Carmen rodó los ojos dejando por claro que no se convencía ante esa sonrisa.

La playlist continuó su curso y las primeras notas de Lost On You de LP se dejaron escuchar.

A otro perro con ese hueso, mija... Ambas sabemos que tú siempre lo...

—¿Interrumpo? —la voz de Mateo las sorprendió a ambas provocándoles un ligero respingo.

Charlotte lo observó con incredulidad. ¿Desde hace cuánto tiempo había llegado y qué tanto había escuchado?

—Acabo de llegar, vi la puerta de entrada entornada y decidí pasar. Lamento la intromi...

—Qué cosas dices, mijo. Esta es tu casa —Carmen sacudió las manos al aire con gesto desenfadado— Llegas a tiempo, la cena estará lista pronto.

Mateo le sonrió y con movimiento enérgico se acercó a Charlotte, rozando sus finos dedos mientras le ayudaba a sujetar los vasos que apenas lograban contener sus manos pequeñas.

—Yo te ayudo, Charly —sentenció arrebatándole con suavidad los vasos.

Charlotte pestañeó al escuchar el apodo con el que la había llamado y una agradable sensación se anidó en su pecho al recibir algunos recuerdos de lo mucho que le agradaba en aquel entonces la voz de Mateo cuando lo pronunciaba.

Ahora, esa sensación tan agradable de ese apodo pronunciado por él volvía a renacer de entre las cenizas como el ave Fénix, otorgándole un innegable cosquilleo que recorrió de manera lenta cada una de sus terminaciones nerviosas.

—Lo siento yo... —Mateo escudriñó sus ojos, malinterpretando su silencio.

—No tranquilo, está bien... Teo —los ojos de Charlotte sonrieron por ella, mientras una parte muy interna de su ser disfrutó pronunciar aquellas letras que durante tanto tiempo habían estado sin salir de su boca.

Mateo depositó los vasos sobre la mesa sin romper el contacto visual y se enderezó dando un paso hacia ella de manera casi involuntaria.

—Había olvidado lo bien que sonaba mi apodo, pronunciado por tus labios —clavó su mirada en los ojos azul cielo que parecían conectados a los suyos de manera contundente.

Ella batió sus tupidas pestañas con lentitud, en un vano intento de no perderse irremediablemente en aquella mirada que parecía adorarla como al objeto más invaluable del planeta.

La mano de Mateo se extendió con suavidad en dirección a su rostro y se detuvo antes de rozarla, evaluando sus reacciones.

Nerviosa, contuvo el aire con firmeza durante una fracción de segundos y no le quitó la mirada, señal que Mateo tomó como aceptación de acercamiento, para finalmente rozar con una delicada caricia la piel de terciopelo que tantas ansias tenía de acariciar.

El recorrido de las yemas de él generó un camino de hormigueo que hizo estremecer su piel, totalmente indefensa ante su contacto. Suspiró quedamente, cerrando los ojos para disfrutar de la sensación tan reconfortante que la inundó junto a esa caricia.

—Te extrañaba, Charly. ¿Será que tú también a mí?

La aludida, elevó la vista hasta conectarla con esos ojos oscuros que parecían tener la cualidad de ver a través de ella y develar uno a uno sus pensamientos. ¿Acaso podía realmente ver a través de ella y saber que en su interior también experimentaba ese sentimiento, en aquel preciso instante?

Un Precio Que Pagar ©Where stories live. Discover now