🌺Capítulo 3🌺

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Otorgándole en silenciosa aceptación el tiempo que ella necesitase, Mateo se limitó a contenerla y reforzar el abrazo, mientras una de sus manos ascendió hasta la suave melena para acariciarla con dedicación.

—Tranquila, ya tendremos tiempo para conversar —concilió con voz arrulladora.

Charlotte asintió y se permitió descansar entre sus brazos.

Después de todo era lo único que parecía brindarle paz realmente efectiva en esos momentos.

Con deliberada y extrema lentitud, la puerta fue entornada casi de manera imperceptible. Carmen sonrió ampliamente soltando la manilla tras de sí, y con paso alegre se encaminó a la cocina.


 Carmen sonrió ampliamente soltando la manilla tras de sí, y con paso alegre se encaminó a la cocina

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La melodía de When You SayNothing At All de Ronan Keating inundótodo el lugar.

—Realmente es un gusto tenerte por aquí mija. Desde que tu padre ha tenido su viaje de trabajo, me la paso aquí el último período haciéndome compañía con Naná. Tú sabes que tus primos ya se han erradicado casi todos a otras localidades así que vamos quedando solo nosotros en esta gran casa que es demasiado grande para tan pocos ocupantes. Tus tíos y demás primos de por aquí se niegan a dejar sus terrenos así que nada que hacer.

Carmen revoloteaba por toda la cocina preparando una cena de Mole negro oaxaqueño y el delicioso aroma ya llenaba toda la estancia.

—Lamento no haber venido antes mamá, ya sabes... El trabajo y todo eso. De haber sabido que mis primos ya no vivían aquí me hubiese organizado para visitarlos más a menudo —Charlotte bajó la cabeza con culpabilidad.

—¿Qué manías son esas de disculparte mija? Aquí todos sabemos que tienes muchas responsabilidades y lo comprendemos perfectamente. Cada vez que puedas venir es un obsequio maravilloso para nosotros, eres mi única hija y siempre tendrás mi apoyo incondicional. Además, los viajes de tu padre son muy distantes y ocasionales, estaremos bien —siguió con atención los movimientos de Charlotte cuando está disponía la mesa para dos— Mija, Naná ya cenó hace un rato atrás, pero coloca un puesto más que Mateo vendrá a cenar.

Charlotte dejó caer un tenedor que impactó con un sonido agudo contra un cuchillo que ya se situaba en la mesa.

—¿Y eso, madre? Pensé que habías desistido de una gran cena con el resto de la familia que vive en la localidad, para que tuviéramos tiempo para nosotras.

—Oh bueno es solo que... Durante la tarde fui a buscarte a tu habitación y te encontré abrazada a Mateo. Solo pensé que les gustaría pasar algo de tiempo juntos, después de todo hace bastante no compartían y en tus últimas visitas no coincidieron mucho que digamos.

Charlotte observó con atención el brillo particular en la mirada de Carmen mientras hablaba y su amplia sonrisa no ocultaba su emoción. Conocía de sobra a su mamá y sus dotes de casamentera. Más le valía tenerla en la mira.

Un Precio Que Pagar ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt