Herencia sombría

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—Desde luego, ¿qué otra razón tendría? —Dio una mirada fugaz a Tibor.

Marek notó el gesto. Fue hasta su cochero y le susurró al oído:

—Cambio de planes, encárgate de nuestro amigo inmediatamente.

Él asintió y marchó a ejecutar las órdenes de su amo.

—Después de ti —dijo, devolviendo la atención a Rybar.

Ambos hombres intercambiaron una mirada enigmática. Subieron las escalinatas, la tirantez se palpaba en la atmósfera matutina.

Al llegar a la sala, cada uno buscó con la mirada sus respectivas mesas. Y ya sea por el azar o por una acción premeditada, los dos caballeros fueron ubicados en el mismo lugar. No hubo oportunidad de solicitar un cambio, la estancia estaba ocupada totalmente. Y no era para menos, ese día se anunciaría el ganador que llevaría a cabo la construcción del Museo patriótico de Bohemia.

Muchos eran los ofertantes que esperaban ser los favorecidos. Y esa información solo estaría disponible cuando la obra fuese adjudicada, a menos que hubiera alguna forma de acceder a ella antes del anuncio.

Marek sonrió, autosuficiente. Con dinero y los contactos adecuados nada era imposible. En su maletín guardaba una contra oferta que derrotaría a cualquiera de sus adversarios. Sobre todo, ansiaba derrotar a su competidor principal: Rybar Jelínek. No solo tenía que tolerar que se llevara las mejores obras, también tenerlo como vecino. Incluso hasta mesa estaban compartiendo. Parecía que el destino confabulaba para juntarlos de otras formas.

Desvío el interés a la multitud. Detuvo la vista en un individuo en particular, una cara nada familiar entre los convocados. Evaluó la mirada del desconocido, la misma que estaba detenida en su contrincante.

Rybar y ese caballero hablaban a través de los ojos, en un diálogo apenas perceptible. Tramaban algo, tal como lo había previsto. Esbozó una ligera sonrisa.



Ojos oscuros e inquisitivos examinaban la sala, tratando de no levantar sospechas. En pocos minutos dio con lo que buscaba: su As bajo la manga. Contempló por breves segundos a un hombre de aspecto enjuto, reforzaron el acuerdo a través de la mirada.

Retornó la vista y pilló a Marek observándolo fijo.

—Supongo que tú también tienes un plan B —soltó Rybar, sin rodeos.

—Mis planes no son de tu interés.

—Espero que pueda superar al mío—rio sarcástico.

Llevó un vaso de agua a la boca, sin desviar la vista. Marek era un tipo impulsivo y rencoroso. No solo había heredado los bienes de su parentela, también las rencillas que existían desde antaño entre sus respectivas familias. Con él nunca podía descuidarse aunque hayan llegado a un acuerdo.

—¿Quién es el tipo? —soltó Marek, crudo.

Así era su vecino y contendiente. Detestaba ese trato, pero a diferencia de él, no demostraba la irritación que le producía. Devolver una sonrisa por cada agravio le representaba mayores satisfacciones.

—Pronto lo sabrás.




No transcurrió mucho tiempo para que esa información fuera desvelada.

La voz del director de obras se hizo eco en toda la alquería. La construcción del museo fue adjudicado a la compañía de Rybar Jelínek y su socio extranjero.

El anuncio no agradó a Marek. Esperaba ser él quien se llevara el contrato. Sin embargo, Rybar se quedó con la nueva edificación. Para el insigne burgués solo quedaron las sobras.

CRÓNICAS NEGRAS ©Where stories live. Discover now