—Lo que me interesa saber es ¿por qué detestas a Daniel? Algo muy grande debió de hacerte para que sientas tanto desprecio.

Veo sus facciones cambiar, sus nudillos sobre el volante se tensan, despega su mirada del camino para mirarme directamente a los ojos. Por un momento me arrepiento de entrar en ésta conversación ¿tan malo fue lo que le hizo Daniel? Era como si le mencionaran al mismísimo satanás. Joder, si que me moría de la curiosidad.

—En cualquier momento quizás te lo diga o emborrachame hoy que te lo diré— se ríe.

¿Es broma o que? ¿borracho me lo diría? Tal vez le de algo muy fuerte hoy, con tal de saberlo todo. 

Me di cuenta que estábamos llegando al escuchar una música a lo lejos, en la calle empezaba una fuerte fila de autos.

—Ve entrando mientras yo busco donde estacionarme— dice deteniendo el auto justo delante de la casa.

Con un asentimiento me bajo de éste, incómoda por la idea de tener que entrar sola. La única cuestión que me pasa por la cabeza en éstos momentos es ¿cómo diablos puede estar una música tan alta en una urbanización como ésta? ¿acaso los vecinos no se quejaban?

Alguien me empuja levemente haciéndome salir de mis pensamientos, miro a la chica que lo hizo con vehemencia, me mira y se ríe, cómo si fuese un chiste; decido ignorarla, me imagino que este tipo de estupideces en fiestas como éstas son normales.

Al estar dentro miro todo a mi alrededor sin poder creerlo, han convertido la casa en un bar, en una esquina justo al lado de las escaleras que daban acceso al segundo piso hay una barra montada con toda clase de bebidas, lo supe por la gran variedad de colores que tienen las botellas, hasta una chica hay sirviendo tragos del otro lado. Las luces que se encuentran por todo el sitio también le dan ese toque; hay mucha gente, eso si. Muchos bailan al ritmo de la música por todo el salón, mientras otros se lian en un sofá grandisimo que hay en otra esquina.

Esta noche será una total locura, me digo a mi misma.

Lo único que hago es irme hasta la barra y pedir un trago para bajar los nervios, tengo que agarrarme de algo si no quiero empezar a hiperventilar aquí dentro. Ya en la barra observo bien las bebidas, no sé muy bien que pedir sin emborracharme, no quiero montar una escena esta noche, a veces lamentaba no salir mas a esto de divertirme.

—¿Que se te apetece?— indaga con mala cara.

Recorro rápidamente toda la barra con la mirada mientras le doy golpecitos a la madera con los dedos.

—Lo menos fuerte que tengo es cerveza, cría— suelta con una sonrisa burlona.

¿Ésta que se cree? Le iba a demostrar quien era yo en sus narices, puta.

—De hñecho estoy buscando alguna botella fuerte de esas que acostumbro a ver en bares de verdad, pero solo veo que tienes bebidas corrientes, de seguro la habrás elegido tú con semejante pinta.

Su mueca es cómica, parece sacada de algún programa de comedia. Así se destroza el ego de las zorras. Decido hablar al ver que se queda en silencio, mi cara de satisfacción no tiene precio.

—Sirveme vodka.

En silencio se pone a preparar mi bebida, me fijo con mucha atención en cada uno de sus movimientos no vaya a ser cosa que quiera cobrarme ese comentario que le hice echándole
alguna droga, o peor aún, veneno a mi bebida. En lo que ella hace lo suyo me siento en uno de los taburetes que rodean la barra; si que se supieron preparar ésta gente.

Me dispongo a tomarme mi bebida en cuanto la castaña me la tiende, preguntándome el porque de la tardanza de Alex ¿no habrá encontrado donde estacionarse? Supongo que por eso se tarda tanto. ¿Fabiola y Ángela ya habrán llegado? Saco mi celular del bolso para escribirles un mensaje por separado.

AbismoWhere stories live. Discover now