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Se plantó en el umbral de la puerta. El bar tenía un aspecto tan descuidado que le daba grima. Entró de manera casual, examinó su entorno, y no notó nada extraño; todo lo contrario, los hombres que bebían con tranquilidad compartían anécdotas absurdas con otros tantos. Para ser las tantas de la noches, con tantos borrachos, no habían signos de una pelea; mucho menos de un asesinato.

Fruncio el ceño con molestia, pensó que tal vez Lucian le había tomado el pelo a su hijo. Era imposible, que en esa pocilga se haya cometido tal crimen sin dejar las claras pruebas, ni hablar de afuera, estaba desérticamente impecable, como una calle debe ser a las diez de la noche. Sintiéndose timada, iba a dar la vuelta e irse de aquel lugar, mas una silueta sumamente elegante en el fondo del estropeado lugar, le llamó la atención. Ajustó su vista y divisó a un vampiro, lo que la confundió, púes; Lucian, según Alec, dijo que el victimario fue un licántropo.

Con el porte decidido, digno de los Trueblood, se dirigió al subterráneo. Este estaba custodiando una puerta, asumió, era la salida trasera. Una vez al frente del vampiro, lo reconoció: era Raphael Santiago, el nuevo amigo subterráneo de Alec. Lo conoció hace unos días, cuando él fue a hablar con Alec. Ambos pares de ojos marrones se encontraron, y Maryse pudo ver cierto deje de decepción en aquellos ojos latinos.

–Señora Lightwood, ¿Qué hace aquí?

Maryse sonrió.

–Debería preguntarte lo mismo. Estoy buscando a Lucian.

Hubo algo de entendimiento en los ojos del vampiro.

–Venga conmigo.

Maryse lo siguió. Pasaron por la puerta que anteriormente el vampiro custodiaba. Salieron a la calle de atrás, y Raphael la condujo hasta un vil callejón poco iluminado. Allí se encontraba el cadáver, y Lucian Garroway.

El licántropo se giró al escuchar los pasos, mas sus ojos brillaron en sorpresa al encontrarse con la silueta de Maryse.

Sus ojos se encontraron. Examinaron al contrario, notando las diferencia de la adolescencia abandonada a los brazos de la madurez; cambios bastante perceptibles, que no hacían más que agraciar la belleza de la persona.

Lucian estaba más apuesto y maduro, serio y profesional. Ciertamente, no recordaba con claridad cómo era hace veinte años, mas aún no importaba, el paso de los años fue bastante generoso con él.

Maryse, siempre con su frente en alto, orgullosamente hermosa. Vestía como solía recordarla, pantalones ceñidos, blusas holgadas muy elegantes que pegaban con su porte divino, y chaquetas de cuero; tan su estilo. Lo que le extrañó, púes, hace no mucho admiró de lejos su belleza, y notó sus vestimentas neutras, bastante elegantes; vestido a las rodillas, tacones altísimos, coleta baja y demás joyas que le daban vida al conjunto. Pero pese al cambio abrupto, Maryse seguía igual de bella, el paso de tiempo fue insignicante.

El carraspeo incómodo por parte del vampiro les llamó la atención.

–Ciertamente, señora Lightwood. No la esperábamos.

Maryse sonrió, y no supo porqué, pero sintió sus mejillas calientes; se había sonrojado.

Luke asintió a lo dicho por Raphael, y tomó la palabra.

–Normalmente viene Isabelle.

Ante el nombre de la hermosa cazadora, el vampiro desvío la mirada, y eso, no pasó desapercibido para Maryse. Alzó su ceja divertida.

–Está en una misión.

Dijo la dama, aún mirando al vampiro.

–Jace suele acudir, también.

–Está ocupado.

–Alec siempre viene...

–Muchos deberes.

–O algún otro cazador...

–¿No estás feliz de verme, Lucian?

Soltó con gracia.

Luke negó, también, divertido.

–No es eso. Sólo no esperaba que vinieras. Según sé, por Alec, siempre estás en Idris.

–Ya no. Me cansé de eso, y me encontré extrañando blandir la espada. Así que he me aquí.

Intercambiaron una pequeña sonrisa.

–Entonces, es un gusto.

–Bueno. – habló Raphael.– Mi acotación aquí ha terminado, me retiro.

Dicho eso, con una breve despedida, Raphael se fue.

Maryse se acercó al cadáver, y agachándose un poco, examinó por encima las heridas.

–Esto...

–No fue hecho con las intenciones de convertirlo en uno; lo ha matado aposta. – aclaró, a sabiendas de que ella lo dedujo.

–¿Sabes quién es el lobo?

Negó. – El olor no me suena, debe ser un forastero.

Maryse torció la boca en una mueca. Repasó el cuerpo de la víctima, una y otra vez.

–Debería llevarlo al instituto, cuando Isabelle llegué podrá praticarle una autopsia, y sacarle algunas muestras de saliva en las mordeduras.

Luke asintió estando de acuerdo.

–Por cierto, ¿Si había un revuelo por la pelea, cómo es que a ningún mundano parece importarle que uno terminó muerto?– interrogó Maryse, mientras le enviaba un mensaje de fuego a Alec.

–Por eso estaba aquí Raphael. Alec le pidió que viniera y encantara a los mundanos.

Frunció su ceño. –¿En serio? Raphael no tiene porte de hacer favores...

Él se encogió de hombros, restándole importancia.

Al cabo de unos minutos, llegó Alec junto a dos cazadores más, quienes llevaban consigo una camilla. Alexander dio la orden, y sus subordinados pusieron el cuerpo en la camilla, cubriendo el cadáver en el proceso.

–¿Descubrieron algo?

Preguntó el ojiazul.

–No mucho. – dijeron al unison Luke y Maryse, la última se sonrojó con la acción.

Alec alzó una ceja en son de confusión, ante la reacción de su madre.

–Bien. Madre, espero con mucho entusiasmo un excelente rendimiento por tu parte, en este caso.

Dijo con solemnidad, mostrando cuán orgulloso y ansioso estaba de ver a su madre resolver un caso como este.

Maryse le sonrió, pero no supo si fue con profesionalismo o en son maternal.

–Por supuerto.

Luke carraspeó, llamando la atención de ambos cazadores.

–Aunque ya no es asunto de la policía mundana, –empezó algo nervioso.– Tienen mi colaboración para lo que sea.

Ofreció, y Alec lo consideró.

–¿Estás de acuerdo, madre? ¿Aceptas su ayuda?

Maryse parpadeó sorprendida, y casi chilló la respuesta.

–Sí.

Alec asintió satisfecho, mientras que su madre y el licántropo intercambiaban una pequeña sonrisa.

Baby Steps.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora