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Eran pasadas las diez de la mañana. La señora Park estaba sentada en su silla, finalizando un tejido que había comenzado días atrás. Una vez que terminó, miró lo que había hecho con una sonrisa, se paró y caminó hasta quedar frente a su pequeño hijo, quien ya tenía siete años. Se agachó hasta quedar de su altura y acarició sus regordetas mejillas.







—Jimin, tengo una sorpresa para ti, bonito.

—¿De verdad? 

—Así es. Cierra los ojos.







El chiquillo obedeció, y mordió su labio inferior, emocionado. Sintió que le habían puesto algo encima, y cuando volvió a ver, llevó sus manos hacia su cabeza. Notó que ahora tenía un gorro de lana. Otro más para su enorme colección. Suspiró.







—¿Otro más, mamá?

—Bueno, ya sabes... —metió un mechón de su pelo detrás de su oreja— quería que tuvieras uno nuevo.

—Pero es verano. Tengo calor —hizo un puchero.

—Dijiste que querías salir a dar un paseo, y sabes que sólo puedes salir si cubres tu cabello. No podemos dejar que la gente lo vea.







Jimin asintió con la cabeza, y su mamá besó su frente.







—Diviértete.

****************

Jimin no creía que tuviera mucho sentido salir a dar un paseo con las condiciones que ponían sus padres.

"No hables con desconocidos".

"No hables con otros niños".

"Nadie puede ver tu cabello, así que jamás quites tu gorro".

"Si alguien quiere hablarte, sea quien sea, vete y no digas nada".

Suspiró. Toda esa situación lo venía frustrando desde hacía unos años, cuando comenzó a comprender las palabras de sus mayores. Sabía que todo era para estar a salvo, pero por primera vez en su vida, pensó en cómo se sentiría si los desobedecía. Así, mientras se perdía dentro de su propia mente, se dio cuenta de que ya había atravesado el bosque que quedaba cerca de su casa, y que había llegado al río. Se sentó a la orilla y miró hacia adelante mientras escuchaba el sonido del viento y de las aves. Dichos sonidos lo relajaban, y hacían que se olvidara de todas sus preocupaciones... excepto lo que oyó a continuación.







—¡Ayuda!







Parpadeó un par de veces y miró a su alrededor. La voz provenía de un lugar más lejano. 







—¿Hay alguien?







Jimin cerró bien fuerte sus ojitos y negó con la cabeza. Quería ir y ver de qué se trataba, pero también recordaba muy bien las reglas de sus padres.







—¡AYUDAAAAAAA!







Miró de nuevo hacia su izquierda, de donde provenía la voz, y mordisqueó sus uñas. Se paró y corrió sigilosamente en aquella dirección. Una vez que llegó, se escondió detrás de unas plantas para poder observar mejor sin ser visto. Un niño no mucho más grande que él se encontraba en el suelo. Tenía cabellos negros, piel blanca como la nieve, una nariz redondita, ojos pequeños, y se veía asustado. Miraba a su alrededor, en busca de alguna persona que pudiera socorrerlo, pero no había nadie más... al menos no para él. Su labio inferior comenzó a temblar, y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro.

The light on you [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora