Capítulo 3: Muro

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Cada vez al joven Zuko se le hacía más interesante la chica, le había sorprendido como habían peleado tan bien juntos, pues se había sincronizado de manera natural y espontanea. Záthura había comenzado a entrenar todos los días en la proa, bien no tenía tierra qué manipular, pero al menos podía practicar sus posiciones, ya que, el pequeño incidente le hizo dar cuenta que estaba fuera de forma.

En el barco no había gran cosa que hacer, en especial para el príncipe quien no disfrutaba de jugar Pai-cho con su tío, así que su único entretenimiento tenía que ser ver a la maestra. Se deleitaba con la figura femenina que ella dejaba expuesta debido a su ropa de entrenamiento, que consistía en un top ajustado y una falda peculiar, el atuendo dejaba poco a la imaginación y en evidencia su prominente busto, el cual no era muy notorio bajo su vestido habitual.

-¿Puedes limpiar tu baba?- le reprochó la maestra a Zuko, para luego soltar una risilla.

El príncipe se aclaró la garganta, notablemente incómodo.

-No te estaba viendo- declaró descarado.

-Claro, esa cara de idiota seguro era por Jing que está allá atrás- se burló señalando al marino que se encontraba ordenando unas cajas de provisiones.

-¿Siempre crees que puedes ser así de impertinente conmigo?- soltó el pelinegro socarrón -te recuerdo que tú eres solo una campesina y yo soy un príncipe.

-Quizás sea una campesina, pero no soy un adolescente malhumorado- respondió perspicaz -su majestad- añadió haciendo una reverencia, como cereza del pastel.

-¡Haz lo que quieras!- gritó Zuko retirándose, hastiado de la chica, definitivamente siempre encontraba la manera de sacarlo de quicio.

Záthura se reprochó así misma, pues cada vez que se prometía que sería amable con él se le salía un comentario de ese tipo, que sabía le hacía hervir la sangre al principito.

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Esa noche Zuko estaba nostálgico, pensaba en su padre, su antigua vida, en su vieja habitación, en su madre.

La extrañaba demasiado, sin dudarlo, si ella hubiese estado su vida no fuese tan desdichada como ahora. Pensaba en los patos-tortuga del lago del palacio y también en esa vez que su madre le señaló las constelaciones en el cielo nocturno. De repente sintió la necesidad de verlas y por eso caminó hasta la proa.

Era la hora de la cena y la tripulación estaba en el comedor, sin embargo, no le apetecía, de momento solo quería cumplir su capricho de ver las estrellas, por lo que la se encontraba solo; solo, a excepción de una maestra tierra que estaba sentada recostada de la pared del castillo de proa.

- ¿Qué haces aquí?- cuestionó Zuko.

-Viendo el cielo- le respondió sin cavilación y con un tono dulce que ella nunca había usado para él.

Se sorprendió por su aptitud, le pareció incluso agradable, por lo que decidió sentarse a su lado, quizá por una vez pudieran estar en paz.

-¿No deberías estar cenando?

-No, ya comí mientras cocinaba.

-Hmm- fue lo único que respondió el príncipe.

Záthura estaba concentrada en observar las estrellas y por primera vez, desde que la conoció se quedó examinando su rostro, nunca lo había visto con detenimiento y se encontró con unas adorables pechas que adornaban sus mejillas y parte del tabique de la nariz.

-Me encanta ver las estrellas, ¿A ti no?- soltó ella luego de un largo silencio.

-Solía verlas con mi madre.

-¿De verdad? Suena divertido- y le dedicó una amplia sonrisa -realmente me encanta ver las estrellas- añadió luego nuevamente.

-¿Y hoy no cantas?- preguntó Zuko, con la esperanza de oírla nuevamente.

-No, me lo prohibiste ¿lo recuerdas?

-No era en serio- respondió en tono serio, desilusionado -además ¿desde cuando haces caso a lo que te digo?- soltó perspicaz.

-Tienes razón- rio dulcemente -para la próxima te cantaré algo- prometió, haciendo que las mejillas del maestro fuego se enrojecieran levemente.

-¿Sabes?-inició la pelirroja -quería hablar contigo, es muy oportuno que estés aquí.

-¿Hablar?- preguntó el joven curioso.

-Si, he estado pensando en lo que discutimos en la tarde.

Entonces la cara de Zuko se encendió en rojo vivo.

-¡TE DIJE QUE NO TE ESTABA VIENDO!

La morena se sorprendió y en seguida dejó escapar una carcajada.

-No eso- decía sin poder parar de reír – lo que hablamos después de eso.

-¿De que eres una campesina?- soltó, sintiéndose extrañado de que quisiera hablar de eso.

-No, lo que dijiste un poquito antes de eso- susurró con un tono suave, Zuko pensó que era melancólico -que no debería hablarte de esa manera. Tienes razón.

El príncipe abrió sus ojos por el asombro y ninguna palabra pudo salir de su garganta, tampoco sabía que decir al respecto. La pelirroja lo vio fijamente y sintió cierto cosquilleo, desde que lo conoció había pensado que el obstinado azabache era muy guapo y la luz lunar lo hacía lucir demasiado agradable a la vista.

-Quiero disculparme, por molestarte, pero es que es muy divertido hacerte enojar- se sonrió.

-N-no sé qué decir- respondió sincero, porque no se decidía si sentirse molesto o feliz.

-Yo tampoco sé porque lo dije- alzó los hombros -pero de repente sentí que debía ser sincera contigo.

-Pues esta Záthura me agrada más- confesó el príncipe.

La chica sintió un calor subir a sus mejillas y como su estómago se revolvió ante el gesto.

-Eso me hace muy feliz- sonrió ampliamente. Después de unos segundos ella inclinó su cabeza, como meditando si era correcto decir lo que pensaba a continuación -voy a ser muy honesta ahora, eso realmente me hace feliz.

Algo en Zuko se removió incomodo en su lugar al escuchar sus palabras y recién se había dado cuenta de cuanto le gustaba verla feliz.

-Siempre suelo aparentar quien no soy, con comentarios sarcásticos y todo- dijo ella riéndose de ello -pero lo odio- agregó más seria.

-¿Y si lo odias por qué lo haces?

-Porque tengo miedo, Zuko.

-¿A que le temes?- preguntó intrigado por la maestra tierra.

-Al dolor- respondió de inmediato, con la vista fija en la luna, sus ojos se achicaban hasta dejarlos rasgados y de alguna manera él se sintió identificado -es un muro que creo, porque mi verdadero yo es demasiado sensible.

-¿Y cuál es?- salió de su garganta, intentando no parecer ansioso, pero en ese momento sintió que quería saber todo de ella.

-¿Te gustaría conocerme?- se atrevió a proponer, esa noche se sentía valiente e impulsiva y no sabía hasta donde quería llegar.

-Suena interesante- fue lo único que pudo articular, causando una leve decepción en ella, pues esperaba otra respuesta de su parte, pero se sintió satisfecha, solo por haber tenido el valor de decirle todo aquello.

Fuego y Tierra [Zuko x OC]Where stories live. Discover now