Capítulo II: Persecución

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―Melissa... ―susurró Aya. Debía estar cerca.

Echó un vistazo al resto de las puertas. Todas eran camerinos. Alguno debía ser el de Melissa. Estaba segura de que encontraría alguna pista allí. Se encaminó de nuevo al fondo del pasillo, inspeccionando el letrero de cada puerta, hasta que lo encontró. Cuando puso su mano en el pomo de la puerta un chillido la alertó. De atrás de una caja que había en el suelo, salió una pequeña rata. Aya retrocedió. Siempre había detestado las ratas, pero se dio cuenta de que esta se comportaba de manera muy extraña. El roedor se acercó a ella dando tumbos, como si estuviera ebria. Se detuvo a solo unos pasos de distancia y chilló de nuevo, pero no fue un chillido común de rata, sino un sonido parecido a un gruñido. Aya se estremeció y se alejó lo más que pudo.

La rata empezó a retorcerse de dolor y fue aumentando su tamaño poco a poco, hasta alcanzar el tamaño de un perro grande. Sus patas se convirtieron en unas enormes garras, al tiempo que la piel se le caía a pedazos en ciertas partes del cuerpo. El hocico se le alargó junto con sus dientes, haciendo un sonido viscoso. La piel debajo de los ojos se le estiró tanto que se convirtieron en dos trozos colgantes de carne viva. Y también la cola le creció, casi al doble de su cuerpo, dividiéndose la punta en tres partes que se agitaban sin parar. Aya tuvo que llevarse una mano a la boca para aguantar las ganas de vomitar.

La rata, ahora mutada en un horrendo monstruo visceral, se abalanzó sobre Aya, que esquivó por poco el ataque. Entró corriendo en el camerino de Melissa e intentó cerrar la puerta, pero el monstruo empezó a empujarla. ¡Sí que tenía fuerza! Ambos forcejearon unos segundos, hasta que el monstruoso roedor introdujo su cola desollada por la rendija de la puerta y empezó a agitarla para golpear a Aya. Ella se cubrió el rostro con el brazo para no ser lastimada.

Sin embargo, de las tres puntas de la cola surgieron unas llamaradas que la convirtieron en un mortal látigo llameante, impactando a la policía en su hombro izquierdo. El dolor hizo que soltara la puerta. Esta se abrió de par en par y la rata se preparó para saltar de nuevo sobre ella, pero antes de que lo hiciera, Aya levantó el arma y abrió fuego. El monstruo se movió rápido y de un salto entró en el camerino, trepaba por todos lados intentando esquivar los disparos, hasta que cayó dentro del armario y se enredó en la ropa que había allí colgada. Aprovechando el momento de confusión, la chica salió de la habitación. «Vamos, tranquila... concéntrate. ¡Puedes hacerlo!» se dijo a sí misma, mientras se plantaba de frente al camerino y apuntaba con su pistola en dirección al armario. La rata se zafó del amasijo de ropa y se agazapó por tercera vez para atacar.

―Vamos infeliz... ―dijo Aya con el monstruo ya en la mira― Ven por mí.

La criatura se lanzó con furia contra ella y al tenerlo casi a un metro de distancia, Aya disparó dos veces y le acertó en el hocico. Este cayó al suelo con un gruñido agudo, dio una fuerte sacudida y dejó de moverse. Acto seguido, se diluyó hasta quedar convertido en una masa humeante, viscosa y amarillenta, cuyo hedor inundó todo el camerino. En ese momento se escuchó el sonido de un piano. Provenía del final del pasillo, en el que había una puerta doble.

―Melissa ―dijo Aya jadeante, sujetándose el hombro lastimado.

«Si esto es una pesadilla, ya quiero despertar» dijo en su mente mientras caminaba decididamente hacia la puerta. La abrió y examinó el lugar con cuidado. Era una enorme sala de ensayo, los pisos eran de madera pulida y la pared del fondo estaba en su totalidad cubierta por un gran espejo. Estaba muy bien iluminado y muy limpio. Y en la esquina izquierda, al fondo de la sala, se encontraba Melissa, sentada y tocando un gran piano, como si nada estuviera pasando. De no haber presenciado todo lo que vio, Aya habría pensado que era una persona normal practicando con su instrumento favorito. Y lo hacía de maravilla, la melodía que tocaba era suave y muy melancólica.

Parasite Eve: La Novela del VideojuegoWhere stories live. Discover now