Capítulo I: Combustión

663 14 12
                                    

Corría la temporada decembrina del año 1997, en Nueva York. La ciudad estaba helada debido a las nevadas de las últimas semanas. Los centros comerciales y las tiendas eran un caos gracias a la gente que dejaba las compras navideñas para última hora y salir a las calles en aquellos días, realmente requería valor y mucha paciencia.

La mañana de la víspera de navidad, el Recinto 17 del Departamento de Policía de Nueva York amaneció hecho un desastre, más que de costumbre. Los oficiales corrían de un lado a otro llevando gruesas carpetas con papeleo tedioso, el jefe Baker lanzaba gritos y regaños a diestra y siniestra por cosas que debían haber estado listas dos semanas atrás, los teléfonos sonaban como si no hubiera un mañana y todos hablaban de lo genial que la pasarían aquella noche. Entre todo aquel alboroto, una hermosa oficial novata de policía tenía su cabeza apoyada sobre su escritorio, mientras revolvía su cabello. Su nombre era Aya Brea.

Al ser de madre japonesa y de padre americano, Aya había heredado un hermoso cabello rubio y un rostro con rasgos casi asiáticos, aunque lo que más llamaba la atención, eran sus bellos ojos azules. Con apenas veinticinco años de edad, Aya había comenzado a ejercer como detective en el Departamento de Policía hacía tan solo seis meses. Ya se estaba acostumbrando al papeleo, pero no había tenido mucha experiencia en las calles. Sin embargo, siempre estaba preparada para todo.

Aquella mañana, se encontraba en un dilema, debido a Alexander, un chico adinerado que conoció en una fiesta organizada por el alcalde de la ciudad. Alexander quedó flechado en el momento en el que la vio y desde entonces, no dejaba de llamarla y dejarle mensajes pidiéndole que saliera con él. Aunque lo consideraba apuesto, definitivamente no era su tipo. Aya no sabía cómo había obtenido su número telefónico, pero eran las nueve de la mañana y el sujeto ya le había dejado tres mensajes en su contestadora, rogándole por una cita para celebrar la Nochebuena.

Aya no tenía familia, había pasado casi toda su vida en hogares adoptivos. Nunca conoció a su padre. A la edad de 5 años, estuvo involucrada en un espantoso accidente de tránsito, en el que su madre y su hermana fallecieron, casualmente en época navideña. Todo esto hacía de la navidad un período bastante depresivo para ella. Y a pesar de haber sido siempre una chica bastante solitaria, con la insistencia de Alexander y las pocas ganas que tenía de quedarse en casa sintiéndose melancólica, estaba considerando aceptar la invitación. «Quizá sea un buen chico» pensó. Su teléfono sonó por cuarta vez. Era él.

―¡Qué insistentes son los hombres cuando desean algo! ―dijo al contestar el teléfono.

―No seas cruel ―contestó Alexander sonriendo― ¿Cuántas veces en la vida pueden ofrecerle a una chica una velada romántica en una noche navideña? ¡Es Nueva York! Esta ciudad anhela ser recorrida. Vamos, ¿Qué dices?

Antes de responder, Aya vio un periódico doblado en el escritorio de al lado. Lo tomó y detalló un anuncio que resaltaba en la sección de eventos, con la foto de una mujer bellísima y de cuerpo escultural que posaba de manera dramática. Lo leyó rápidamente:

GRAN RECITAL DE ÓPERA EN NOCHEBUENA

«Esta noche todos los amantes de la ópera tendrán una oportunidad de oro para disfrutar de un inolvidable concierto navideño, en el clásico Carnegie Hall. La obra, titulada "Amor en Tiempos de Hoguera", presentará el debut de Melissa Pearce, una nueva cara en el mundo del espectáculo. La cantante protagonizará esta nueva obra, que promete deleitar a los más exigentes...»

La nota seguía con la descripción del espectáculo. Por un momento, Aya experimentó una extraña sensación que desapareció cuando Alexander le habló de nuevo.

―¿Hola? ¿Sigues ahí? ―preguntó con el mismo tono sonriente.

―Sí, aquí estoy ―respondió Aya. No se lo haría tan fácil―. Está bien.

Parasite Eve: La Novela del VideojuegoWhere stories live. Discover now