Parte 9

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¿QUIÉN MANEJA...

¿Quién maneja los tiempos y desórdenes de este tránsito de almas en pena? ¿Por qué un segundo de plenitud dura menos que eso y no se recupera y un segundo de dolor hiere toda la vida? Aprendí a esquivar las cornadas de la depresión, a someterla de a poco hasta volver a la tranquilidad. A veces no es fácil salir del silencio de un domingo a la tarde. Demasiados recuerdos se vuelven en contra y no respetan la dignidad que me queda. Se aprovechan de un amor que fue y no siguió. Se aferran a otras calles y tironean con saña las fibras más sensibles de mi alma. Hay que cerrar los cuadernos que ya no se dejan escribir y dibujar en páginas nuevas con los colores más rabiosos. Hay que plantarse con pie firme en el arco y atajarle el penal a la muerte ventajera. Y gritar de alegría por haberle ganado la guerra a la nostalgia y a los que nos meten la pata en cada jugada de gol.


ABBEY ROAD

En lugar de deshojar margaritas cruzo saltando las sendas peatonales de Abbey Road. A cada rectángulo blanco una sonrisa, a cada senda-pétalo una misma respuesta: mucho. Cada salto es un beso que le doy y no importa si hoy no está conmigo porque siempre vivió dentro de mí. Es la soga que me rescata del pozo y viene con acordes de Beatles y un lunes de noche y panqueques pegados en una sartén. Hay una historia escrita con música que espera convertirse en piel con piel.


ERROR

Creo entender mi error. Voy como cazando mariposas, encerrando todo en etiquetas, en frascos con principio y fin, midiendo el tiempo todo el tiempo. Y descubrí que la vida se disfruta al revés, con las mariposas volando, el tiempo fluyendo sin relojes y el mar desparramado a su antojo.


LA GOTA

Madrugada. Una gota de agua se aferra a la punta colgante del cepillo de dientes. No cae. Está allí, supongo, desde hace dos horas. La descubro cuando entro al baño, antes de dormir. La observo. Inmóvil, a punto de caer pero perfectamente adherida al mango del cepillo. Alpinista líquido jugando en las alturas. Suicida sin público esperando el momento de morir.

Latitud 38 SurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora