14. Ojos esmeralda. | Eden Hazard.

Start from the beginning
                                    

— Gracias por preguntar, la verdad que no, yo igual los escuchaba por todos lados y no. Ahora mismo no estoy buscando novia pero, si te confirmaría que me enamoré de una chica de ojos esmeralda. — me sonrió luego de esas palabras. — Eso es...

— B-bien, la última. ¿Crees que sea posible tu llegada al Bernabéu como dicen muchos en España?

— Estoy, muy, muy contento con el Chelsea, tengo muchos proyectos dentro, quiero como todos ganar una champions league, y ese es mi propósito ahora. No, no pisaré el Bernabéu ni me vestiré de blanco. — se burló de las palabras.

— Muchas gracias por tu tiempo Eden, espero que les vaya muy bien ahora a tu selección con este trofeo que sin duda, festejarán a lo grande.

— Un placer la verdad. Muchas gracias. — miró a la cámara. — Gracias a los aficionados, a mí familia, les mando un abrazo. — saludó con cariño y siguió su camino con más reporteros que esperaban su presencia.

Me despedí de mis compañeros en el estudio y Mario apagó la cámara, estaba tan feliz de haber hecho mi trabajo que siento, me salió genial.

— Muy bien, ¿eh? — me felicitó el chico.

— Gracias, que raro es tener a alguien famoso en minutos y luego, adiós. — le comenté en voz baja. Se río de mí al escucharme, tomó el micrófono y lo guardó en la pequeña mochila de sus espaldas.

— Disculpe, ¿usted es la joven Delia Rodríguez? — preguntó un hombre de chaleco y pantalones cortos.

— Sí, ¿quién es usted?

— Adolf Lagnter, el representante del futbolista Eden Hazard. — me tendió su mano formalmente y la tomé impresionada. — Por favor sigame, el jóven requiere su presencia.

Dejé al camarógrafo fuera de los vestidores en donde yo misma había entrado con una pequeña bolsa que colgaba de mí hombro, no me creía estar dentro de este lío. ¿Había hecho algo malo?

Los vestidores de la selección se había quedado completamente sólo a excepción del hombre de gran edad, yo y supuestamente, el jugador Hazard.

— Los dejaré solos.

Adolf salió por la puerta en la que habíamos entrado y cerró. Me giré para buscar al que me había llamado en todo esto, nisiquiera me llamaba la atención estar dentro ahora sólo tenía miedo, ¿qué si alguien me veía? Harían un escándalo.

Dí un paso hacia atrás y resbalé por pisar un charco de agua y una toalla húmeda. Ugh, si había dolido.

— ¿Estás bien?

— ¿Ehh? — ví como se acercaba el jugador con una toalla enrrollada a la cintura, seguramente salía de las duchas. Qué cuerpo el que se carga, pensé.

— Te ayudo. — me tendió la mano que acepte sin chistar. Con su fuerza me levantó del suelo, mi atuendo había quedado un desastre. No sé si estar enojada o no. — Eden Hazard. — me tendió su mano como saludo, de nuevo.
— Eso ya lo sabía, hace un rato de entrevisté. — lo miré rara pero acepté su saludo.

— Si, es cierto. — se pegó levemente la frente. — Yo mismo te había llamado, ¿cuál es tu nombre?

— ¿Llamaste a una reportera cualquiera para saber su nombre? — me crucé de brazos.

— No eres cualquiera. — abrió un locker con su nombre en él y busco una camiseta. — Me llamaste la atención. — sonrió, sus ojos azules me habían gustado con su persona.

— Creo que esto está mal, ya me iré. — fruncí el ceño. ¿Una jugador? ¿Una reportera? No, eso sólo en las películas y novelas. Intenté darme la vuelta y salir de allí, pero sin tanta espera sentí la fuerte mano de Eden en mi antebrazo, obligándome a girar a él.

— No está mal. A menos que tengas novio. — dijo. — ¿Lo tienes?

— No, pero, ¿qué pasa contigo? ¿un futbolista enamorado de una periodista? — volví a preguntarme si era posible. — Deberías salir con una modelo o algo así.

— ¿Me crees así? — preguntó con una ceja en alto. Con una camiseta blanca de nike y unos pantalones cortos, ahora se colocaba unos tenis deportivos. — No necesito ese tipo de chicas.

— Estás loco.

— Por tí.

Lo miré detenidamente, sus barba lo hacía ver un chico muy atractivo luego de su buen cuerpo, sus ojos llamativos, su lenguaje muy a su estilo. De verdad era muy apuesto, en cambio yo, mi cabello largo castaño, ojos verdes no tan brillantes, no tan delgada pero de buen cuerpo, ¿era una broma?

— Tu vas a ser mi chica. — se levantó hacía mí. Tomó mi mano sin permiso y con fuerza me jaló a él, estaba atónita. — Mi chica de ojos esmeralda.

Stories football. Where stories live. Discover now