2. Escúchame | Lucas Hernández

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2.

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— Pues vale, les presento a Gemma, la nueva chica fotógrafa del club. - habló el técnico, Simeone. Con una mirada rápida a todos los jugadores les saludé. — No quiero enterarme de líos con ella, ¿bien?

Después de una buena charla con él, me presenté a cada uno de los jugadores. Un tío en especial, de lindos ojos azules.

- Antoine, un gusto.

- Gemma, el placer es mío.

Se despidió hechando una última mirada y sonriendo muy extrañamente. La forma que dijo mi nombre, me trajo un pequeño pedazo de mí, me hizo vivir un flashback de un vago recuerdo.

- ¡Gemma!

Escuché como llamaba por mí nombre.
No podía creer que lo había visto con mis propios ojos, en nuestra propia casa, se río de mí. Me sentía tan inútil, haberle creído todo este tiempo, me hizo pensar que era la única.

Me odiaba, ¡de verdad me odiaba!

- Gemma, por favor. - tomó mi hombro haciéndome parar. Lo quité inmediatamente, me sentía tan traicionada, el chico que amaba de verdad me fué infiel, con su propia ex.

- No te atreves a tocarme otra vez. - le grité con rabia. Sentí el impulso de darle una buena paliza. Mis ojos llorosos no me hacían nada fuerte, pero tenía que serlo.

Sus ojos me vieron con sorpresa. No portaba nada a excepción de unos boxers que, en algún otro momento, me hubiera gustado ver. Ahora, no creía el show que me había armado

- Escúchame, ¿sí?...

- ¡Escuchar qué, Lucas! - grité con sarcasmo. - ¡Joder, que lo he visto yo! No me vas a negar semejante idiotez.

Negué mirándole de pies a cabeza. Nunca me hubiera imaginado que él hiciera eso. ¿Con qué propósito? ¿No tenía suficiente conmigo?
- No te atrevas a buscarme en tu vida, no quiero verte ni en pintura. - lo señalé, su rostro no podía expresar más tristeza que el mío. - Eres un imbécil, no sé cómo pude haber confiado en tí.

Con demasiado fuerza de voluntad, salí de esa casa. No quería nisiquiera voltear a verle. Me resigné a pensar más en aquella última vez

Sacudí mi cabeza tratando de concentrarme. Después de algunas palabras más con el técnico, me llevaron a conocer lo que sería, mi propia oficina de trabajo. Me dieron algunas instrucciones y normas, algo normal pero un poco pesado.

Salí junto a los directivos al campo para comenzar mi trabajo, sentí la mirada sin disimulo de Antoine. Le volteé a ver y me saludó con su mano, seguí prestando atención a algunas palabras del presidente y me volví a centrar.

Al día siguiente era mi primer día completamente bien. Con puntualidad llegué a mi oficina y me instalé mejor, algunos chicos del cuerpo técnico me dejaban trabajos de oficina. Anotaciones, apuntes que pasar a la propia página, etc.
En una de ellas que logró mi atención más de lo debido, leí por completo.

"...ésta tarde se deberá tomar una sesión de fotos al nuevo integrante del club; Lucas Bernard Hernández, este trabajo quedará a cargo de la directora en fotografía actual del club..."

Me llevé las manos a la cabeza. Él, no podía ser el mismo Hernández que conocía. No podía cruzarme con él otra vez.

Con un tono completamente inmaduro, quería desaparecer, necesitaba una buena mentira para salir de aquí. Me negaba verle otra vez, no iba a controlarme si lo llegase a ver de nuevo.

- ¿¡Gema, estás ahí!? - tocaron la puerta detrás. Un escalofrío me recorrió por el cuerpo. Era mi jefe de supervisión y apoyo, Adrián.

- S-sí, adelante... - tomé la misma nota que leía y me concentré en la computadora. Tenía todos los nervios de punta, era mi primer día y no quería dar una mala impresión.

El hombre abrió la puerta de madera y pasó, traía consigo un sobre amarillo. Fué lo único que ví de reojo.

- Tengo un trabajo para tí, un chico que viene a tomar las fotos para la presentación del club, entonces te traje los ejemplos que harás con él. - tendió el sobre encima del escritorio, me quedé estática. - Ahora entra, espero que salgan bien. No me decepciones. - me miró por última vez, y sonrió, quisiera no fallarle, pero de tantos chicos que pudieran venir, me trajo a éste, ¿enserio?

A la par de su salida, entró él. El mismo Lucas Hernández que había visto la última vez, sólo que mucho más cambiado, que va, nunca se le quitó lo guapo. Pero no me valía pensar en eso, él me había mentido.

- ¿Gemma? - musitó, si antes los nervios me carcomían, ahora sí que había pasado a más.

- Oh, Lucas, no te recordaba. - intenté ser amable, pero creo que actuaba super mal. Lo miré unos minutos, ¿de verdad me seguía gustando?

- Gemma, cuanto tiempo... - escuché su voz alegre.

- Venga chico, no estoy para platicas. Éste es mi trabajo, ahora, colócate por allí. - señalé al gran fondo verde. le respondí sin darle importancia. Por supuesto que me gustaba verle, pero las cosas nunca quedaron bien. Sólo iba a ignorarlo.

Luego de un par de horas de intenso trabajo, me tomé un pequeño descanso para ver las fotos en la cámara. Me sentía satisfecha, esperaba que les gustara mi esfuerzo. No dejaba de pensar en lo que sería su vida ahora, se volvió a ver un chico carismático, alegre.

- Sabes que lo único que no vas ignorar es mí voz. - habló a mis espaldas. Me giré a verle un momento. No tenía camiseta, producto de que se cambiaba por una de cuadros, seguía siendo el chico de cuerpo trabajado. - De verdad, necesito hablar contigo.

- ¿Sobre qué, Lucas? - fruncí el ceño.

- Lo que ocurrió esa vez. - le costaba decirlo y mirarme. Eso me demostró al hacer una mueca. - Te juro que fué un vaivén, y lo sé, tienes muchas razones para odiarme.

- No puedes sólo pedir perdón y ya, de verdad me dolió, Lucas. - contesté, mis ojos ardían.

- Pero sí que puedo hacer esto.

Fruncí el ceño esperando a que dijera algo más. Se acercó a mí y me tomó con una mano de la cintura y otra la entrelazó con los dedos de mi mano. Miré a sus ojos, me sonrió tiernamente con mucha calma se acercó a mis labios y me besó.

Unos labios que extrañaba, al chico me seguía gustando después de lo que me había hecho. ¿Cómo era posible? Realmente la había pasado mal.

- Te juro por Dios, que te voy a hacer la mujer más feliz.

Pero ya me sentía feliz estando con él. No necesitaba más nada.

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