Trop tard, vampire

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Segunda parte.

La guerra estaba terminando, y el señor Butterfield no sólo se conformaba con hacer un espléndido trabajo atacando, sino que ahora también ayudaba a los civiles a salir de lugares que seguían en peligro.
El se encontraba con su caballo, en un lugar casi desierto pero se encontraban algunas casas en ruinas.
En eso, ve a una mujer; vestida con un elegante vestido bordo y el pelo recogido. Se acercó a ella.

- Me presento dama, soy Asa Maxwell Thornton Farr Butterfield. - Se presento el muchacho, bajando del caballo.- Me gustaría ayudarla a salir de aquí, está en una zona de peligro.

La  mujer sólo lo miro con unos magníficos ojos elegantes, y habló.

- Lamento tanto esto, espero que pueda perdonarme.

- Señorita, ¿A qué se refi-...?- Asa no pudo terminar de hablar, ya que  la mujer se tiró sobre el cuello de Butterfield con sus ojos rojos, como el infierno; porque en eso se convertiría su vida, ahora.

No lo mató.

Lo dejo en el piso, condenandolo a su nueva vida eterna.

Horas después, quizás días; se levantó. Sediento de sangre, un poco aturdido, agradeció que en el lugar no se encontrará nadie, porque no hubiera sobrevivido.
Pero escuchó un ruido.
Su caballo. Su caballo seguía ahí.
Lo miro, miraba el cuello y no se resistió.
Lamentó la pérdida, pero supo que era mejor que matar a humanos.
Corrió con tanta facilidad y rapidez, que  en unos minutos ya se estaba adentrando en lo profundo de un bosque. Busco y busco. El sabía que había una cabaña ahí, la vio cuando volvía al reino luego de su primera guerra.

Ahí estaba. No era perfecta y estaba un poco destruida. Nada que un vampiro no pudiera arreglar,  ¿Verdad? Entro, el lugar tenía mesa y sillas de madera, una chimenea, una habitación para dormir y algo parecido a un baño.

Se tendría que  acostumbrar.
Es su vida.

...

Pasaron un año y medio, cuanto podía controlar su sed; había costado, quizás más de lo supuesto, pero lo había hecho. Necesitaba volver al reino y plantarle su situación a la princesa, la razón de su desaparición y que no podía casarse con un monstruo, en el caso que lo siguiera amando.

El reino seguía igual, gente moviéndose por todas partes, carretas, mercados, establos y todas esas cosas que en algún momento, fueron su vida. Sus ojos revoloteaban en todas las personas que pasaban, podía controlarlo, ya lo había hecho, todo estaba bien.

Vio el puesto de vestidos de la señora Wilfrid. Le habló, mientras que tapaba su cara con el sombrero.

- Buen día, quería preguntarle algo, soy nuevo en el reino y...

- ¡Oh, un gusto! Soy Rose Wilfrid-. Se presentó la mujer.- ¿Qué le gustaría saber?

Asa lo pensó unos segundos y preguntó.

- ¿Qué sabe sobre la princesa _____?

La mujer al oir el nombre de la muchacha, se escandalizó.

- ¡Oh, pobre alma en desgracia! ¡Yo era tan cercana a ella! Todos los días le preparaba un vestido nuevo, tan bella y dulce; ¡Tenía que escaparse, tenía que hacerlo! - Gritó la señora Wilfrid, Asa trató de callarla, la  verdad que lo último que quería hacer era llamar la atención.

- Señora Wilfrid, se lo suplico, pare. ¿Qué es lo que ha pasado?- Preguntó desesperado el caballero.

- ¿Qué, que ha pasado? ¡La princesa está muerta! - exclamó la mujer. Cuando Asa se convirtió en vampiro, supuso que llorar se había quedado en el pasado; que equivocado estaba-. Dicen que se escapó y la asesinaron, no se encontró su cuerpo pero si, grandes cantidades de sangre y carne.

Asa se paró formalmente, agradeció por la información y se despidió.
Cuanto entró en la cabaña, se derrumbó, jamás se había derrumbado. Como jamás se había enamorado, pero ese amor ahora estaba muerto y no había nada que el pudiera hacer. Sólo admirar el collar con el diamante azul que le quedaba de su amada. Lloro y se lamentó por años.

Actualidad

El vampiro, se vestía elegantemente, tal como su "madre" lo había pedido. Bueno, lo que está pasando, es que luego de 50 años siendo vampiro, se entera que debe ser asignado a una casa con otros vampiros. Para poder fingir una vida normal.
Hoy, era un día especial, era el cumpleaños 769 del jefe de vampiros, lo que le daba gracia a Asa. ¿Festejar cumpleaños? Pensé que los vampiros eran más inteligentes que los humanos.

Cuando estuvo listo, bajó a la recepción, ahí estaban; Emelie, su madre, George, su padre y Annie, su hermana. Bueno, no lo eran pero con el tiempo te acostumbras. Todos elegantes.

- ¿Me han esperado mucho? -. Preguntó Asa, Emelie lo miro y sonrio.

- No, no tanto.

...
La elegante casa del jefe de vampiros, podía ser considerado castillo. Había vampiros hablando y otros bailando, como cualquier fiesta humana. Pero vio algo que lo hizo parar todo, sus ojos no revoloteaban, no se derrumbó, ni lloro. Sintió que su corazón latía, llevando la ilusión en el pecho, camino cautelosamente entre los invitados. Ella reía, como si nada de esto le hubiera afectado, como si estuvieran en 1884. Pero no lo estaban, cuando vio las bandejas con vasos de sangre. Ella se movió hacia la mesa y la siguió.

- 200 años llorando por tu pérdida y estas aquí, sufriendo mi mismo infierno-. Habló el ex-caballero, sorprendiendo enormemente a la muchacha, que cuando lo vio, sus ojos se criatalizaron.- No llores, por favor, me culparia demasiado si lo primero que causó en ti es tristeza.

La princesa bajó la mirada y sonrió.

- No ha cambiado nada, señor Butterfield.

Asa busco en su bolsillo derecho de su traje, y saco, la gran muestra de amor que había quedado entre ellos.

- Creo que esto le pertenece, princesa-. Habló elegantemente Butterfield, mostrando el collar de diamante azul.

- Y yo creo que esto le pertenece-. Contestó la princesa, mostrando una medalla.- Debo admitir, señor Butterfield, que estoy muy decepcionada de usted.

-Vaya, y yo que estaba tan feliz de volver a verla. ¿De qué he decepcionado a mi princesa?

- Has estado 200 años aquí, y ni me fuiste a buscar-. Declaró la muchacha.

- Pensé que estabas muerta.

- Señor Butterfield, pensé lo mismo de usted. Y sin seguir las recomendaciones de mi hermana sobre quedarme en el castillo, me escapé y salí a buscarlo.

Asa se sorprendió, ella estaba ahí por si culpa.

- Lamento tanto esto, debería irme. Me disculpo, nuevamente.

La  princesa lo miró incrédula y lo agarró del traje, acercándolo y besandolo; tal como lo había hecho hace 200 años.

- Supongo que ahora puedo casarme contigo, sin tener que pedirle permiso a tu padre-. Habló Asa y rieron, sólo para volver a besarse.

............
Debo admitir que me inspire en la historia de Jasper Hale.

¡Espero que les haya gustado!

Si hay errores, mandenme un mensaje.

Aѕα Bυттεяƒιεld • Oиε Sнσтѕ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora