Capitulo treinta y cuatro

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Me había dicho que me quería, Justin Bieber había admitido que me quería. Sonreí de una manera que me dio pena, que me dio vergüenza. 

-¿Qué?  - pregunte asegurándome de lo que había dicho.

-Te quiero.

-¿De verdad me quieres?

-De verdad te quiero.

Y supe en ese momento que no quería escuchar nada más, solo eso. Me conformaba con esas simples palabras salidas de la boca de Justin. Lo abracé por el cuello acercándome a su cuerpo, el hizo lo mismo y sentí el calor de su cuerpo viajar hasta el mio de una manera realmente espectacular. Ya no  quería nada más, ni siquiera respirar, Dios mío, Justin me quería y lo había admitido después de bastante tiempo y de unas 30 veces que habíamos tenido sexo (exagero).

-Tengo que preguntarte algo - dijo alejándome de ese rinconcito en mi cabeza que me recordaba lo feliz que era. 

-Dime

-¿Haz estado cuidándote? - pregunto con cara de espanto.

-Pastillas, claro. ¿Por qué? - pregunté insegura.

-No quiero que quedes embarazada, no estoy listo para cargar con un problema todavía. - dijo con tono seco.    

Sentí un golpe horrible en el estómago cuando dijo eso, aunque no sabía por qué, no pensaba tener hijos con nadie por el momento, y si lo hacia, era seguro que abortaría, no me quedaría con un bebé apenas teniendo dieciocho recién cumplidos. 

-Bueno, estoy algo cansado. Ven - dijo señalando su regazo.

Me aventé a su cuerpo con delicadeza quedando atrapada entre sus brazos musculosos y su pecho marcado. Acaricié la linea de vellos que se le marcaban justo debajo del ombligo y sonreí. Estos vellos me causaban algo extremadamente excitante. 

-¿Te gustan? - preguntó algo divertido.

-Me fascinan. 

Mordí mi labio inferior y subí la mirada para encontrarme con la de Justin.

-¿Me das un beso? - le pedí como niña pequeña. Negó con la cabeza. 

-Tú dámelo - reclamó.

-No - hice un puchero y le saque la lengua. 

-Oh, vamos, no seas orgullosa y dame un beso - bufó.

-Dámelo tú - pare la trompita esperando a que sus labios tocaran los míos, pero en lugar de eso sentí sus labios en mi frente. - Más abajito - le pedí, casi implorándole. 

-¿Ahí? - dijo besando mi nariz.

-Un poco más abajo - cerré mis ojos.

Ahora sus labios besaron la comisura de mis labios. 

-¿Ahí esta bien? - preguntó.

-Vamos, sé que tienes mejor puntería. 

Escuché una pequeña risa.

Y entonces sus labios tocaron los míos. Frenéticos y deseosos, los míos fueron devorando los de Justin con lentitud pero con bastantes movimientos que invitaban a Justin a seguir más allá. 

-Oye... ¿Sabias que hoy tienes que ir a la escuela? - dijo sobre mis labios. ¿Por qué demonios hacía eso? Justo cuando íbamos a tener sexo nuevamente. 

-¿Enserio? Yo no siento como si fuera lunes. 

-Créeme, lo sentirás en un rato. 

Deje de besarlo y me recosté en su regazo, no quería separarme de él.  

Sex InstructorWhere stories live. Discover now