—¿Por qué estabas soportando todo solo? ¿Eso querías?

Dave no respondió. No sabía qué quería. Bajó la vista a sus brazos raspados, con algún que otro hematoma del color del universo, y se preguntó si habría traído la pomada de hospital.

—Ese desgraciado ya tenía una orden de alejamiento de su pareja anterior —le dijo; Dave, a quien no le interesaba, tomó el vaso para bebérselo de un trago—. Mañana tienes que ir a declarar.

—¿Y él?

—No lo verás mientras de mí dependa. Mírame a los ojos, Dave. A ese animal le hemos puesto cadenas.

Dave apartó el vaso vacío.

—¿Y mamá?

—Le están haciendo la autopsia —contestó su padre—. ¿A ella también la agredía?

—Sí. Y no hicisteis nada. Sois unos putos hipócritas.

Ángel no cambió de expresión: se mantuvo estático, viendo los ojos castaños de su hijo relampaguear, hasta que el chico apartó la vista, tan apretados los dientes que se le hundieron las mejillas.

Ninguno había dormido esos días, pero Ángel había ido a trabajar sabiendo que la madre de su hijo se había matado; casi dos minutos transcurrieron antes de que suspirara:

—No sabes cuánto siento lo que ha pasado —dijo, y Dave bufó. No lo miraba porque lo intimidaba—. Sé que hablarlo costará, pero tendremos que hacerlo tarde o temprano para que yo pueda ayudarte.

—¿Cómo piensas obligarme a hablar?

El tono sorprendió a su padre, que se mantuvo inexpresivo.

—No voy a obligarte. Hablarás cuando tú quieras.

Dave no supo si aliviarse. Le resultaba demasiado ridículo para ser cierto y se le ocurrió que podría estarle mintiendo; sin embargo, en lo más hondo de su ser, había notado la presión del pecho desaparecer.

—¿Qué me vas a hacer?

—Nada. —Ángel, extrañado, tomó su vaso—. Solo quiero que duermas y comas.

Dave no separó los labios. Tenía miedo, mucho miedo; Egea le había enseñado a tenerlo. Se retorció los dedos y esperó alguna orden.

Su padre había cambiado tanto que no lo reconocía. Pero Ángel no pensaba esclavizarlo y, viéndolo inmóvil, le preguntó de nuevo si quería comer.

—¿Seguiré yendo al instituto? —cambió el tema Dave.

—Sí, te llevaré yo. —Ángel frunció el ceño—. Hijo...

—¡No soy tu hijo! —se hartó al fin Dave, casi alzando la voz—. Te largaste, me dejaste solo por meterte a una secta. ¿Crees que se me ha olvidado? Mamá no te bastó, para ti yo no existo. ¡Y lo entiendo, porque estoy hecho una mierda por dentro y por fuera! ¿Por qué no me pegas un tiro y te libras de mí también?

Dave salió de la cocina.

Aquel hombre se había ido hacía cinco años como si él nunca hubiera nacido y jamás podría perdonárselo. No quería conocerlo, ni saber sus motivos, ni con cuántas mujeres había engañado a su madre. Su plan era gritarle hasta desesperarlo, para que lo dejase sin comer y lo golpease hasta matarlo.

Lo que más se le antojaba era dejar de respirar.

Se metió a duchar con tal de no pensar en cómo suicidarse. Agarró ropa limpia de su cuarto y se encerró en el baño. Sus nervios volvían a tensarse, carcomiéndole la conciencia, pero abrió la llave del agua y su agarrotada espalda se relajó.

𝐃𝐚𝐯𝐞 (EN FÍSICO)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن