11. Ángel guardián

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Durante casi cinco minutos, Dave estuvo expulsando vómito blanco. Su madre le había preguntado a Egea si estaba loco a gritos, pero él se dio la vuelta hacia ella y, molesto, le pidió que dejase de chillar.

—¿Qué necesidad había de esto? —contestó ella—. ¡Míralo, se encuentra mal!

Dave había cerrado los ojos. Sintió a su madre tomarle un brazo para ayudarlo a levantarse, pero él no se movió del escalón. Desprendía un hedor tan agrio que su madre tuvo que apartarse para retener las arcadas.

—No tiene nada —replicó Egea—. Tu hijo siempre se mete donde no lo llaman y, por lo que veo, solo aprende a golpes.

—A golpes no aprende nadie —repuso Lorena, enderezándose.

—Eso lo dices porque eres mujer —espetó él, molesto—. Deja que me encargue de él y no exageres. No le haré daño, te lo juro.

Los labios de su madre se sellaron.

El corazón de Dave se paró una milésima de segundo cuando se vio alzado entre los fuertes brazos de esa bestia; Egea apretaba tanto que Dave endureció el cuerpo para que no doliese. Quería rogarle a su madre que no lo abandonase y el pánico paralizó sus cuerdas vocales.

Egea metió a Dave al baño, en el piso superior, y lo sentó sobre el frío suelo de baldosas, contra la pared de la bañera.

Dave había bajado la vista.

Egea agarró la pequeña toalla colgada junto al lavabo, la humedeció bajo el agua del grifo y se hincó a limpiarle la boca al chico.

—Cada vez que te veo, me dan ganas de escupirte —masculló; el muchacho apretó los párpados cerrados para que sus espeluznantes ojos pardos no lo petrificasen—. Sabes que te mereces mucho más que esto, ¿verdad?

Dave no tenía energía para mover la lengua, pero bastó que le cruzara la cara de un guantazo para espabilarlo.

—¡Responde, idiota!

—Sí, sí.

Prefería asfixiarse hablando que ganarse otro más fuerte, sin importar cuánto se le retorciera el alma. Las náuseas navegaban por su paladar como si quedase algo que devolver.

De pronto Egea, que se había enderezado satisfecho, lo puso en pie, tirando de uno de sus brazos como si fuera a descolocárselo, y se echó al muchacho al hombro, para lo cual casi le quebró una costilla. Lo cargó hasta la habitación y lo acostó de cualquier manera en la cama.

Antes de irse, echó la vista atrás una vez más e hizo una mueca de lástima.

—Veremos quién es el hombre aquí, amigo.

・❥・

Dave no asistió al instituto al día siguiente. Cuando Cristina regresó la tarde anterior a las seis y cuarto, se encontró con que su padrastro se había ido al gimnasio porque tenía libre y su madre estaba preparando la cena.

Le preguntó si Dave no cenaría con ellas y su madre respondió que estaba enfermo. Cristina debió de poner cara rara, porque su madre la miró de reojo y suspiró:

—Lleva toda la tarde vomitando.

Su hermano no solía enfermar, pero la niña se lo creyó. Y a la mañana siguiente, cuando se marchó sola al instituto, sin que su madre le permitiese entrar a la habitación de su hermano a ver cómo estaba, comenzó a preocuparse.

Su madre se ocupó personalmente de ayudar a Dave a levantarse y alcanzar el baño tan pronto como Egea salió a trabajar a las ocho menos cuarto.

Que el muchacho faltara después del aspecto de los últimos dos días no solo intrigó a sus amigos, sino que también llamó la atención de Ciro Santos y Jill Ros.

𝐃𝐚𝐯𝐞 (EN FÍSICO)Where stories live. Discover now