Capítulo 39

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Era muy de mañana cuando los diez jóvenes yacían recostados en el césped mirando a modo de despedida, el maravilloso cielo nuboso que la ciudad de Londres les ofrecía. Entre ellos se percibía una indrscriptible aura de familiaridad y optimismo en lo que se miraban los unos a los otros. Dentro de poco tendrian que partir nuevamente a New castle y retomar sus clases, pero a pesar de no ser fanáticos de la idea, impresionantemente, no había ni uno que no pensase que seria lo mejor. Por la mente de los chicos desfilaban diferentes pensamientos y desvarios, pero todos miraban en la misma direccion y eso los conectaba de alguna dudosa, pero significativa manera.

-¿Que haremos al volver a Way Colton Roberts?- Marinette fue la primera en romper el reflexivo silencio entre ellos.

-Seguir con la rutina, supongo...- objetó el mayor de los Agreste, recibiendo una negativa por parte de Eugene.

-¿De que serviría?- pregunto con desagrado la platinada mirando a su novio.

-No lo sé, supongo que para complacer a nuestros padres- se encogio de hombros el contrario.

-Ese es el problema- intervino Eugene incorporándose entre los nueve cuerpos restantes -Estamos tan ocupados de lo que pasa a nuestro alrededor, que olvidamos que es lo que realmente queremos, piensenlo, la muerte de Nanna es como una señal...

-¿Como de que?- inquirio el de ojos felinos al morocho. Para ese punto de la conversacion, todos parecen haber sido sacados de us burbujas mentales y estar totalmente trasladados a la charla.

-Pues... de que no podemos estar todo el tiempo intentando complacer a los demas, porque..
La vida se los va... Piensalo, Jack- se dirigio al de los ojos zafiro - ¿No seria fantástico el poder concretar todos los planes que tu Nanna dejo pendientes? Ella habria querido eso, además, seria una manera de mantener su recuerdo vivo, digo.

El peliblanco que parecia conmovido, lo miro y pareció meditarlo unos segundos antes de contestar, bajo la expectante mirada de todos.

-Podrías tener un punto.

-No, no podria, lo tiene- argumento sonriente la pelirroja de ojos turquesa.

-Vamos, Jack, no se pierde nada- le siguio Anna.

El aludido se limito a sonreir conmovido reprimiendo sus lágrimas y asintio.

-¡Perfecto! Ahora volveremos al internado, sonreiremos y viviremos nuestra vida al máximo- ladró Hiccup.

Kristoff, quien se habría mantenido al margen la mayor parte de la conversación, sonrió y extendio su mano al centro.

-¿Por Nanna?- dijo una vez obtuvo la mirada confundida de todos, quienes al comprender las intenciones del rubio, se sentaron agregando sus manos al saludo que el primeramente nombrado les ofrecía.

-¡Por Nanna!

Y en alguna parte del cielo, donde los majestuosos angeles reposan, Nanna sonrió.

El internado (Jelsa, Adrinette, Mericcup, Kristanna) (ES UNA HISTORIA VIEJA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora