Capítulo XXII: Regreso a Alaska

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-¿Es que no te alegras de volver?-Matt tuvo que alzar la voz para que pudiese escucharlo entre el sonido de las olas chocando contra el casco del esquife.
-La última vez que estuve aquí-le grité-casi mueres en mis brazos.
El frío polar de Alaska me arrancaba lágrimas de los ojos vidriosos. Estaba cubierta por un grueso anorak que casi no me permitía moverme. Una braga me cubría el cuello y me ocultaba la boca y llevaba el gorro de lana apretado hasta la nuca. Estaba hecha una bola en un rincón de la pequeña lancha que nos había transportado desde el puerto de Hoonah a la Isla de Chichagof. Alaska era todavía más bonita en invierno: las costas estaban heladas, cubiertas por una capa de hielo gris, la nieve no había llegado a Browntown, pero las cumbres nevadas se alzaban imponentes tras los pinos y los cedros, a través de una fantasmagórica capa de niebla. El cielo era de color ceniza, con unos finos copos de nieve danzando al ritmo frenético del barco. Avistamos la isla a la hora de embarcar. Matt se puso de pie de un salto, tambaleándose para mantener el equilibrio hasta que consiguió agarrarse de un cabo de proa. Llevaba el abrigo abierto y la cremallera del cuello del  forro polar desabrochada. El viento le ondeaba los rizos plateados. Tenía los ojos vidriosos y los labios cortados. Las mejillas y la nariz enrojecidas. Su mantenía muy erguido, con la espalda recta y los hombros abiertos, parecía un jarl vikingo en la proa de su barco preparándose para un saqueo. No podía descifrar en que estaba pensando: tenía la mirada expectante y la boca entreabierta, pero no parecía mostrar una emoción concreta. Matt se debió percatar de que le observaba, se volvió levemente hacia mí y me tendió la mano. Como pude me puse de pie, intentando mantener el equilibrio para no caer por la borda. Rodeé a Matt por la cintura y apoyé mi cabeza en su pecho mientras un brazo protector me sujetaba por los hombros. Llevaba tantas capas de ropa que apenas podía sentir su calor corporal ni el latido de su corazón. Ya casi habíamos llegado, se avistaba el humo de la casa principal, donde había estado habitando Noah desde la partida del resto de la familia. Matt me besó en la frente con unos labios gélidos, después me frotó los hombros en un intento vano de que entrase en calor.
-No te preocupes,-dijo con voz calmada-en pocos minutos estaremos calentándonos frente a la estufa.

*  *   *

Aunque era feliz por estar de nuevo al lado de Matt, no podía evitar añorar mi cálido y confortable apartamento de Nueva York. Recordaba lo relajante que me había parecido el levantarme al lado de Matt aquel 1 de diciembre: verlo dormir desnudo, con su pecho hinchándose en un sinuoso movimiento al tiempo que de su boca entreabierta se escapaban divertidos ronquidos. A pesar de la mierda que nos rodeaba, no podía evitar sentirme increíblemente feliz, así que desperté a Matt con un sonoro beso en los labios. Él se sobresaltó, pero el verme tan cerca de su cara, sonrió como solo él sabía hacerlo y me devolvió el beso. Me sentía fresca, despierta, incluso preciosa... sexy, segura de mi misma. ¡Había recorrido el país para estar a mi lado!
El sol mañanero se colaba por el ventanuco, arrancando chispas de aquellos preciosos ojos azules. Sin decir palabra y sin parar de darle suaves besos en el rostro me acomodé sobre sus caderas y aproveché lo mejor que pude la erección mañanera. Una vez terminamos, nos besamos como un par de adolescentes un rato más antes de correr a la ducha a tocarnos mutuamente. Si hubiese podido detener el tiempo en aquel instante, lo habría hecho: No sabía que desprendía más calor, si la boca de Matt o el agua caliente recorriendo mis labios entreabiertos. Su piel resbalaba como las serpientes: la acariciaba mientras deslizaba las manos por el cabello húmedo y rizado. Después tomó mi rostro por la mandíbula, con aquellos brazos musculosos y me besó con furia bajo la ducha.Con el pelo chorreando y la piel húmeda dejé que Matt se deleitase con mi cuerpo una vez más antes de empezar el día. El agua caliente nos había enrojecido la piel y soltábamos vapor como locomotoras. El cuarto de baño se escondía entre la niebla. Una toalla blanca me envolvía el cuerpo cuando me recliné ante el espejo. Matt estaba detrás de mí, totalmente desnudo. Me sujetó los brazos mientras me besaba la oreja y me devoraba el cuello. Sus ojos azules se reflejaban fantasmagóricos entre el vaho del cristal. Me apartó el pelo hacia el hombro derecho y acarició presionando levemente mi hombro izquierdo.
-Esto no estaba aquí antes...-musitó mordiéndose los labios mientras examinaba la tinta incrustada en mi piel que cubría mi hombro y parte del brazo-¿Son dragones? ¿Cómo no pude verlos anoche?
-Tenías la cabeza en otra parte.-"literalmente hablando"-¿Te gustan?
-Me encantan.-dijo antes de besar el que volaba sobre mi hombro.
Sus manos se deslizaron bajo mis brazos y me cubrieron los pechos. Notaba su miembro hinchado presionando contra mí. Me quitó la toalla.
-Inclínate.-ordenó mientras empujaba mi espalda suavemente ante el frío mármol de la pica del baño.
-¿Otra vez, Matt?-le pregunté con la mejilla clavada en la piedra.- ¿No has tenido suficiente esta mañana?
-Tengo que compensar tres meses de celibato-.respondió con toda naturalidad.
-No puedo más. Si lo haces me vas a hacer daño.-le contradije con voz ronca.
-Estás húmeda.
-No es cierto.Introdujo dos dedos dentro de mí y me estremecí, lo que fue de su agrado.
-Sí, si lo estás. ¿Quieres hacerlo?-me susurró al oído mientras sus dedos presionaban la carne blanda oculta entre mis piernas.
-Sí.-respondí aunque supiese que la rozadura de su miembro hinchado me causaría un molesto dolor y sensación de incomodidad que perduraría todo el viaje.
-Bien.-me contestó serio al tiempo que se agachaba para preparar la zona con la lengua antes de penetrarme.
Me quedé quieta como una estatua mientras le dejaba hacer: Envistiéndome contra el mármol con gruñidos torpes y dejando que el líquido blanquecino se escurriese entre mis piernas. Su peso sobre mi espalda me aplastaba los pechos contra el frío mármol de la pica del baño.Si hubiese sabido que la libido de Matt se perdería después de ese último polvo, me hubiese esforzado más en complacerle.

Tierra Mojada (una historia de Alaskan Bush People)Where stories live. Discover now