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Marinette

Luego de haber llegado a la ciudad, un montón de recuerdos cruzaron por mi mente: mi encuentro con Chat Noir, mi primera indiferencia con Adrien, mis amigos, familia...todo me removía sentimientos que creí haber enterrado ya hace tiempo.

Caminé hasta la parada de buses, con prisa al ver que en el cielo se iban formando nubes, seguida de una ola de vientos, por lo cual comenzaba a refrescar.

Quité mi saco que tenía guardado en mi cartera por cualquier eventualidad y me lo coloqué.

Observé mi reloj pulsera y eran las tres de la tarde. De veras el viaje había sido largo.

La primera gota de lluvia cayó, chocando contra mi cabeza. Alcé la mirada para constatarme de que en definitiva estaba empezando a llover, primero escasas gotas para luego ir en aumento.

El trueno hizo presencia, provocándome cierto escalofrío. Me abracé a mí misma casi titiritando.

—Marinette, deberías refugiarte o pescarás un resfriado— aconsejó mi amiga mágica asomándose por el bolsillo de mi bolso.

—Sí, tienes razón, Tikki— acepté con una sonrisa y caminé hasta un local de en frente, el cual no recuerdo que ya hubiese estado instalado cuando vivía por aquí.

Tomé asiento en uno de los escalones de la entrada, viendo cómo la lluvia caía con más fuerza que ya comenzaba a salpicarme. Pude ver a algunos transeúntes corriendo con objetos sobre sus cabezas para evitar mojarse. Y distrayendome con ellos, no me percaté en el momento en que un carro pasó, empapándome de pies a cabeza, provocando en mí una rabia.

—Maldición— pronuncié mirándome —Y no tengo ropa para cambiarme— y era cierto. Planeaba que mi estadía sería solo un momento, hasta finalizar la reunión con el señor Gabriel Agreste, por lo tanto, no había llevado más que un equipaje de mano.

Pero ahora estaba hecha un desastre, maldiciendo en voz baja y comenzando a dramatizar en qué iba a hacer para solucionar este inconveniente.

—¿Nerviosa, Bugaboo?— paré en secó al oír esa voz. Esa voz que reconocería en cualquier lugar, más aún con ese sobrenombre que él utilizaba para referirse a mi persona.

Giré lentamente sobre mi propio eje, topándome con alguien muy distinto a la persona que creía yo.

Él me miraba con una sonrisa, parado con un paraguas sobre él.

Mi mandíbula cayó levemente y mi corazón volvió a latir como aquella vez, justo un día de lluvia como el de hoy.

—¿Adrien?— alcancé a decir, completamente helada, como si hubiese visto un fantasma.

—¿Sorprendida, prrrincesa?— interrogó divertido acercandose más a mí.

¿Por qué hablaba como lo hacía Chat Noir? ¿Será que...

***

Adrien

Salí a dar una vuelta por la ciudad con mi traje de Chat Noir. Estaba feliz, quizás demasiado.

Recordando las veces que compartíamos por los tejados parisinos, la cantidad de akumas que habíamos derrotado ella y yo...

Me preguntaba si seguiría siendo la misma chica tímida, de adorable sonrojo.

Si ella aún guardaba algo de mí, ya sea como Chat Noir o como Adrien.

Pasé tanto tiempo pensando que mi kwami se había cansado, por tanto amenazaba con destransformarme.

Retiré la transformación y comencé a caminar como un individuo más entre la multitud, hasta que llegué a una quesería y solicité el tan ansiado camembert de mi pequeño amigo.

La mujer mayor me lo entregó, con una cálida sonrisa.

—Este es el queso menos consumido. Pero gustos son gustos ¿No?— preguntó ella entregándome la bolsa. Si supiera que ya son casi diez años de estar oliendo ese queso insoportable.

—Muchos me lo han dicho...— expresé con una risa baja —Gracias...— le pasé un billete, el cual ella lo tomó.

Caminé hasta la salida, cuando ella captó mi atención.

—Hijo..— pronunció maternalmente, haciendo voltearme para mirarla —Deberías llevar un paraguas— aconsejó extendiendo uno hacia mí. La miré desconcertado. —Tómalo. Cortesía de la casa— dijo sincera, sonriendo ampliamente.

Terminé aceptado aquel paraguas, ya que era cierto que el clima amenazaba con ponerse feo. Ahora, quién sabe de dónde sacó aquel objeto.

Agradecí a la mujer y salí, pasándole un trozo de queso a Plagg que se removía entre mi bolsillo, ansioso por degustar.

Seguí nuevamente el camino hasta mi casa, extendiendo la sombrilla al sentir como la lluvia hacía presencia.

No tenía prisa por llegar, así que caminaba lentamente, viendo como todos huían despavoridos para no ser alcanzados por la lluvia.

—¡Genial!— oí exclamar a una mujer. Podía jurar que esa voz me resultaba muy familiar...pero ¿De dónde?

Avancé más hasta allí, percatandome de que había una mujer, notablemente furiosa, sacudiéndose, al parecer empapada.

Grande fue mi sorpresa al reconocerla. Mi corazón dio un vuelco al verla de espaldas, maldiciendo en voz baja.

—¿Nerviosa, Bugaboo?— interrogué, notando cómo ella se había quedado estática en su lugar. Giró apenas, con los ojos bien abiertos. No pude hacer más que sonreír al verla, después de tanto.

—¿Adrien?— interrogó con la mandíbula entre caída.

—¿Sorprendida, prrrincesa?— volví a decir acercandome a ella, como solo Chat Noir solía decírselo. —Parece que el gato te comió la lengua— expresé guiñándole un ojo. Sí, Marinette adquirió un leve tono rojo en su rostro, como era de costumbre.

—¿Chat... Adrien?— balbuceó analizandome de pies a cabeza.

Juro que no pude resistirme y terminé estrechándola en un abrazo, haciendo a un lado el paraguas que minutos antes sostenía.

Ella se quedó inamovible, como si estuviera procesando la situación, pero finalmente me correspondió.

Ya nos pondríamos al día luego. Lo que importaba ahora era que ella estaba aquí. Y no la dejaría ir. Nunca jamás...






No shicos, no es el final 7w7

Aún faltan capítulos.

¡Y si me dicen que superen el paraguas les doy con la shancla >:v !

Destino (Miraculous Ladybug Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora