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Narradora

—¡Plagg!— llamaba el rubio mas no obtenía respuesta alguna —¡Plagg!— volvió a llamar.

Este se hallaba en uno de los cajones del escritorio del chico comiendo, como siempre, su preciado camembert e ignorando los llamados del joven.

—¡Gato glotón!— exclamó de pronto al abrir el cajón y toparse con su kwami —¿Por qué no me hiciste caso? ¡Estaba como loco buscándote!

Sí, ni los años que pasaron cambiaron la relación de ambos.

—Sé que no puedes vivir sin mí, pero ya te dije que no quiero ir contigo, quiero quedarme con el amor de mi vida— se abrazó al queso y siguió comiendo. El rubio rodó los ojos.

—¿Y si alguien te ve aquí?— interrogó él de brazos cruzados.

—Nadie entra en tu habitación sin tu permiso— añadió restándole importancia.

—¡Deja de jugar!— lo tomó entre sus manos.

—¡Ey! No hacía falta que seas agresivo— regañó —Bien, "niño", vámonos — se incorporó dentro de los bolsillos del Agreste.

Ese día su padre lo había citado en la compañía. Él no había cambiado para nada, a excepción de que ya no tenía el miraculous de la mariposa.

Llegó a aquel lugar, bajando de la limusina. Sí, seguía siendo tratado de la misma manera como cuando era un adolescente. Algún día pensaba independizarse.

Pasó por recepción para posteriormente subir por el ascensor. Le era difícil pasar desapercibido entre todos los funcionarios, quienes lo saludaban eufóricamente. A él no le agradaba tanto eso de su "fama" como modelo, así que solo se limitó a darles una media sonrisa llena de incomodidad.

Entró en el ascensor, el cual se hallaba vacío. Una vez cerrada la puerta y digitada el número de piso, Plagg salió y levitó a su lado.

—Eres irónico ¿Sabes?— dijo el ser mágico.

—¿Irónico?— frunció el entrecejo en confusión.

—Sí, siendo Chat Noir te encantaba la fama y ahora que la tienes, los haces a un lado.

—Quizás tengas razón, pero de alguna manera me es incómodo eso— el ascensor se detuvo y la puerta se abrió. Plagg volvió a ocultarse en uno de los bolsillos del joven.

Adrien caminó hasta donde sería la oficina de su padre. Luego de haber sido derrotado como Hawk Moth, no le quedó de otra que estar más tiempo en su oficina. Y con "más tiempo" quiere decir que casi no iba a su casa sino para dormir.

Iba a golpear la puerta pero se detuvo...

—¡¿Cómo?!— gritó golpeando el puño sobre su escritorio —¡No es posible que aquella compañía italiana esté por encima de nosotros!— por la voz se podía constatar que estaba furioso.

—Sr. Agreste, calmese, por favor— escuchó la voz de Nathalie, la asistente personal del hombre.

—¡¿Qué me calme?! ¡La derrota no es lo mío!— respiró frustrado —Nathalie, llama a esa mujerzuela, Ricci. Esto no puede quedarse así— expresó un poco más calmado. —Se une o se hunde.

—Sí señor— asintió y con sus carpetas en manos, se acercó hasta la puerta.

Adrien, al oír los pasos acercarse, huyó de allí.

Nathalie salió y cerró la puerta. Al no haber muros en la costa, Adrien fingió una "recién llegada" golpeando la puerta.

—Pase— escuchó para luego abrir la puerta y adentrarse.

La respiración del mayor estaba agitada, claro producto de la exaltación de hace un momento.

—¿Hola?— se acercó hasta su escritorio.

—Siéntate, hijo— le indicó el sillón que se encontraba en frente del escritorio, mientras limpiaba sus anteojos para volverselos a colocar.

—¿Estás bien?— preguntó el rubio —Te siento tenso— sabía bien que no estaba bien, estaba molesto por alguna razón.

—Sí, perfectamente— dijo entre dientes.

—Y...¿Sobre qué querías hablar conmigo?— preguntó confuso.

—Como sabrás, tú eres el legítimo heredero de todo lo que es mío— comentó —Es hora de que vayas experimentando en esto— expresó.

—¿Experimentando? ¿Qué quieres decir?

—Trabajarás aquí, Adrien. Deberás conocer a todos y cómo es el manejo de las actividades. Algún día tú serás el gerente.

Adrien rodó los ojos —Qué divertido— susurró para no ser escuchado.

—Genial— dijo con el tono alegre más fingido que pudo encontrar.

—Mañana vendrás ya, Nathalie te asesorará en todo lo que te haga falta. Yo me encargaré de otro tema— dijo tronando los dedos.

—¿Otro tema? ¿Algo relacionado con Italia?— preguntó.

—¿Estuviste espiando?— frunció el ceño.

—Eh, no, pero cuando iba llegando escuché unos gritos y...— se excusó.

—Descuida. Sí, tiene que ver con eso, no te puedo dar detalles.

—De acuerdo... entonces... vendré mañana— respiró hondo —Adiós— se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta para posteriormente salir.

—¡Ahora serás todo un empresario!— burló Plagg.

—Ja ja, muy gracioso— añadió sarcástico —¿Sabes Plagg? Estoy harto de que mi padre decida sobre mi vida.

—¡Pues dicelo! Ya eres mayor, tienes la potestad de discernir entre lo que quieres y lo que no.

—No es fácil enfrentarse a mi padre— suspiró.

Fue nuevamente al ascensor y descendió.

Subió a la limusina y retornó al vacío de su hogar.

Tenía la suerte de contar con un compañero peludo, quien aunque era fastidioso, lo ha acompañado en todo lo bueno, así como en lo malo. Sin ese pequeño glotón, quizás él ya se hubiera vuelto loco...

Dedicado principalmente a MaferLuna1312, quién me había preguntado qué pasó de Adrien XD (sigue vivo...)

Destino (Miraculous Ladybug Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora