Milagros que pasan desapercibidos

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La vida en si ya es un misterio, en el que pocas veces nos detenemos a pensar. Muy pocas respuestas para tantas interrogantes. Condicionados por un sistema de creencias instaurado desde una temprana edad. Lo que vamos aprendiendo por el camino, nos va conduciendo a ser aquello que creemos ser. Desde que nacemos hasta que morimos, transitamos por un eterno ahora. Repleto de momentos felices y dolorosos. Aquello que se escapa de la lógica lo rechazamos o nos mostramos indiferentes ante ello. ¿No somos más que materia que se va combustionando en un efímero viaje de experiencias y luego nada? ¿Somos conciencia habitando un cuerpo mientras procuramos evolucionar para pasar más tarde a otra dimensión? ¿Qué se esconde en lo más ínfimo de la materia y que relación guarda con el universo infinito? Vivimos deprisa sin darnos cuenta de que es más que maravilloso y hermoso el hecho de que estamos vivos. La rutina nos coloca un velo de ignorancia y hace que pasen desapercibidos los milagros que ocurren cada día. Cuando más acelerados estén los pensamientos. Cuanto mayor sea el grado de certeza. Cuanto mayor sea el caos de la mente y las divagaciones. Cuanto mayor sea el sufrimiento muchas veces inútil. Cuanto mayor sea la hipnosis a la que estemos inmerso. El mayor de los misterios pasa sin darnos cuenta. El misterio de nosotros mismo. Cuando te miras al espejo y te preguntas quien eres, la respuesta es muy limitada desde la razón. El corazón es el que la siente. Quién atisba un resquicio de luz y no lo pierde de vista es afortunado. Qué mayor riqueza que conocernos a nosotros mismo y explorar con humildad la grandeza del universo infinito.


Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora