Un sol en mitad de la noche

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No pretendo que me comprenda el mundo. Ni de nada quiero convencer a nadie. Si las estrellas me convencieron hace tiempo a mirar al infinito. No quiero llegar a ninguna parte. No quiero ser juez, ni tomar parte de sentenciar la libertad con la que escribes tu destino. Y es que mi importa un comino, que no comprendas porque timo ese camino si no entiendes que no vine para acertar en mi destino. Tan sólo vivo y soy lo que soy. Que se que mañana me voy. Que sólo estoy de paso y que solo me importa lo que dura un abrazo de verdad que se prolonga en una eternidad. No quiero que me quieras, ni quiero que me hieras. Más no pretendo cambiarte, tan sólo avisarte de que quiero vivir en paz. Nada se me hace daño como me hacía en antaño. Sólo vivo cada día que pasa con intensidad porque se escapa en el tiempo la oportunidad de amar a cada paso que das. Mírame si quieres saberlo. Mira dentro si quieres verlo. Sólo vivo como vives tú y nada más. Si sientes que soy incómodo, deja de cualquier modo vivir en libertad. No me identifico con mi sombra proyectada en tu mismísimo corazón. Ni con la tuya, ni quiero que me des la razón. Deja en mi locura que muera de pasión, por contemplar cada día una bóveda celeste que nos envuelve en un misterio insondable. Es tan fácil juzgar lo ajeno. Es tan complicado mirar cuando segregas veneno. Es tan sutil la idea falsa de crear tu mundo en vida ajena, que ya ni siquiera me apena. No tengo tiempo. En el horizonte amanece un nuevo día. Me pierdo tras el rastro de la luz que se asoma en mi alma un sol en mitad de la noche.

 Me pierdo tras el rastro de la luz que se asoma en mi alma un sol en mitad de la noche

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Alberto Real Borrueco

El desván del gato verdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora