Capítulo 7

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The Rests Of Her Soul

Capítulo 7

Nayeli's POV

Aquella noche galopé hasta Boston y me alojé en una pequeña posada que se encontraba allí. Había mucha gente condensada allí, desde niños hasta ancianos, pasando por borrachos.

Esos últimos fueron los más tediosos de soportar, algunos sollozaban porque su vida era miserable, y otros simplemente... Bueno, dejémoslo en que el alcohol les sentó mal.

Me hacían gracia los que lloraban por su vida. Me gustaría saber por lo que han pasado ellos. Seguro que ninguno ha pasado por lo que yo. No lo digo para dármelas de víctima, simplemente lo digo porque a veces la gente se queja por tonterías.

En fin, a la mañana siguiente me levanté cansada. No había dormido bien debido a la cama, la cual sentía muy extraña. Salí de la posada y en la puerta me quedé pensativa junto a Spirit.

-¿Y ahora qué?-Susurré.

Pensé en ir a Nueva York, allí Connor no me podría encontrar. Pero había varios inconvenientes, y el principal era mi dinero. Carecía de libras, es más, no tenía ni un mísero penique. El segundo inconveniente derivaba del primero, y este era la comida. No tenía provisiones, y el frío azotaba la ciudad.

Decidí recurrir a la mendicidad. Esperaba que al menos quedara un atisbo de humildad entre los habitantes de Boston. Los niños se acercaban tímidamente a mí y me preguntaban si podían tocar a Spirit. Obviamente accedía, y sus padres me preguntaban cómo es que estaba en la calle si disponía de un caballo. Para no contar mi vida simplemente respondía que era lo único que había quedado tras un incendio en mi casa.

Gracias a esa historia podía sacarme unas cuantas libras al día para ir acumulando provisiones para mi emigración a Nueva York.

Era una mañana como otra en Boston, ya había pasado casi un mes desde que me fui de la Hacienda Davenport, era Febrero y el frío ya no era tan fuerte. Me encontraba en una de las callejuelas de la ciudad mendigando.

-Hola... Toma, para tí.-Dijo un niño de no más de siete años tartamudeando mientras me ofrecía unas flores y unas dos o tres libras. Le sonreí cálidamente.

-Vaya, con esa sonrisa hasta se te quita el frío.-Dijo la mujer que iba con el pequeño.

-Muchas gracias, que Dios les bendiga.-Dije lo más animada que pude.

El niño, junto con su madre, me regalaron una sonrisa y siguieron su camino a lo largo de la calle.

Miré al cielo, y me alarmé al ver una figura muy conocida saltando de un tejado a otro. Me levanté de golpe, tiré de Spirit, me subí a él y di la orden para que corriera. Debía marcharme de allí, no quería que Connor me viera, y mucho menos que me encontrara.

Y no, esa no era la primera vez que me pasaba eso. En varias ocasiones le he visto por la ciudad, más frecuentemente las primeras semanas tras mi partida. Era evidente que Connor me buscaba y que también buscaba respuestas a las preguntas que rodeaban mi "desaparición". Mas yo no quería darlas, no tenía por qué. Vale, puede que sí, pero no quería de igual forma.

Galopé a lo largo de Boston y llegué al puerto, donde respiré profundamente oliendo el aroma salado del mar. Suspiré, ya había pasado la parte tensa. Me senté en uno de los muelles con las piernas colgando por encima de las olas y miré en las bolsas que Spirit traía a los costados. Habían provisiones suficientes como para que me marchara a Nueva York ya.

Finalmente, tomé la decisión : iba a emprender mi marcha al mediodía, es decir, dentro de un par de horas.

Vi a un chico paseando por la bahía, era alto, nativo sin duda y llevaba su oscuro cabello recogido en una coleta, en cierta manera me recordaba a Connor. Lo que más me llamó la atención fueron sus ojos, los cuales eran distintos el uno del otro: el izquierdo era verde mientras que el derecho era marrón. Tenía las facciones de la cara marcadas y la mandíbula muy cuadrada. Además poseía unos labios carnosos y rellenos.

Sin dudarlo ni un segundo, me acerqué a él :

-Disculpe, ¿tiene hora?-Pregunté educadamente.

-Sí, claro. Son las diez en punto.-Respondió él con una radiante sonrisa en la cara.-¿Necesita un empujón a algún lado? ¿Llega tarde?-Negué con la cabeza.

-No exactamente. Verá, iba a partir a Nueva York una vez que llegara el mediodía.-No sabía si estaba haciendo bien en decirle aquello a ese chico, pero mi corazón me decía que no era malo contarle.

-¡No me diga! ¡Yo también me dirijo hacia allí a esa misma hora!-Dijo él, algo entusiasmado.-¿Le importaría si le acojo en mi casa de Nueva York? Sé que vive en la calle, y, para qué mentir, me siento más solo que la una en esa casa. ¿Qué dice?

¿Debía aceptar? No conocía a aquel chico de nada, mas, siendo nativo, ¿qué podía salir mal? Seguro que huía también de la esclavitud nativa así que...

-Me parece una gran idea pero... Me sabe muy mal...-Le dije algo apenada. Él negó.

-Que no te sepa mal...-Dejó la frase a medias, esperando que le dijera mi nombre.

-Nayeli. Me llamo Nayeli.-Le dije con una sonrisa, él me la devolvió.

-Un placer, Nayeli, yo soy Adahy. ¿Cómo se llama tu amigo de cuatro patas?-Dijo medio riendo mirando a Spirit y alargando la mano hacia él. Spirit apartó la cabeza. ¿Qué le pasaba?

-Es Spirit. Perdónale el ademán, es algo tímido.-Excusé. Adahy rió.

-No importa, es normal que al principio se muestre receloso.

Después de aquello Adahy y yo fuimos al río para que Spirit y su caballo, Kato, tomaran algo de agua y estuviesen al cien por cien para cuando empezara la marcha.

Finalmente, el mediodía llegó, y con él, nuestra partida. Al salir de Boston volví la vista atrás y, con una mirada melancólica y nostálgica, me despedí interiormente de aquella ciudad que había sido, por un tiempo, mi hogar.

¿Me daba pena marcharme? Ahora que lo estaba haciendo, sí. ¿Me arrepentía? En absoluto.

-Nayeli.-Me llamó Adahy, sacándome de mis pensamientos.-¿Quieres comprobar qué caballo es más rápido?-Dijo, retándome.

Sin dudarlo ni un segundo, le grité a Spirit mientras agitaba sus riendas :

-¡Arre!

Seguidamente Spirit y yo salimos escopetados del lugar, y escuché a Adahy gritando un "¡eso es trampa!" unos metros más atrás de nosotros. Yo sólo reía, en esos momentos sólo pensaba en mí. Nada de tener a Connor en mente, ni a Boston, ni tampoco a Aquiles. Sólo yo, Spirit y Adahy.

Eso era mi presente, mi aquí y ahora, y nada más. Esa era mi vida en ese instante.

The Rests Of Her Soul ~Connor Kenway X Oc~Where stories live. Discover now