Primera flor: Molestia.

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Maybe in time
You'll want to be mine

El Mañana - Gorillaz


Había comenzado como una tos normal. Un cosquilleo en el pecho, un rasguño en la garganta. Nada no se pudiera arreglar con un té caliente. Pero después de unas pocas semanas y de que los síntomas empeoraran, Kaminari comenzó a sospechar que algo no estaba bien.

Hoy había sido especialmente horrible. Desde el momento en el que se despertó sintió una quemazón en su pecho, y una extraña sensación de algo que hacía cosquillas en tus pulmones. No estaba seguro de qué tipo de enfermedad había germinado en sus pulmones, pero estaba seguro que no era algo que se iría por sí solo.

Por supuesto, tuvo que ignorarlo e ir de todas formas a la escuela. Sus notas ya eran lo suficientemente malas como para permitirse el faltar, aunque fuera un solo día y por una enfermedad. Tal vez fue por eso, pero las clases se le habían hecho más largas que nunca.

No era que él no estudiara, sino que su cerebro simplemente no era capaz de retener la información que leía, y comenzaba a pensar que eso era un efecto secundario del cortocircuito que su quirk provocaba. Nunca había sido especialmente bueno con las clases teóricas (algo que sus notas podían reflejar), y el que sus compañeros pudieran entender los temas a la perfección no le ayudaba mucho que digamos. Es que, ¡vamos! ¡Nadie entendía la maldita teoría de colisiones! ¡Digan que no lo hacen, dejen de mentir!

De todas formas, dulce libertad, aun le quedaba un par de horas hasta que anocheciera.

—¿Bakugo ya se fue? —escuchó decir a una voz detrás de él.

—Uh, eso parece —dio un rápido vistazo al salón, sin encontrar al mencionado. Kirishima parecía extrañamente decepcionado por unos segundos, pero inmediatamente recobró su sonrisa de siempre y se encogió de hombros—. ¡Oh, por cierto, Kirishima! Abrieron una nueva tienda de videojuego en el centro el lunes pasado. ¿Quieres acompañarme?

—¡Genial, yo también quería ir! —el pelirrojo le respondió con la misma emoción—. Se supone que iba a salir un nuevo juego de... —repentinamente guardo silencio, y sus ojos mostraron un deje de arrepentimiento—. Lo siento, ya tengo planes para más tarde. ¿Otro día?

La sonrisa del rubio vaciló un momento, pero si Kaminari estaba decepcionado, no lo hizo notar.

—No te preocupes, hombre, la próxima...

Kaminari tuvo que detenerse en su lugar, embargado por una horrible picazón en la parte posterior de la garganta. Se tapó la boca con una mano, comenzando a toser. Kirishima se paró a su lado, palmeándole la espalda, preocupado. El ataque de tos se prolongó un par de minutos, antes de que finalmente Kaminari pudiera volver a respirar con normalidad.

—¿Estas bien, Kaminari? Eso de verdad sonó bastante mal —Ashido se acercó hasta su amigo, con la mochila colgando del hombro.

El rubio negó con la cabeza, finalmente recuperando el aliento, sonriendo.

—No, no es nada. Solo un resfriado, creo, aunque está durando demasiado tiempo —respondió, restándole importancia.

—¿Demasiado? —Kirishima enarcó una ceja—. ¿Cuánto seria este "demasiado"?

—Mmhh... ¿Alrededor de dos semanas?

Su amiga le dio una mirada de preocupación.

—Eso ya es motivo suficiente para ir a la enfermería, Kaminari —Ashido dio un suspiro exasperado, sobreactuando y haciendo sonreír a sus amigos—. Bueno, se dice que esta es época de resfriados y alergias. Pero deberías tomar algo para eso antes de que empeore –mencionó la chica, saliendo por la puerta del aula.

—Ashido tiene razón —concordó Kirishima, mientras salía del aula junto a su compañero—. ¿No quieres ir a la enfermería?

Kaminari negó energéticamente con la cabeza varias veces. Volvió a toser un par de veces más, sin embargo, ganándose una mirada desaprobatoria de su compañero.

—No es algo tan grave —río—. En serio. Tomaré algo cuando vuelva a casa y ya.

La preocupación de Kirishima estaba pintada en sus ojos, pero finalmente se encogió de hombros y lo dejo estar. Inclinando su cabeza hacia un lado, Kaminari dio un paso tentativo hacia adelante, saliendo juntos del salón de clases. Algo parecía... desagradable sobre Kirishima.

Pero, de hecho, parecía que no podía apartar la mirada de Kirishima, notando todos sus movimientos y expresiones. Al notar como lo estaba observando, el pelirrojo le dio una palmada en la espalda que lo hizo trastabillar.

—Bueno, tú sabrás lo que haces con tu salud —la frase sonó burlona, ​​y eso incluso se reflejó en los ojos de Kirishima, pero Kaminari solo rio ante sus palabras.

Después de un silencio contemplativo y una sonrisa culpable de Kaminari, los dos volvieron a sus bromas habituales. De todas formas, no es difícil estar de buen humor cuando están juntos. Siempre había sido agradable pasar tiempo en su compañía.

La caminata hasta fuera de la escuela fue demasiada corta para su gusto.

—¿Ese no es Bakugo?

Inmediatamente el pelirrojo desvió la vista hacia donde el rubio apuntaba. Definitivamente, aquel chico que caminaba con un aura de rabia absoluta era Bakugo. Kirishima le dio la razón a su amigo. Sonriendo, le dio una palmada en la espalda, despidiéndose y finalmente corriendo detrás del Rey de las Explosiones.

(Tal vez hubiera sido mejor no decir nada).

—Uh, sí. Adiós.

Kaminari le habló al viento. En el momento en el que vio como el rostro de su amigo se iluminaba al ver al otro, sintió una extraña decepción dentro de él. Kirishima se alejó sin ver atrás, colgando su brazo sobre el cuello de Bakugo.

La picazón en su garganta había regresado, esta vez más fuerte que antes.

(***)

—Ya estoy en casa.

Espero un par de segundos a ver si alguien le contestaba. No hubo respuesta, pero a estas alturas eso ya no era algo extraño (de hecho, se sentiría bastante extraño si alguien le contestara). Se dirigió a la cocina, esperando que el agua helada aliviara la picazón que sentía. Sobre la mesa, había un trozo de papel escrito apresuradamente.

"Salimos a una emergencia, es por trabajo. Tardaremos en volver.
Te dejamos dinero en el armario del pasillo."

Ni un "adiós", ni un "cuídate". Sonrió débilmente, dejando el papel donde lo había encontrado.

Y otra vez, ese pinchazo en la garganta. Solo que esta vez no era solo en la garganta, sino también en el lugar en donde deberían estar sus pulmones, más fuerte que las veces anteriores. Kaminari cayó al suelo, tosiendo. Trató de carraspear, sacar esa cosa que le provocaba cosquillas en la parte posterior de la garganta. Pero todo lo que hacía era toser nuevamente, cada vez más fuerte.

Permaneció tirado en el suelo, sintiendo como la sofocación crecía a cada segundo. Sostuvo su garganta, cubriendo su boca con su mano derecha, cuando de pronto sintió que el cosquilleo era expulsado por fin, junto con una vaga sensación de humedad.

Sobre su mano, manchada de sangre, había un pétalo.

Que mierda.

(***)

Nota de la autora:

Mi vida es una obsesión tras otra.

Es un poco corto porque es el primer capítulo. ¡Trataré de alargarlos a medida que avance la historia! Y pues, nomás recordemos que el hanahaki viene de la mano con la angustia. Y escribir angustia con este par de boludos es un dolor de cabeza. Deséenme suerte.

Recuento de FloresWhere stories live. Discover now