Capítulo 6

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-Mil Sensaciones-

(Cap.6)

Sabía perfectamente que mentir, no estaba nada bien.

Aunque sabía, de la misma manera, que decir la verdad tampoco lo estaría.

Pecar nunca estuvo tan a mi alcance alguna vez. Ni en estos momentos lo ha estado.

Ya que...he mentido, lo he vuelto a hacer y casi ya, se me ha hecho costumbre hacerlo.

Respiro exhausta, llevando la taza de leche a mis labios, mientras saboreo la magdalena que todavía sigue en movimiento en el interior de mi cavidad bucal.

Esto estaba bueno, muy bueno.

Por no decir que mi tia Julie cocinaba como una auténtica maestra, y todas sus recetas eran comidas de auténtico valor casero.

Todo en si estaba delicioso.

En ese momento, pensé.

"Y si...Calum en cierto modo fuese también...mi tipo?"

Si de algo no era, era una rompecorazones, ni nada por aquel estilo o simple hecho, que a Sam se le daba muy bien buscar en el diccionario...

Pero aún asi, recordaba el rostro de Calum la noche anterior, y recordaba también como Sam jugó con el sin piedad alguna, para admitir que Luke le gustaba.

Viéndolo de aquella manera, Calum también me gustaba. Era atractivo, agradable, divertido, coqueto...Perfecto para cualquier gusto o chica. Fuese como fuese.

-Decidido...-Alcé ambas cejas, al mismo tiempo que esa palabra salía de mi con un tímido susurro.

Ahora solo faltaba corroborar donde, o simplemente a cuantos metros vivían ellos. Puesto que era evidente, que éramos vecinos.

"-Facil...Simplemente quiere que vayas por el anillo, y le toques a la puerta de casa..."-recordé las palabras de Sam, de la noche anterior.

Ese rubio de ojos azules, llegó a invadirne de tal manera que nunca nadie consiguió hacerlo.

Y aquella posibilidad, la de caer tan rendida la primera vez de haberle siquiera tocado, me provocaba escalofríos.

Maldita sea, solo fue la primera vez. Tan solo constó una vez para que mi atención se posara en él como si fuese lo más bonito que mis ojos hubiesen degustado ver.

Pero...porque?

-Mierda...-susurré de nuevo, llevando mis manos al aire, sin antes dejar la taza de leche sobre la mesa, y así, observar las cortaduras.

Jadeé, ahogando un grito de dolor, lo que me hizo sufrir aún más debido a lo desgastadas que permanecían mis manos después de aquello la noche anterior.

Joder. Aquello dolía como el infierno mismo. Y lo único que podía hacer, era mantenerlas bajo cantidades de tela de vendaje.

Estaba claro que estaba echa para acabar por sufrir por pequeñeces...

-Buenos dias.

Volteé al instante de escuchar aquella voz a mis espaldas, y de esta manera invadir mi cabeza, por la atención de Sam.

-Hola -respondí seca, de todo menos educada.

Por mi actitud, pude notar como Sam fruncía el ceño extrañada, y extendía su cuerpo justo en la silla situada frente a mi en la mesa, posando una misma taza de leche que la mia.

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