Capítulo 42

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Había salido temprano a conseguir algo para desayunar.

Un par de compras en el supermercado, intentando encontrar las cosas que faltaban en casa y después regresé, siendo recibida por mi adorable novio.

Ross abrió la puerta finalmente, después de haber tocado el timbre como cuatro veces.

Me sonrió al verme llena de bolsas y tomó varias, quitándome peso de encima.

-Necesitas hacer pesas, fortalecer esos brazos cariño.

Me dijo riendo y lo miré con seriedad.

Rió de nuevo al ver mi cara de fastidio y me dio un beso en la mejilla para intentar mejor mi humor.

Entré y cerré la puerta detrás de mí, algo cansada.

Arrojé mi abrigo al sofá de la sala y llevé el resto de las bolsas hasta la cocina, donde estaba Ross, acomodando lo que poco a poco desempacaba.

-Deberías descansar, yo haré el desayuno y guardaré todo. ¿Vale?

Me dijo Ross de repente, abrazándome por detrás y rodeando mi cintura con sus fuertes brazos.

Me dejó un beso en la mejilla y después uno en el cuello.

Lo miré sonriendo y aprecié su bonita cara y su cabello despeinado.

Este hombre se veía perfecto de cualquier forma, incluso recién despierto.

Acarició mi vientre por encima de mi blusa y sonreí.

-De acuerdo, iré a la sala. ¿Puedes preparar algo dulce?

-¿Antojos?- Me dijo sonriendo y alzó una ceja.

Asentí, algo sonrojada porque mi dulce novio hubiera adivinado lo que me pasaba.

Sonreí como niña pequeña y le dejé un beso corto en los labios.

-Haré waffles, ¿te parece bien?- Me dijo mientras yo salía de la cocina y caminaba hasta la sala.

Asentí en voz alta y escuché a mi rubio tararear una canción en voz baja.

-Por cierto, te llegó una caja. La dejé sobre la mesita de la sala, me di cuenta de ella cuando salí a tirar la basura hace como media hora.

Me dijo Ross en voz alta.

Sentí que se me revolvió el estómago y miré la caja de lejos.

Ahí estaba.

Empaquetada y cerrada por completo.

-Oye amor, he pensado...¿Te gustaría adoptar un perro, o un gato? Yo prefiero los perros, puede ser uno pequeño, para que crezca con el bebé.

Siguió Ross hablando desde la cocina mientras yo contemplaba la caja, inmóvil.

Las manos me temblaron en cuanto me acerqué y rocé el papel con la yema de mis dedos.

-¿Dices que la encontraste por la mañana? ¿Hace cuanto?

Le pregunté confundida, y con algo de miedo.

En cuanto yo salí por la mañana no había nada fuera de la puerta.

Tuvo que haber sido después de que yo me fui, dejando a Ross solo en casa.

-Si, ya te dije que hace como media hora, cuando salí a tirar la basura Summer.

Me respondió, con un tono cansado por repetírmelo.

Entré en desesperación y decidí salir de dudas.

Corrí a la cocina por un cuchillo.

Ross me miró algo asustado por mi actitud nerviosa y salí de ahí con el cuchillo.

Tomé la caja y la abrí con fuerza, enterrando el cuchillo en uno de sus lados.

Me dieron ganas de vomitar y aventé la caja, a punto de tirarla al suelo, junto con su contenido.

Sangre nuevamente, esta vez más espesa y con un olor horrible.

Parecía ser de algún animal, pero la sangre olía bastante mal.

Como si llevara días ahí dentro.

Me tapé la boca al sentir las náuseas en mi estómago y decidí ver que más había dentro.

Un maldito sobre, de tamaño regular.

Lo saqué, mojándome las puntas de los dedos con el líquido rojo y aguantando las ganas de vomitar.

Lo abrí, rompiéndolo de un lado y encontré fotos.

Fotos donde salíamos Ross y yo.

De la noche anterior, cuando llegábamos a casa finalmente.

Había una nota en la parte trasera de la última foto.

"No tendrán un final feliz. X", decía.

Dejé todo sobre la mesa y me levanté de golpe, horrorizada.

Entré en pánico y comencé a llorar, atrayendo la atención de Ross, quien llegó conmigo de inmediato.

Lo abracé, enterrando mis uñas con fuerza sobre su espalda.

-Mierda amor, ¿qué pasa? Tus uñas...- Se quejó y seguí llorando, pegada a él.

-Tranquila cielo.- Me dijo y noté que intentaba mirar la caja.

Tenía que llamar a Abigail.

"No tendrán un final feliz".

Era obvio que era una amenaza, y que la persona lo había escrito tal vez molesta.

Seguramente porque Ross se había curado y finalmente había salido del hospital.

Porque había vuelto a casa, conmigo.

La cabeza dejó de darme vueltas de repente.

Bingo.

Ross había vuelto a casa conmigo.

Esa podía ser la razón, que Ross había regresado conmigo e intentaríamos llevar nuestra vida normal de nuevo, como si nada hubiera pasado.

Ahí estaba. Bastante claro.

A esa persona le molestaba eso.

Que Ross y yo estuviéramos juntos.

Lili Reinhart.









***

En la multimedia, una foto de Ross Lynch.

Muchas gracias por leer la novela y por sus votos.

-FeernandaR5.

AMNESIA // Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora