Mellizos

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Cuando las semanas comenzaron a pasar, el vientre de Hanna cada vez era mayor denotando su embarazo múltiple. Vivir la experiencia era algo totalmente nuevo para Ehan, el cual aprendió que en ciertas ocasiones, las repercusiones de los embarazos también afectaban al padre.

El pobre sufría de sueño pesado y dolor de muelas. Fue con diversos doctores hasta que llegaron a la conclusión de que eran síntomas por el embarazo de Hanna. Así que mientras Hanna sufría de cambios de humor, Ehan quedaba totalmente dormido por horas; el pobre se vio obligado a reducir su horario laboral después de quedarse dormido una mañana en la oficina.

A pesar de eso, sus preocupaciones estaban en otro tema, Hanna siempre ha sido una mujer muy apasionada y activa pero nadie le advirtió del aumento de deseo del que su ahora esposa se veía afectada. Las hormonas la habían descontrolado; ahora comprendía porque ella le había advertido sobre sus humores.

A veces tenía a su chica gritándole, después lloraba y luego se abalanzaba sobre el para hacerle el amor.

¿Contradictorio? ¡Si!

Pero comprendía que era por el embarazo. El con sueño y su mujer con el libido elevado no era una muy buena combinación. Hasta que una noche quedo dormido aun antes que su mujer se quitara la ropa.

Por suerte, durante ese embarazo, Hanna no sufrió de nauseas ni mareos. No quería ni imaginarse el humor que hubiera tenido de haber tenido esos síntomas.

Solo fueron durante los primeros meses del embarazo tanto para Hanna como para él. La experiencia era interesante y a veces divertida, pero lo que más tenía fascinado a Ehan eran las caderas de Hanna. ¿Por qué demonios nadie le había dicho que una mujer embarazada luce así? Lo único que le preocupaba era no poder seguirle el ritmo a su mujer.

Cuando se cumplieron seis meses, Ehan se vio en la obligación de aumentar la seguridad debido al acoso de los fotógrafos y periodistas; sentía que era una ridiculez toda esa obsesión de la ciudad con ellos, pero no podía hacer nada para evitarlo, además de proteger más a su mujer y su familia.

—Cariño ¿No crees que es muy exagerado?— le había preguntado una tarde mientras los dos estaban sentados en el pasto con los gemelos jugando frente a ellos.

Hanna se encontrada sentada entre las piernas de el con la espalda apoyada en su pecho mientras Ehan le acariciaba el vientre de seis meses.

—Nada es suficiente Hanna. He escuchado suficientes casos donde los papárazzi han llegado a provocar grandes accidentes— el abrazo— además, no quiero que nuestra privacidad se vea filtrada a los medios por esos buitres.

—Lo sé, pero ver a tantos guardias...— termino de decir dejando el final al aire.

—Se lo que quieres decir, pero esto no será eterno. Solo debemos esperar a que esta ciudad se olvide de nosotros y podremos regresar todo a la normalidad.

Pero en definitiva, nadie los preparo para el evento mediático que fue el día del parto. Al ser una cesárea planificada, la fecha se había filtrado y una gran cantidad de fotógrafos se encontraban afuera del hospital, Ehan hizo todo lo posible para evitar que Hanna se enterara de eso ya que solo se estresaría y podría causar problemas durante la cesárea.

La doctora les había explicado el motivo por el cual Hanna sería totalmente anestesiada para la operación, y era para evitar que cualquier recuerdo de su primera cesárea pudiera alterarla y crear complicaciones. Por ese motivo Ehan tenía miedo de comentarle lo de los fotógrafos.

Él no sabía cómo obtenían la información. Al día siguiente en la sección de sociedad del New York Times, se encontró con el siguiente artículo junto con una foto de ellos en día de su boda.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora