Capítulo 21

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Steve sentía sus párpados pesados, intentó abrir sus ojos, pero no lo consiguió, escuchaba susurros a su alrededor.

—Está despertando —murmuró alguien.

—Aún no puedo creer que se haya desmayado —se oyó una risa masculina, lo reconoció como Pietro.

—Que débil —masculló otro.

—La emoción pudo con él —dijo Wanda, claramente ilusionada y divertida a partes iguales.

—Suelo causar ese efecto en las personas.

Esa era la voz de Tony.

Steve intentó con mayor fuerza abrir sus ojos hasta que topo con rostros conocidos encima de él, lo observaban expectantes.

—Bienvenido Steve... y felicidades —dijo Wanda, desde su lado derecho.

—Que poco masculino te viste. —Clint se inclinaba desde su lado izquierdo.

—Creo que fue algo dulce —aportó Pietro sobre él, Clint frunció el ceño en su dirección.

—Bien, chicos déjenlo tomar aire, atrás todos —ordenó Tony desde el frente—. Hey, sé que eres fácilmente impresionable respecto a mí, pero debes controlarte, cariño —dijo con una sonrisilla.

Steve no pudo hacer más que corresponder la sonrisa, los cuatro se alejaron, se sentó sin dejar de mirar a su pareja.

Un nudo se formó en la garganta de Steve.

—Gracias.

—Ambos lo logramos, no te negaré que merezco mayor cantidad de crédito —contestó el castaño mirando sus uñas en un gesto de superioridad.

—Trabajaron realmente duro —se burló Clint.

Tony le lanzó una mala mirada al arquero.

—¿Cómo estás? —le preguntó Wanda.

—Feliz —susurró sin dejar de mirar a Tony.

—Demasiado dulce para mí —dijo Clint frunciendo el ceño.

—Podrías aprender a comportarte así —mascullo Pietro, desapareciendo un segundo después.

—¿Problemas en el paraíso? —Tony sonrió burlón hacia Clint.

El arquero sonrió extremadamente cordial, entonces se giró hacia Steve.

—No olvides, Cap, que Stark trajo un hombre consigo, al que le tomo gran cariño. —Salió rápidamente de la habitación.

—Hijo de...

—Tony —advirtió Steve, poniéndose de pie—. Necesitamos hablar.

—Yo me encargaré de ese —masculló Wanda dejándolos solos.

Steve observó como su pareja hacía un gesto de asentimiento, lo notó repentinamente nervioso y la nube de felicidad en la que se había sumergido se disipó.

—Ni siquiera se para que los llamaste, Viernes, se manejar un desmayo yo solo —dijo Tony, sin mirarlo.

—Lo creí conveniente, señor —respondió la voz femenina y artificial.

Un silencio pesado se instaló en el taller.

—Es ridículo si lo piensas, tener que darte una explicación cuando tú fuiste quien se fue en primer lugar.

—Regrese y ya no estabas Tony... —No intento ocultar el lamento en su voz.

Tony guardó silencio durante varios segundos.

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