— Juro que castraré a quien te haya apartado de mi —. Dice con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos.

— Blake, no llores. — le limpio las lágrimas de las mejillas — Yo también te quiero mucho y no creo soportarte detrás de mi todo el tiempo.

—Pues que mal por ti, porque no me apartaré ni un segundo —. Me abraza nuevamente.

— Nath.. ¿Estas lista? — pregunta Mario.

¿Estoy lista? No lo sé, no creo estar preparada para contar los hechos, pero ya que lo pienso mejor, debí haber dado mi testimonio ayer, no hoy.

— Si — mascullo.

— Yo la llevaré — informa Blake.

—No, yo la llevaré—. Exige Mario.

— Tú, ni te..

—Quiero que él me lleve, Blake—. Digo con firmeza— y no quiero que me acompañes.

—¿Ves?—dice Mario con superioridad, Blake no dice nada, pero puedo notar su disgusto.

Nos dirigimos al auto, no sin antes despedirnos de los demás; tomamos rumbo hacia la estación de policía.

—¿Estas nerviosa?—interroga.

—No, no, no.

—Sé que lo estás.

—Bueno, sí.

—Todo estará bien—acaricia mi rodilla con una sonrisa en el rostro, yo le devuelvo la sonrisa.

Aparca el auto frente a la estación de policía, Mario se apresura a abrirme la puerta y me extiende la mano para ayudarme a bajar.

...

—Eso es todo lo que necesitamos. Muchas gracias, señorita Wood, puede retirarse—. Dice el oficial de policía.

—No te preocupes, Nathalie, vamos a interrogar a su familia.—habla está vez la psicóloga, refiriéndose a la familia de Alex.

—Muchas gracias.—digo sacándome las lágrimas.

—Ya, Nath—Habla Mario y me abraza.

—Necesito que tú —habla la psicóloga, señalando a Mario — La traigas una vez a la semana hasta que yo te avise que no es necesario.

—Pero no es necesario —interrumpo, pero ellos hacen caso omiso a mi comentario.

—¿Los miércoles está bien?—Pregunta Mario.

— Seguro —sonríe — Pueden irse, chicos—. Termina de decir Sidney, la psicóloga.

Nos vamos nuevamente en el auto en dirección a su casa.

—¿Puedes dejar de llorar?—pregunto.

—No, no puedo, no puedo porque no pude protegerte.

Me quedo muda, no soy capaz de pronunciar ni una sola palabra, simplemente no fluyen.

—No te sientas culpable,— digo después de varios minutos— lo contrario, te agradezco porque perdí mi virginidad contigo, no con él, el no me arrebato ese preciado momento—. Sonríe de una manera sincera y sus lágrimas y sollozos silenciosos ya no se perciben.

¿Quién Es Ella? «Terminada» Jacob Satorius, Johnny Orlando, Magcon, Blake GrayWhere stories live. Discover now