Capítulo 1 - El comienzo.

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"El comienzo"

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"El comienzo"

En este mundo los seres a los cuales se les cuidan incluso más que a los mismos jefes de aldeas y reyes, son aquellos que llaman "Los hijos del árbol de la vida", ellos son los hijos de la magia que mueve a este mundo conectada con la primera creadora, Aku, aquella que se quedó con nosotros y que nos ilumina el camino en las noches, estos hijos del árbol se rigen tanto con la luna que dependiendo el tiempo de la luna en que estos nazcan, así será de fuerte su magia. Los hijos del árbol están entrelazados estrechamente con la naturaleza y con todas las creaturas mágicas, por sobre todo de los primeros seres en pisar esta tierra como son los Dragones, es aquí en donde empieza su trabajo, los hijos del árbol de la vida son los voceros de los sabios dragones quienes corrigen algunas acciones humanas.

Los hijos del árbol de la vida empezaron su aparición luego de que el Guerrero Legendario creara junto a los primeros dragones portales entre los reinos es decir los árboles de la vida. Fue una sorpresa para él y para los dragones cuando los primeros niños aparecieron de la nada misma y siempre entre los huecos de estos árboles, pero fue la persona que regía como Oráculo en aquel tiempo, quien explicó este suceso, ella tuvo una visión la noche en que esos niños empezaron a aparecer, ellos eran parte de la magia que albergaba este mundo, eran ellos a quienes los mismos dragones se sentían atraídos por su magia, seres que cambarían el curso de los reinos.

Al saber esto, tanto los reyes como las mismas creaturas mágicas empezaron a criarlos y enseñarles todo lo que ellos sabían para que no cayeran en manos equivocadas o su poder los fuera a corromper; fue sorprendente como los primeros niños aprendían hechizos que habían tardado años en aprender los sabios de aquellas épocas, los hijos del árbol de la vida los hacían ver tan sencillos que poco fue el tiempo en que los sabios los entrenaron, cediendo su puesto a los dragones para que estos con sus milenarias vidas les enseñaran más.

Es por esto que, en muchos casos, los hijos del árbol de la vida, tenían que viajar hasta los territorios de los dragones y convivir una larga temporada, hasta que los dragones no tuvieran nada más que enseñarles a ellos. Con el tiempo estos niños se volvieron consejeros de los reyes y jefes de las aldeas, grandes maestros de la magia y por sobre todo importantes aliados para vencer la esencia de la oscuridad que aún habitaba en la tierra...

—¿Por eso debo irme a esa cueva Shuzenji? -preguntó un niño de 4 años de edad, de cabellos negros con un corte hongo, uno de sus ojos, el derecho, era de color negro y su ojo izquierdo de una tonalidad rojiza. La mujer de cabellos plateados le sonrió mientras acariciaba su cabeza y con una calmada voz respondía a su pregunta.

—Así es Shota. Debes volverte fuerte y aprender mucho para ser el pilar de los demás. -la mujer saca de un pequeño bolso que le acompaña, un parche de ojo de tela negra y se lo coloca en el ojo izquierdo al niño-. Tú que naciste en una bella noche de luna llena y eres el más poderoso de tú generación, debes aprender mucho y ser un guía para los demás. Lo he visto en mis visiones Shota, te he visto luchar y ganar, pues la magia que nace de ti es tan brillante que muchos querrán tenerla y algunas de esas personas lo desean con muy malas intenciones, por eso debes volverte fuerte,  para que con esta magia solo hagas el bien y no el mal. ¿Lo entiendes Shota?

—Volverme fuerte y ser el guía de los demás. -repite el niño con una cara muy seria para su edad-. Lo haré Shuzenji, confía en mí.

—Lo hago Shota. Confió en ti con todo mí ser. -con una dulce sonrisa la mujer abraza al niño y posterior lo aleja un poco para ponerse de pie y el niño imita la acción, tomándose ambos de la mano salen de una improvisada tienda de campaña, al levantar la cortina para salir de esta, los reyes y la pareja de duques los esperan afuera junto a los guardias y tres infantes más. Uno es el príncipe, dos años mayor que Shota, los otros dos, un niño y una niña solo un año mayor que él, Shota se sorprende al verlos y aún más al momento en que ellos se acercan a él.

—Te echaremos de menos Aizawa. -dice la niña de cabellos igual de oscuros que el menor, mientras extiende el bolso que el niño llevará en su viaje, este aun con una cara seria, asiente en agradecimiento.

—Pero sabemos que nos volveremos a ver mas rápido de lo que crees. -habla esta vez el príncipe recibiendo el mismo gesto serio al momento de que el menor asiente con la cabeza.

—.... -los tres menores observan al niño de cabellos rubios que desde que supo la noticia de la partida del menor se mantuvo muy callado y molesto, a pesar de que su personalidad era muy alegre y ruidosa. Tanto la joven como el príncipe, codean al de cabellos rubios para que hable, y en respuesta el rubio chasqueado su lengua para posteriormente soltar un suspiro largo y acercarse al menor de los cuatro-. ¿Volverás pronto?

—Intentaré aprender lo más rápido que pueda para volver pronto. -responde el menor con una pequeña sonrisa.

—Más te vale que sea rápido, de lo contrario me aburriré e iré a buscarte. -los duques, padres del rubio infante, lo reprochan por sus palabras, más los menores solo sonríen y es la niña quien los une a todos para hacer un abrazo grupal.

El niño parte subiéndose a un dragón de color rojo quien es guiado por Oráculo; en todo el camino él permanece callado y sujeta fuertemente las riendas que Oráculo le dio del dragón, sus ojos observan el paisaje como si estuviera memorizando la ruta que recorren. Al llegar a su destino Oráculo camina delante del menor, este a pesar de sentir un poco de temor al momento de entrar a la cueva, sigue el consejo de Oráculo sobre no mostrar temor ante lo inexplorado y con su expresión seria camina hasta llegar a un acantilado dentro de la misma cueva, rápidamente unas ráfagas de aire desde abajo de la cueva se hacen presentes, el niño aprieta sus manos para calmar sus nervios y más al ver el origen de esas ráfagas. Cientos de dragones de una tonalidad roja vuelan hacia arriba de la cueva y se posicionan en partes de esta, hasta que el ultimo sale, extendiendo sus alas en todo su esplendor se detiene enfrente de los dos humanos y poco a poco se acerca a la orilla del risco, los ojos del niño los mira con asombro y temor al ver como este poco a poco va cambiando su forma a una humanoide pues aún se pueden apreciar sus escamas por sobre la piel así como su cola y alas. De complexión robusta, cabellos rojizos y mirada de un rojo que paralizó al niño, el dragón se acercaba a los dos visitantes, completamente desnudo, Oráculo inclino un poco la cabeza en señal de saludo y el niño lo imitó.

—¿Es este del que tanto se habla entre las creaturas mágicas? -dijo con una voz grave y de fuerte tonalidad, observando al niño quien no apartaba la mirada aunque le atemorizaba la presencia del dragón.

—Así es Suzaku. Este será el más fuerte pilar de esta generación. -el dragón observó al niño con una mirada despectiva y pudo apreciar a pesar de la cara sin aparentes sentimientos del niño, un sensación que conocía de primera mano y ese era el temor.

—Hana. -habló el dragón sin apartar la mirada del menor, mientras un dragón que estaba en el acantilado se acerca y cambia de forma igual que él, su cabello largo es color rojo con tonalidades más oscuras de piel que el primer dragón y sus ojos de un azul oscuro-. Esta será tu maestra y te enseñará todo lo que debes de aprender para tu misión. Más de esto no puedo ofrecer. -dijo esta última frase mirando con severidad a Oráculo.

—Él aprenderá rápido, te lo puedo asegurar.

—Más le vale. -el dragón se acerca al acantilado y se lanza para posteriormente transformarse y salir volando seguido de cerca por su manada. La mujer toca su pecho y de sus escamas aparentan aparecer mantos que la cubren de su desnudez, ya sin el primer dragón, la aparente mujer joven, se acerca al menor y se agacha para quedar a la altura de este, sonriéndole tiernamente le habla.

—Yo seré tu maestra, pequeño Shota, no me temas ¿De acuerdo? -pidió con una tierna sonrisa, aquella mujer.

—No lo haré, maestra. -responde secamente el menor sin ningún cambio en su expresión. La mujer le sonríe y le quita el parche al menor contemplando mejor su ojo de tonalidad rojo, acariciando el cabello del niño, la mujer levanta la vista hacia oráculo y afirma.

—No cabe duda que perteneces a este lugar. -colocándose en pie, la mujer abre sus brazos al aire y comenta con entusiasmo-. Se bienvenido a tu nuevo hogar temporal, hijo del árbol de la vida, Shota Aizawa.

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