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"En 10 estoy allá 15:30pm" decía el mensaje.

Suspiré pesadamente y me senté en mi sofá, lista para recibir al chico que daba vueltas y vueltas por mi cabeza durante estos dos últimos días.

Luego de un rato sonó el timbre, maldecí en voz baja y me levanté a abrir la puerta.

—Y aquí estás, linda —escuché al segundo de abrir.

—Franco, pasá —me hice a un lado y se adentró en mi departamento.

Se dio vuelta hacia mi, y se acercó con sus manos listas para posarlos sobre mi cintura; se veía ansioso.

—Eu, pará —alejé sus manos y lo miré atónita—. ¿Qué estás haciendo?

—Abrazarte —respondió casi a modo de pregunta, luego de umos segundos sus facciones cambiaron—. Aunque, ¿qué estás haciendo vos? No me contestaste los mensajes en días.

Sonreí irónica. No puede ser más pelotudo.

—Decime que me estás jodiendo —no respondió—. Decime que me estás jodiendo, Franco.

—¡¿Por qué te estaría jodiendo, Colomba?!

—Me hiciste cornuda, la puta madre. Y vos me vienes con querer abrazarme.

—¿Lo decís por lo del boliche? —preguntó con gracia y asentí—. Por favor, Colomba, no me rompás las bolas por eso.

—Pero si teníamos algo —murmuré.

—No tenemos nada, boluda —dijo de inmediato— O sea, chapamos y todo, pero no estamos amarrados.

Lo miré incrédula, sin poder creer las palabras que salían de su boca.

—Salí de mi vista —hablé finalmente.

—¿Por qué? —cuestionó e intentó acercarse— ¿Estabas enganchada?

—¡¡Salí de mi vista, Franco!! —le grité.

Me quedó mirando unos segundos, y tal como la primera vez, sin decir ni una palabra hizo camino hacia la puerta.

 —Olvídate de mi—dije sin dar la vuelta. Escuché el ruido de la puerta cerrarse y solté un largo suspiro, liberando todo el aire que estaba conteniendo. Me senté en el suelo con la vista fija en un punto de la sala, dándole vueltas a lo que dijo el chico que salió segundos atrás por mi puerta. 

Me sentía rara; normalmente yo dejaba a los hombres luego de unas semanas, o incluso meses, pero esta vez me tocó a mi. Esta vez me tocó a mi sentir la decepción acumularse en mis entrañas, y empezar a cuestionarme si fuí lo suficiente para esa persona. 

"Evidentemente, no lo fuí" me respondí mentalmente.

Así estuve durante varios minutos hasta que decidí levantarme e ir a buscar mi celular. Pensaba llamar a Mane; necesitaba un poco de distracción, y ella era perfecta para momentos así, y la amaba por eso. Pero esta vez la odié cuando escuché su buzón de voz resonar en mi oído.

"¡Buena, soy Mane! Ahora no estoy, debo estar mandándome alguna cagada seguramente. ¡Dejá tu mensaje!"

—Magdalena —bufé y tiré el celular al sofá.

Fuí hasta mi habitación y me dejé caer en la cama, quedando con los brazos abiertos y la mirada perdida en el techo. Cuando una escena similar se cruzó por mi mente.

Mordí mi labio, recordando cómo desperté mirando el techo de la habitación de Valentín.

—Me voy a arrepentir de esto —me levanté de la cama y fuí a buscar mi celular nuevamente. Saqué el papelito que permanecía intacto en mi carcasa y comenzé a anotar los dígitos que aparecían.

Primer pitido; mordía mis uñas expectante, segundo pitido; mi mente comenzaba a decirme que no era buena idea, tercer pitido; escuché su voz.

—Valentín —solté.

—¿Colo? —preguntó— ¿Sos vos?

—Sí.

—Me llamaste al fin —dijo con una risita— ¿Se debe a algo especial?

—Mmm —dudé unos segundos—, pensaba que podíamos vernos... ¿Ahora?

—¿Ahora? Yo le mando —sonreí— ¿A dónde querés que nos veamos?

—En mi depa. Te mando la dirección —no tenía ganas de salir, sólo quería compañía, de la que sea.

Sin esperar a que respondiera corté de una la llamada. Me quedé observando el celular nerviosa; no estaba segura de que la combinación Valentín, yo y mi departamento fuera a resultar.

Media hora después de que le mandara la dirección, apareció en mi puerta con su sonrisa, que al conocerlo detestaba a más no poder, pero que ahora era soportable, incluso linda.

—Sentía que ya no me ibas a llamar —confesó, estando ya dentro.

—Bueno, una cosa llevó a la otra y aquí estás —reí.

—Qué cosas habrán sido —bromeó inocentemente.

"Si supieras" pensé.

—Aburrimiento solamente —mentí. Caminé hacia la cocina y Valentín me siguió.

—¿Y pensás que yo te puedo quitar el aburrimiento? —preguntó sonriendo, apoyando sus manos en la mesa de la cocina y mirándome.

—Tenía ganas de ver una peli, ¿te gustaría? —dije inocentemente—. Tengo palomitas.

Valentín soltó una carcajada y negó varias veces.

—Propongo una de terror —dijo después.

—De terror será —sonreí.

Luego de preparar las palomitas nos sentamos en el sofá, tomé cierta distancia de él y acomodé mis pies en la mesa de enfrente. Valentín me imitó y lo miré divertida.

—Si querés me saco los zapatos también, pero no te lo recomiendo —tomó su nariz entre sus dedos y la arrugó, provocando mi risa.

"Al parecer no será tan mala combinación" me convencí a mi misma.

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re feo el cap

se viene mejor ea
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un betso <3

rancio ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora