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Desperté de golpe, abrí los ojos y visualicé un techo blanco, fruncí el ceño confundida, apoyé mis codos en el colchón y observé la habitación.

—Esta no es mi habitación —murmuré.

Me levanté de la cama y caminé hacia una puerta. Antes de abrir miré mi ropa, estaba llevando lo mismo que anoche. Crucé la puerta y me encontré en un living. Confundida debido a que este no era mi departamento recorrí el lugar, hasta pillarme a alguien durmiendo en el sillón.

Era, ¿Valentín? Dormía tranquilamente con el torso desnudo y tapado con una manta desde el estómago para abajo.

Analicé detenidamente la situación, tratando de entenderla aunque sea un poco.

Y así, la incoherencia de esta me hizo reaccionar finalmente. Solté un grito ahogado sin querer y terminé por despertar a Valentín.

—La puta madre, Colomba —exclamó levantándose del sillón, la manta cayó al suelo pero afortunadamente llevaba un short puesto.

—¿Cómo sabés mi nombre? —hice posiblemente la pregunta más boluda teniendo en cuenta que amanecí en la cama de un freestyler.

—Vos me dijiste anoche —respondió simplemente.

"Por favor que no haya pasado nada" me dije a mi misma. Ya me sentía totalmente culpable y disgustada.

—Tranqui, no pasó nada tampoco —aclaró al ver mis facciones.

—¿De verdad creés que hubiese pasado algo? —contradije mis pensamientos con tal de mantener mi dignidad intacta.

—No sé, estabas re mal, wacha —arrugué la nariz ante su apodo y suspiré—. Anoche no podías ni decir tu dirección por lo que te tuve que traer para acá.

—Uhhh basta, que vergüenza —pasé mi mano por mi rostro y me senté en el sillón. Unos segundos después lo miré—. Gracias en todo caso.

No podía ser una forra con él. Es decir, había un sin fin de escenas horrorosas que podía haber protagonizado si caminaba ebria y sola por las calles a las 3 de la mañana. Y Valentín, para quien yo era una desconocida que lo trataba como el orto, me trajo a su departamento. Y para rematarla me dejó su cama y él durmió en el sillón.

El pibe me sonrió y se sentó a mi lado.

—Al comienzo te vi re bien, bajé del escenario y ya te habíamos perdido —dijo y soltó una carcajada. Sonreí débilmente y miré mis pies descalzos.

Sí, me habían re perdido, pero sólo era por Franco. Yo estaba re enganchada, y él también lo parecía, pero claro, terminó por abandonarme durante horas y se fue a "comer" con otra. Para, finalmente, no demostrar ni un poco de arrepentimiento, ni ganas de luchar por lo que habíamos creado durante meses.

—... Me mudé hace un mes para acá —la voz de Valentín me zafó de mis pensamientos. Lo miré aturdida y él me observó confundido.

—Disculpa, no te estaba escuchando. ¿Qué decías?

—Que me perdones por el quilombo que tengo —dijo pasando una mano por su nuca—. Llevo un mes recién acá.

—No pasa nada, Valentín —solté una risita y registré su departamento. Tenía razón en cuanto al quilombo, habían cajas con distintos objetos a lo largo de toda la sala. Mi mirada se posó en una con muchos cables, incluso con unos audífonos y uno de estos micrófonos para grabar.

Se dio cuenta de aquello y se levantó para dirigirse a la caja.

—Arrendé este departamento justamente para esto —sacó el micrófono y sonrío con orgullo—. Estoy pensando en grabar con unos pibes. Los de anoche, ¿te acordás?

rancio ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora