—No estoy segura, pero... —dijo jugando con su cabello mientras esquivaba mi mirada. —Pero no creo poder darte lo que quieres. —añadió ahora mirando, primero hacia la fuente, y luego hacía la pareja, como si buscara apoyo en alguien más.

—¿Lo que quiero? —¿De qué estaba hablando ahora Solae?

—No quiero desanimarte y no es que me caigas mal, pero la verdad es que a mi me gusta alguien más. —se disculpó.

—¡No, no, espera Solae! ¿Qué? ¡Estás malinterpretando todo! ¿Qué diablos te hizo creer que yo quería... ¿Declararme? —Mi cara de sorpresa debió ser épica, ya que cuando por fin me miró a los ojos, soltó una fuerte carcajada.

—Yo solo... ¡Ay, pero que tonta! —Solae volvió a resoplar una risa —Que alivio Alex. ¡Por favor no me hagas caso! —Solae se había puesto roja, aunque de a poco se fue relajando, viéndose más ella misma. Lo que era a mí, solo consiguió enfadarme aún más.

—¿Esto también es parte de su broma? ¿Hasta cuándo vas a seguir tonteando? ¡Ya aprendí mi lección, no necesitan seguir con todo esto!

—¿Seguir con qué cosa? Disculpa si te ofendí, Alex, pero no te pongas así. Solo fue un malentendido.

Solae no paraba de reír. Le estaba dando cero importancia a mi enojo y eso me quitaba la fuerza necesaria para seguir con mi berrinche. Tampoco ayudaba en nada que la pareja que estaba en la banca empezara a besuquearse sin pudor bajo el naranjo. Solo a mí se me ocurría citar a Solae en el lugar que (ahora me daba cuenta) era el más romántico de la escuela, para discutir algo que me molestaba. Y ahora, para rematar la situación, había sido rechazado y friendzoneado por mi mejor amiga, sin siquiera haber tenido la intención de declararme. Solae no me interesaba de esa forma, pero eso no evitaba que ahora mi autoestima y orgullo quedaran pisoteados en el suelo.

—Yo solo quería hablarte sobre Anton y de cómo desde que él llegó finges no conocerme.

—¿Desde que yo llegué qué cosa? —Anton apareció de la nada hablando por detrás de mi hombro. Probablemente se había escondido esperando a hacer su entrada dramática en el momento preciso. Su interrupción no me causó ninguna gracia.

—Le decía a Solae que no es necesario que sigan con su estúpida broma —dije incomodado por su cercanía, alejándome unos tres pasos de él. Y a continuación me dirigí a Solae.

—Yo pretendía disculparme por lo del otro día, y también por olvidar tu regalo de cumpleaños. Si aún quieres que estudiemos juntos no tengo problema, siempre y cuando ya dejen este numerito. —solté, desahogándome por fin.

Solae y Anton se miraron extrañados, y ella, que ahora estaba más relajada, se acercó para hablarme.

—Lo siento Alex, pero en serio estoy confundida. —Ahora me hablaba con condescendencia—. Yo no te he hecho ninguna broma, ni recuerdo haberte pedido estudiar juntos. Perdona si de alguna forma te hice creer lo contrario. —Miró a Anton por un instante y continuó—. Y sobre mi cumpleaños, ya me saludaste ayer y todo bien, en serio. Nunca esperé un regalo de tu parte.

Solae parecía hablar en serio y no tener idea acerca de lo que le estaba reprochando. Definitivamente no estaba actuando y eso me desarticulaba.

—¿Es que ahora Anton es tu nuevo mejor amigo? —pregunté, apuntándolo con desprecio. Necesitaba entender contra qué me estaba enfrentando.

—Es mi mejor amigo desde primaria. Pensé que se notaba —rió nerviosa. Anton la rodeó con su brazo y luego se inclinó hacia mí.

—¿No son muy extrañas tus preguntas, Alex? —Su mirada era penetrante, como si con ella pretendiera atravesar mi cabeza—. Nosotros tenemos que irnos, pero si quieres podemos seguir hablando otro día.

Al parecer, no era con Solae, sino con Anton con quien debía entenderme en adelante sobre este asunto. Era como si este tipo tuviese a Solae convencida o controlada bajo hipnosis, si es que eso era posible.

—Anton, ¿Me estás diciendo que vas a seguir con todo esto? —Esta vez se lo dije directamente a él, intentando sonar amenazante.

—Si con todo esto, te refieres a ser el mejor amigo de Solae, pues no veo por qué tendría que dejar de serlo. —me respondió con media sonrisa llena de satisfacción.

¿Quién era este tipo y que pretendía con Solae? ¿Era él la razón por la que ella se comportaba como si apenas nos conociéramos? Estaba claro que esto era más que una broma y que para entender qué era lo que estaba sucediendo, tendría que averiguar más sobre este tal Anton, y demostrarle a los demás que era un impostor.

Sin ya nada más que discutir, ambos se fueron dejándome solo. Por evitar mirar a la fogosa pareja que seguía comiéndose más allá, me encontré contemplando la figura que sobresalía en el centro de la pileta. Era un pequeño querubín alado, que me apuntaba sonriendo con su flecha en punta de corazón, mientras lanzaba sendos chorros de orina angelical. Sí, por primera vez en todos estos años, me daba cuenta que se trataba de un maldito Cupido.

Ya no podía sentirme más estúpido por el lugar que había escogido para citar a Solae.


Para más información sobre como comprar el libro en tu país en físico y/o digital: www

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para más información sobre como comprar el libro en tu país en físico y/o digital: www.catakaoe.com y mis redes sociales: @CataKaoe

No me conoces, pero soy tu mejor amigo ¡En librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora