Capítulo 45

3.4K 300 19
                                    

Los primeros kilómetros del camino se hacen muy pesados.
Tengo la sensación de no avanzar y de que ya da igual lo que hagamos, no vamos a conseguirlo, no sin los caballos. Es imposible.

A lo lejos observo algo, parece una pequeña civilización, hay algunas tiendas para dormir improvisadas y algunos hombres trabajan en montar más.
—Cuidado. —Ethan tira de mí hacia atrás. Hago caso a su petición, manteniendo la distancia.
Pero entonces, lo oigo.
—Eso de allí no está bien montado, se nos caerá en la cabeza mientras dormidos. —No puede ser... ¿verdad?

Me giro hacia Elalba, torciendo mucho el cuello.
Su rostro se ilumina con una sonrisa cuando sus retinas encuentran las mías.
Entonces, impulsada por una repentina esperanza, comienzo a correr.

Como una posesa le busco, mirando de un lado a otro. Trato de asegurarme de que no me he vuelto loca del todo.
Y cuando le veo, una Jaqueline interior salta de felicidad.

—Señor Greten. —Me llevo una mano a la boca y las lágrimas desbordan mis ojos. Con total sorpresa, voltea hacia mí y abre la boca.
—¿Princesa? ¿Princesa Jaqueline? —Asiento.

—Oh dios mío, está viva. Están vivas. —Sus manos se ponen sobre mis hombros y me observa, cerciorándose de que realmente soy yo.
—Creí que... creí que habían muerto. —Reconoce, intercalando su mirada entre mi hermana y yo.
Alba se adelanta para pedirle ayuda.
—Tenemos problemas, señor Greten, muchos. Creen que matamos a nuestros padres pero no es cierto, no lo hicimos nosotras. —Jura, dando un paso y quedando delante de mí.

El hombre asiente con total convencimiento.
—Tranquilas, no pasa nada. No tenéis nada que temer, yo os mantendré a salvo. —Nos promete y sonríe sólo un poco. Sin salirse demasiado de su natural expresión neutra.
Al oír esas palabras, siento que la angustia de todo mi cuerpo desaparece.

—¿Qué hace aquí, señor Greten? —Cuestiona mi soldado, el mencionado eleva las manos para mostrar su alrededor.
—Como puede observar, soldado, estoy haciendo un poco de turismo. Cuando me jubilé y dejé de trabajar con la familia Real, decidí pasar mis próximos años explorando un poco. —Me sorprende su forma de expresarse.

Durante muchos años, vagamente le oí hablar. Pero ahora... ahora parece una persona nueva.

Sin embargo, lo que más me sorprende y llama la atención son unas palabras a las que nadie salvo yo parece haber prestado atención.
—¿Se jubiló? —Repito, él asiente.
—Tenía entendido que mis padres le despidieron.

Deja salir una risa hueca.
—¿Despedirme? nada de eso. Incluso me ofrecieron seguir viviendo con ellos pero yo sentí que iba siendo hora de probar algo nuevo, de cambiar mi rutina. Por cierto, lamento mucho lo de sus padres. —Hace una pequeña reverencia, mostrando sus condolencias.

Suspiro.

—Gracias.
—Eran unas bellas personas y no puedo negar cuanto voy a echarles de menos. Esta Ciudad y su pueblo son un lugar menos seguro ahora que no están.
—Apreta los labios en un gesto de tristeza honesta. Despacio, asiento.

El señor Greten nos ofrece dos de sus improvisadas tiendas de campaña.
Son bastante grandes y se nos hace muy cómodo dormir por fin con un techo.
También nos ofrece comida y nos explica que esos hombres son algunos amigos que ha ido haciendo a lo largo del tiempo y con quien deseaba compartir sus nuevas experiencias.

Sintiéndome mucho más liviana y aunque todavía atacada por todo lo sucedido, me tumbo en el suelo.
La noche todavía no ha caído del todo pero tengo la necesidad de encerrarme por un largo rato.

Ethan se adentra en la tienda y se sienta cerca de mí.
—¿Cómo estás? —Cansada de pelear y siguiendo el consejo de mi hermana, decido dejar de lado nuestra disputa e incorporarme para abrazarle.
—Pensé en él, Ethan, en el Duque. Por eso maté a ese hombre. Porque su forma de mirarme me recordó al Duque e hice lo que Maritza tuvo que hacer por mí aquella vez. —Confieso.

—Te estabas defendiendo, Jaqueline.
—No me defendí lo suficiente con el Duque, Ethan.

—No pudiste hacerlo, te lo dije una vez y te lo repito. Lo que ocurrió no fué culpa tuya, ni tampoco lo que ha ocurrido hoy. Tratabas de defenderte. —Apoyo mi cabeza en su hombro.
—Defendía a Elalba... no podía dejar que la tocara de nuevo, ¿sabes? ni que tuviera que pasar por lo que yo pasé. Tenía que proteger a mi hermana pequeña, Ethan. Ella lo habría hecho.
—Aseguro.

Ethan pasa la lengua por encima de los dientes y asiente.

—Eres una buena hermana mayor y en un futuro, cuando recuerdes esto, no lo recordarás como el momento en el que mataste a un hombre sino como el momento en el que protegiste y defendiste a tu hermana pequeña.
Créeme, sé cuán duro es matar a alguien, sé como se siente.
Pero vale la pena si se trata de un bien mayor como es la familia.
—Sus palabras me hacen sentir mejor.

Rezo porque su profecía se cumpla. Porque esto no sea otro recuerdo traumático que se me pase por la cabeza a las cuatro de la mañana cuando no pueda dormir.

—Siento habernos peleado.
—Cambio de tema, centrándome en algo más, su cuerpo tiembla cuando ríe.
—Yo siento haber insinuado que exageras.
—Yo siento haberte llamado perro.
—Pues yo siento haberte llamado histérica. —Frunzo el ceño.

—No me llamaste histérica. —Sus ojos azules me miran y unas dulces arrugas asoman cuando sonríe.
—No lo dije pero lo pensé.
—Reconoce, largo un par de carcajadas.
—¿Qué nos pasa, Ethan? siento que nada es lo mismo entre nosotros. —Suelto en voz alta mis sentimientos mejor guardados.

—¿Y lo es con Elalba? porque tampoco es para nada lo mismo con Josh. La última vez que le ví antes de esto, estuvimos un largo rato bromeando y riendo.
Y ahora todo lo que hacemos es pelear sobre ríos que vuelven a su cauce y caminos que no encontramos. —Hace una pausa corta.

«No se trata de nosotros, Jackie. Se trata de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Cuando entré en el ejército no pensaba acabar con mi cara en un papel y las letras "fugitivo" en cursiva.
Ni mucho menos acabar en una tienda de campaña junto con la Princesa.
Pero las cosas cambian y no podemos pretender que nada sea lo que era antes.»

Nuestros ojos conectan.

—¿Y algún día todo volverá a ser lo que era? —Cuestiono. Aunque no creo que esté preguntando a él si no a mí misma.
—¿A cuando dormía con treinta hombres y lloriqueaba por mi ex novia infiel? pues espero que no. —Río.

El muy estúpido... siempre sabe como hacerme reír, incluso en los momentos así.
Supongo que es la mejor parte de la vida, encuentra a alguien que te haga reír cuando sólo quieras llorar.

—Yo tampoco quiero volver a usar tacones de diez centímetros y comer brócoli. —Ambos nos tumbamos.
Permanecemos en silencio por unos minutos, sin tener nada que añadir y sin que haga falta añadir nada.
Abrumados por todos los sucesos pero esperanzados por el futuro que se abre ante nosotros.

Al menos ahora tenemos al señor Greten con nosotros y eso nos será de gran ayuda. Sin lugar a dudas.

—Lamento interrumpir pero...
—Elalba entra y nos señala, indicando que esta tienda es para ella también.
Ethan no tarda nada en ponerse de pie y carraspear.
—Perdona, Alba. —La joven se sitúa donde antes estaba el castaño y le susurra un "buenas noches"

Él le responde de la misma manera.
—Buenas noches, Princesa. —Se dirige por última vez a mí.
—Buenas noches, soldado.

Cuando sale, respiro hondo y miro a la chica junto a mí.
—Mañana a estas horas estaremos durmiendo en una cama de verdad. —Alzo las comisuras de mis labios.
—Y podremos ducharnos.
—Añado.

—Y podremos ducharnos.

Las reglas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora