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Alina

Llegamos a la casa a eso de las 10 de la noche, mire a lucy dormir acurrucada en los brazos de Alessandro, quien la llevó hasta su habitación.

- mi reina, ponte comoda yo me encargo no te preocupes.

El se fue con ella hasta la habitación, los seguí en silencio y lo miré cambiar a lucy por su pijama. La acosto en su cama, la arropó y beso su cabeza, acarició su cabello hasta que lucy se durmió bien, le puso su unicornio de peluche al lado y dejo la luz de su mesa de noche encendida.

- duerme bien princesa de papá.

Me fui a mi closet a cambiar por mi conjuntó de lencería blanca, sentí a Alessandro ya en la habitación.
Salí en silencio y me sonreí al ver como le daba la espalda al lugar en donde yo estaba, mientras servía dos vasos de whisky.

Me acerque en silenció y lo abrace por la espalda. Acaricie su abdomen por sobre la camisa. Sus grandes manos tomaron las mías, dejando un suave beso sobre mi anillo de matrimonio.

- mañana en la tarde nos vamos a las Maldivas.

- amor, sabes que no podemos salir y no dejare a lucy aquí. Aún no estan sus papeles.

- los papeles de lucy estan listos desde esta tarde, el anciano con quien charlaste hoy toda la tarde era un juez de la suprema corte quien me ayudo a acelerar todo, lucy ya esta en nuestra libreta como hija de matrimonio y soy su padre legal.

- ¿Cuando hiciste todo eso?

- mi vida, ya te dije para mi no hay leyes. - me abraza por la espalda - tengo contactos muy buenos, a los cuales les hago algunos favores.

- bien - me paró enfrente de él - sabes algo mafioso, ya estoy bien de mi herida, y si mal no recuerdo yo te dije que debías darme una luna de miel.

Una sonrisa se dibujó en su rostro, a la vez que sus ojos se volvian de un color intenso y sus pupilas se dilataban con admiración al verme en mi conjunto de lencería.

Alessandro me beso apasionadamente, olvidando que hace unos segundos me estaba explicando lo que haríamos mañana. Deje entrar su lengua a mi boca, la cual se dedicó a tener una guerra con la mia, que no ah de acabar tan fácil.

Sus manos desabrocharon mi brasier, quitandolo enseguida de mi cuerpo, mientras mis manos luchaban por quitar su camisa. En un juego de quien domina esta noche, entre caricias, besos y suaves mordidas nos fuimos despojando de cada prenda que cubria nuestro cuerpo.
El me tomó en sus brazos, para dejarme sobre la cama y sentir todo el peso de su cuerpo sobre mi.

Nuestros cuerpos se reconocieron al instante, mi alma supo que era él, sus besos en mi piel son un fuego intenso, sus caricias en mis partes son como encender una hoguera, poco a poco y luego con intensidad.
Su mirada fija en mí me hacía temblar, me inquietan sus ojos llenos de fuego, de ganas, de deseo y de muchas ansias.

Besa mis senos con cierta delicadeza, roza su lengua alrededor de mis pezones con pasión y mucho deseo, llegó hasta abajo recorriendo mi cuerpo con su boca llenándome de besos lentos y él sin saber que esa era mi debilidad pasó su lengua húmeda entre mis labios, la introducía, la volvía a sacar, subía y succionaba muy suave ese "botón" que nos da tanto placer a las mujeres y a ellos al vernos retorcer de satisfacción, en ese delicioso movimiento de su lengua me hizo llegar al orgasmo, fue una sensación única e indescriptible, solo sé que quedé temblando de las piernas, erizada en todo el cuerpo y realmente extasiada.

Volvio a mi boca, me beso con vehemencia, me giró y al ponerme boca abajo, con una mano sostuvo las mías y con la otra entró en mí, penetrando con un solo movimiento, entre lento, pero al tiempo duro, el cual me hizo estremecer, mover mis caderas involuntariamente al sentirlo dentro, y gemir de una manera muy sutil, pero que sin lugar a dudas lo excitó aún más, cada embestida era más dura, más desenfrenada, más salvaje y apasionada.

Tiró de mi cabellera, besó mi espalda y pasó su deliciosa lengua, me fascina que haga eso, me hace erizar la piel de pies a cabeza. Me da besos por el cuello y susurra a mi oído lo mucho que yo le encantó y como lo mucho que lo "caliento", mientras continua moviéndose dentro de mí. Agarra duro mis nalgas como apropiándose de ellas y eso me calienta más.
Saber que lo estaba disfrutando igual que yo es algo muy placentero. Al final entre mis movimientos y los suyos, y a ese nivel de excitación mutua, fue inevitable sentir como entre un movimiento pausado y un exquisito climax, estalla de placer dentro de mí, recostándose por unos segundos sobre mi espalda dejando salir un leve suspiro, sintiendo unos cuantos besos en mi espalda desnuda. Lo deseaba como a nadie, deseaba sentirlo de nuevo, deseaba estar entre sus brazos nuevamente.

Nos recostamos ambos en la cama, puse mi cabeza en su pecho. Los latidos de su corazón me tranquilizaron,me provocan paz, sus dedos acariciaron mi cabello. Me puse de panza para míralo, acaricie su cara y luego sus labios.

- hoy fue muy lindo nuestro día. No se como lograste en unos días, que todo estuviera listo.

- ser yo, tiene unas cuantas ventajas - besa mi mano. - pero lo mejor del día fue verte en ese vestido, ¡No espera eso fue lo segundo mejor!

- ¿A si? - digo un tanto molesta - ¿Y que fue lo primero?

- pues ver a mi lucy en su vestido de princesa -  me besa - ¿no me digas que estas celosa? - se pone entre mis piernas.

- no, pero solo para recordarte que tú, mafioso eres mío. Me perteneces, lo juraste y solo con quien te voy a compartir es con lucy, con nadie más.

Él estampó en mis labios un beso fogoso, apasionado y ardiente. Mientras sus manos tomaban las mias para pococionarlas sobre mi cabeza, dejandome a su completa disposición para  volver a unirnos en un nuevo encuentro de dos cuerpos cargados de amor y deseo.

La BailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora