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Alessandro

Sentí el agua de la ducha caer, me quedé esperando que ella llegará y me acurruque para seguir dormido unos minutos más.
Cerré los ojos y me quede tranquilo, solo escuchando el silencio a mi alrededor, el unico sonido que hay es el del baño, y las olas del mar que se escuchan tan lejanas, a pesa de estar solo a unos metros de él.

- ¿no piensas levantarte? - sale del baño y se sienta a mi lado- ¿Quieres que te traiga ropa limpia? Aquí no tienes nada.

-  no, ven aquí y acuéstate a mi lado. No quiero levantarme aún.

- lo siento, pero ya es hora de levantarse.

- llamaré a Ana para que me busque ropa en mi habitación.

Los gritos y risa de lucy jugar en su habitación nos hizo reir, ella se levantó y antes de irse me hizo la última seña de que me fuera a duchar.
La sentí a ella hablar con aquella niña de cabello castaño y un tanto risueña, que conquisto mi corazón tal vez antes que su madre.

Ana llego con un traje limpio, perfectamente colgado en una percha. Me fui con el a la ducha, en donde me afeité antes de tomar un baño, y salir junto a ellas quienes estaban ya en la habitación.

- ¡Papá! ¡Papá!.

Lucy al verme corrió feliz extendiendo sus pequeños brazos. La cargue y bese su cara muchas veces, mientras Alina nos miraba desde lejos.
Lucy tomó mi cara y me abrazo, dejo un beso en mi mejilla, para luego apuntar a la puerta para salir. Bajamos los tres, Alina y yo en silencio, y por la casa solo se escuchaban la cuenta de escalones de Lucía: "uno, cuatio, ocho y dos". Resonaba con eco su pequeña y aguda voz infantil.
Llegamos al comedor y una gran sorpresa fue ver a Diana desayunando tranquila mientras veia mi periodico del día.

- ¿Que haces aqui? - mi voz resuena en todo el comedor. - dije que debías estar encerrada, y asi fue.

- pero amor, te dije que podiamos volver. Hasta te perdono por todo lo que me has hecho, eso de tratarme como de cristal y ahora traer a estas.

- se ve que aun no entienes Diana. Si tu volviste a esta casa es por que me humillaste, y te dije ya  que nadie me humilla y vive para contarlo.

Tome su brazo molesto. Me fui hasta donde estaban Emilio y León y la empuje, cayendo ella a sus pies. Ellos me miraron y les hice señas de que se la llevarán de vuelta a los calabozos. Volví junto a Lucy y Alina, quienes ya se encontraban desayunando.
Me senté en la cabecera de la mesa, Ana sirvió mi desayuno y la miré fijamente dándole a entender que luego vamos a hablar los dos.

- ¿Por que la miras asi? - dice Alina - ¿Sucede algo?

-nada, solo come mi reina.

- bien - me mira - hoy debo ir a mi antigua casa, por los remedios de lucy y sus papeles para el médico, es muy importante que ella tenga sus controles al día.

- mandaré a Emilio contigo, tengo cosas que hacer ahora de mi trabajo. ¿Llevaras a Lucy?

- Pues no lo se, yo creó que la dejaré con la señora Florinda.

- bien - Me sonrie - ¿quieres almorzar algo en especial?

- no en realidad. Oh, por favor cambia tu ropa a mi habitación, hoy no tenias por que cambiarte en la mañana.

- bien, le diré a alexa que lo haga. Ya me voy - me levanto - adiós pequeña princesa de mi vida - beso la cara de lucy - nos vemos a la hora de comer. Adios mi reina.

Alina

El dejo un pequeño beso en mis labios y se fue caminando tan recto y seguro como el día que lo conocí. Me fui a dejar a lucy a su habitación, bese su cara bastantes veces y me despedí de aquella ancianita que ah cuidado de ella muchas veces.
Al llegar a la puerta de salia el tal emilio ya se encontraba en la puerta, charlando con Alessandro, quien al verme me tomo de la cintura y me jalo a su cuerpo.

- Mi reina, el es Emilio. Te va a acompañar a tu casa.

- tu deberias de venir conmigo. No quiero ir sola.

- el va a cuidar muy bien de ti, tranquila.

Me subí a los asientos de atrás del auto que me indicaron los dos. Alessandro me dio un teléfono nuevo, en donde iba marcado su número de teléfono, dejo un suave beso en mi mano y golpeo el techo del auto.
A los segundos este se puso en marcha, el viaje fue en silencio, solo con la música de la radio que iba bajo, casi inaudible.

- llegamos señora. Si necesita algo solo de un grito y yo iré con usted.

- gracias.

Me baje del auto y me entre a esta, miré mi sala humilde toda destruida, todo tirado, los muebles rotos y el sillón hecho añicos. Los juguetes de Lucy estaban totalmente destrozados, mi ropa y la de ella quemadas en un tambor en medio de la sala.  Al retroceder unos pasos, la puerta se cerró de golpe y el rostro de mi Javier, mi ex pareja estaba desformado. Sus ojos parecian salirse de su lugar, su cuerpo temblaba y en sus manos tenía un cuchillo de mas menos 35 centímetros de largo.

- ¡HASTA QUE TE DIGNAS A LLEGAR! ¿QUE TE CREES EH? DEJAR EL TRABAJO QUE TE CONSEGUÍ, LLEVARTE A LA MALDITA ENFERMA LEJOS, ¿ERES ESTUPIDA O QUE?

Javier enterró su cuchillo en mi abdomen dos veces, la puerta se abrió de golpe y Emilio sacó su arma para darle un tiro a Javier, sentí dos disparos  y a javier corriendo fuera de la casa. Emilio me cargo en sus brazos y me llevo hasta el auto, me dejo en el asiento de atras.

La cara de lucy se vino a mi mente unos cuantos segundos, y luego mi vista se volvió borrosa. El frío se apodero de mi cuerpo, mi mano dejo de presionar la herida y la voz a lo lejos de Emilio hablandome dejo de sonar.

La BailarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora