S37

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POV Alberto

Bajo corriendo para recibir a Marina.

—Oh, oh —digo, tomándole la mano—. Tienes una cara...

— ¿Qué cara? —pregunta.

—Como si estuvieras pensando en escapar, pero es muy tarde ya te tengo—digo sin soltarle la mano empezando a subir el resto de las escaleras.

—Este lugar es enorme—dice asombrada.

—Sí, me gusta tener mucho espacio.

—Tiene el tamaño de un pueblo pequeño—ríe.

—Casi—convengo poniéndole una mano en la espalda porque me muero por tocarla— ¿Lista para un poco de trabajo duro? —pregunto ansioso.

— ¿Trabajo? ¿Eso es el baile para ti?

—Lo era. Hoy serás tú la que trabaje y yo el que se divierta—contesto.

Mira el vestíbulo, que se eleva hasta la segunda planta y tiene unos enormes ventanales que lo hacen muy luminoso.

— ¿Qué haces aquí? ¿Jugar al futbol?

—No, rompería los cristales y el que decoro la casa me mataría—se me queda mirando y suelta una carcajada.

—Estoy bromeando. Bueno, casi. Mi tía me decoró la casa, y ahora que lo pienso, probablemente me mataría si rompiera algo. Así que hazme un favor y no toques nada—eso la hace sonreír y a mí también.

Mucho mejor —murmuró atrayéndola a mi abrazo—. No puedes bailar si no sonríes. Esa es la primera regla.

— ¿Y cuál es la segunda? —pregunta curiosa.

—Si te dijera que te tienes que quitar la ropa, ¿me creerías? —entre risas la veo apartarse.

—Buen intento—dice.

Recorremos el salón y atravesamos el comedor formal que nunca se usa hasta llegar a otro salón en donde hay una moqueta mullida, un televisor enorme, tres de los sofás más grandes del mercado y un bar con bebidas de todo tipo.

—Este es mi lugar favorito. El más frecuentado—digo.

Ella asiente observando que las paredes están llenas de fotos de mis amigos, mi familia y los acontecimientos de mi vida.

—Es muy bonito—responde.

—Gracias —digo levantando un sobre de la mesita—Stefan ha sido muy amable y ha registrado todas mis caídas del sábado pasado y ha sido más amable aún al dármelas —le muestro algunas de las humillantes imágenes de mi en el agua y sacó la que más me gusta—. Esta la pondré en la pared en cuanto la amplíe.

Me mira y toma la fotografía.

—Salimos los dos—dice.

—Así es—asiento.

La imagen es de después de hacer surf, por lo que sólo llevaba puesto el bañador y Marina aquel bikini negro que tanto me excita. Cuando Stefan había levantado la cámara, Marina empezó a reírse, pero yo la había alzado en brazos llevándola directamente a mi hombro mordiéndola una nalga a modo de broma. Ambos riendo a carcajadas, que a mi se había derretido el corazón y he sonreído de oreja a oreja. Stefan capto ese preciso instante.

— ¿Vas a poner una foto nuestra con las de tu familia y tus amigos? —pregunta.

—Sí. ¿No eres mi amiga, acaso? —digo.

Cierra la boca y mira la imagen con el ceño fruncido.

—Yo creía que...

— ¿Qué? —pregunto.

Me devuelve la fotografía dándose la vuelta.

—Que estábamos jugando. Que estamos jugando. Yo te enseñé a hacer surf, y ahora tú me enseñas a bailar. ¿Dónde está la pista de baile? Estoy segura de que tienes una.

Me digo que si ella quiere comportarse como si no pasa nada entre nosotros, por mi está bien. Aunque ya no me alegra tanto esa fobia al compromiso como había imaginado.

—Al final del pasillo—contestó.

les dejo la foto en multimedia📸😍✨.

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