S5

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—Ya has comentado que temías que fuera tu peor pesadilla—añado.

Marina me mira con mala cara.

— ¿Y cuál imaginas que sería mi peor pesadilla? —pregunta divertida.

—No lo sé, tal vez un viejo con barriga y peluquín barato.

—No tengo nada en contra de la edad ni de las barrigas—El gesto petulante de Marina me hace reír.

—Sé sincera. Algo te preocupaba. ¿Qué tuviera mal aliento? ¿Qué fuera enano? —pregunto.

—Por lo que se, aun puedes tener mal aliento—dice.

Arqueo una ceja y me lanza otra mirada arrolladora.

— ¿No vas a reconocer que podría haber sido peor?

—La noche es demasiado joven...

— ¿Qué puede salir mal? —me encojo de hombros.

En este momento no prefiero pensar en la reacción que puedan tener mis amigos incluyendo a Stefan ni el acoso de los paparazzi que seguro me esperan en la puerta.

—Puede que mastiques con la boca abierta—Contesta ella—O que tengas seis dedos en un pie.

Sacudo la cabeza.

— ¿Seis dedos? —la miro extraño.

—Los pies raros están prohibidos.

— ¿No puedes salir con un tipo que tenga los pies feos? —pregunto curioso.

—No después de descubrir que los tiene—rueda los ojos.

Dentro de los zapatos flexiono los dedos, feliz de solo tener diez, pero sin estar seguro de que no sean feos jamás había pensado en ello.

—Eres un poco intransigente ¿no?

—Si—asiento.

Valoro la intransigencia. De hecho soy implacable conmigo mismo. Pero no con una chica. Si de algo estoy seguro es de que nunca he rechazado a una chica por tener los pies feos.

—-Por cierto ¿por qué necesitabas que te consiguieran una cita? —pregunta mirándome con curiosidad—No se puede decir que seas desagradable a la vista, ni pareces estar loco de atar.

Suelto una carcajada por el cumplido dudoso.

—Digamos que este año no he salido mucho, y si esta noche no aparezco con una chica, mis amigos me estarán reprochando eso el resto de mis días.

— ¿Stefan también?

—No, Stefan es el único que en vez de echarme en cara mis actos se ha dignado a ayudarme por una vez en su vida.

—Ah—dice.

Su sonrisa compresiva me hace perder el hilo y estuve a punto de quedarme boquiabierta porque ella tiene unos ojos preciosos y cuando sonríe de esa forma es tan irresistible.

—Así que...—balbuceo ansioso por decir algo que la complazca para que no deje de sonreír— ¿El Wild Cherries es de tu tío? —pregunto.

—Si—asiente orgullosa.

—Debe ser muy agradable que te prepare la comida todos los días.

Se ríe sin que le quede absolutamente nada por dentro.

—Soy yo la que cocina y la que atiende a los clientes, como hemos estado bastante ocupados, supongo que debería pedirme un aumento. Aunque mi amiga Jessica me ayuda, siempre tenemos mucho lío.

—Estoy impresionado—digo tan fascinado con sus carcajadas como con su sonrisa—Yo suelo pedir comida a domicilio. ¿Cómo te las arreglas para hacerlo todo?

—El café es pequeño y, como has visto, sólo abrimos medio día, así que no es tan duro.

—Lo cual te deja tiempo para...

—No hablemos tanto de mí, que no hay mucho que contar. Mejor hablemos de ti—dice.

A las chicas les encanta que les cuente mi vida, pero hace tiempo que he perdido la emoción a esta adoración. Lo último que quiero es pensar en mí mismo, y mucho menos hablar de mi vida.

SeducemeWhere stories live. Discover now